La adolescencia es, a ojos de todos, una etapa de rebeldía y confrontación. Los hijos se alejan de sus padres y buscan su nueva identidad en otros círculos. Y, en la mayoría de ocasiones, cuando los jóvenes se encuentran un límite, pareciera que es una ofensa a la que deben enfrentarse. Y, fruto de estos enfrentamientos, pueden surgir malas contestaciones o faltas de respeto.
Desde el Centro de Piscología Vaca-Orgaz se recomienda a los padres que nunca se permitan las faltas de respeto. Pero, al mismo tiempo, se recuerda que lo mejor es no buscar la confrontación. No hay que pasar por alto estas actitudes, pero hay que saber cómo enfrentarse a estas situaciones, sin perder la calma, sin gritos y no profiriendo ningún tipo de amenaza.
¿Por qué mi hijo me falta el respeto?
No hay que pensar que detrás de una falta al respeto hay una mala intención. Su origen puede estar en alguna de estas causas:
– Problemas de impulsividad, incapacidad de controlar emociones como la frustración, o la ira.
– Trastorno de personalidad o conductas antisociales.
– Falta de empatía.
– Depresión.
Es imprescindible saber si sucede alguna de estas causas para que un profesional pueda ayudar, en caso contrario, estas actitudes puedan ir a más. Lo más recomendables que cuando los más pequeños estén tranquilos, se les manifieste la preocupación por sus comportamientos, al tiempo que se les transmita que se quiere ayudarles. Una gran ocasión para comenzar a asesorarles.
Cómo manejar la situación
¿Cuál es la actitud que deben tomar los padres frente a las faltas de respeto? ¿Qué hacer ante estas situaciones? Ahí van unos consejos para enfrentar estas situaciones:
– Mantener la comunicación con adolescentes. El primer paso es saber si algo está preocupando a los hijos adolescentes y este es el motivo del comportamiento tan agresivo en los jóvenes.
– Hacer que los adolescentes comprendan reglas y consecuencias. La adolescencia es una etapa de cambios, por lo que los padres deben tener cierta guía y para ello nada mejor que ofrecerles reglas y dejarles bien claras las posibles consecuencias.
Damián Montero
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