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El primer amor en los adolescentes

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La adolescencia, y más tarde, la juventud son las etapas de la vida en las que aparece nuestra capacidad para sentir amor «romántico». Los adolescentes, o al menos la inmensa mayoría de ellos, comienzan a experimentar este sentimiento cuando llegan a esa edad.

Casi todos recordamos nuestro primer amor en la adolescencia. Y casi siempre lo recordamos porque sentir por primera vez esa emoción deja en los seres humanos una huella imborrable.

La influencia del primer amor en los adolescentes

Para los padres es un momento de relativa angustia, ya que se desconoce en qué medida va a influir este primer amor en la adolescencia en el joven y si la otra persona va a resultar alguien que sostenga y apoye los valores inculcados a nuestros hijos o, por el contrario, va a resultar alguien tóxico, nocivo en su evolción.

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En ocasiones el miedo al que nos enfrentamos como padres es que en esa rebeldía propia de la edad, donde los jóvenes se consideran autónomos y con la suficiente madurez para tomar sus propias decisiones si les decimos que no a una relación puede que generemos el efecto totalmente contrario, es decir, que idealice a la otra persona.

Ante esto debemos tener prudencia, cautela y una buena comunicación como premisa fundamental para relacionarnos con ellos, una buena comunicación donde los jóvenes se encuentren cómodos para expresar sus dudas o preocupaciones respecto a este tema facilitará que si en algún momento necesitan de nuestra ayuda acudan a nosotros.

Ayudar a nuestros hijos a comunicarse emocionalmente nos dará la satisfacción de ver el día de mañana un adulto emocionalmente estable. Pero para ello debemos respetar también sus opiniones y es fundamental que no se critique a su pareja. En esta etapa de sus vidas tienden a idealizar, no se trata de que no le puedas decir lo que opinas, incluso si no te gusta debes hacérselo saber, pero siempre con respeto, cariño, amor y tolerancia.

Amor entre adolescentes: cuando algo no funciona

Otra cuestión que a los padres nos preocupa es no saber detectar las señales de que algo no está funcionando bien o que la «pareja» de nuestro hijo o de nuestra hija esté ejerciendo una influencia negativa sobre ellos que ni siquiera el joven está percibiendo.

Siempre en la adolescencia y juventud se producen cambios en el plano cognitivo (forma de pensar), emocional (forma de sentir) y conductual (forma de comportarse). Lo que resulta necesario evaluar es si este tipo de cambios están siendo distorsionados de manera negativa por esta nueva relación amorosa del joven. Es decir, lo importante es estar atentos sobre si estos cambios surgidos significan cambios de tipo desadaptativo, de forma que afecten negativamente a la capacidad adaptativa del joven a su entorno y a su felicidad.

Es fundamental que podamos detectar, y cuanto antes mejor, si los cambios psicológicos (cognición, emoción y conducta) que surgen en el joven implican para un malestar psicológico y un deterioro en su capacidad adaptativa en los ámbitos familiar, social, personal y escolar.

Cuando el amor llega: cambios en los adolescentes

Si los nuevos cambios surgidos son positivos y afectan de manera positiva en su capacidad adaptativa, no hay de qué preocuparse y solo hay que reforzar y motivar al chico/a a continuar en dicha dirección. Si los nuevos cambios surgidos son, por el contrario, negativos y desadaptativos, debemos intervenir rápidamente.

En resumen, no podemos ni debemos evitar que nuestros hijos en esta etapa se enamoren, conozcan a alguien con quien, con amor, respeto y compromiso, comiencen el camino de una relación con la intención de formar un proyecto de vida. Nosotros como padres debemos estar a su lado, apoyándoles y sirviendo de ejemplo. Tenemos que ofrecernos como canal de comunicación para sus posibles dudas o situaciones complicadas y nuevas para ellos que puedan ir surgiendo.

Ante cualquier cambio que se pueda considerar que está afectando a su desarrollo personal, no dudéis en ser para ellos un «lugar» donde puedan encontrar la tranquilidad y la confianza de expresar sus miedos y preocupaciones. Si el hogar trasmite esta confianza, seguramente sean ellos mismos quienes os busquen cuando les surja cualquier adversidad

Raquel García Zubiaga. Psicóloga. Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Educación (INAE)

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