En el inicio del consumo de alcohol en la adolescencia influyen tres grupos de factores: los personales, los precipitantes y los de contexto. Y, según los expertos, la única protección eficaz es la familia dotando a los hijos de las estrategias necesarias para decir no, ya que se adelanta la edad de inicio de consumo de alcohol a los 11 años.
Los padres deberían pagar multas y asumir la responsabilidad civil y penal de sus hijos cuando estos sufran más de un coma etílico, el gobierno prepara planes educativos para intentar frenar el ascenso y los riesgos del consumo de alcohol entre adolescentes… Son algunas de las noticias que están en todos los medios de comunicación.
Daños que produce el alcohol en los adolescentes
La adolescencia es un período de rápido crecimiento y de cambios físicos, y se presenta como una etapa crítica para el inicio del consumo de sustancias adictivas, sustancias que pueden marcar en muchos adolescentes el acceso psicológico al mundo de los adultos. Atraviesan una etapa de máxima vulnerabilidad, en la que el desarrollo neurológico no se ha completado y el alcohol incide negativamente en el mismo.
En los últimos años se han realizado estudios que vinculan el consumo de alcohol al daño cerebral del adolescente. Los principales factores de riesgo asociados al consumo de alcohol en menores son los siguientes:
– Alteraciones de las relaciones con la familia, compañeros y maestros.
– Bajo rendimiento escolar.
– Agresiones, violencias, alteraciones del orden público.
– Adopción de conductas de alto riesgo, como conducir tras haber bebido, primera causa de mortalidad en este grupo de edad.
– Actividades sexuales de riesgo, que conllevan embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
– Incremento de la enfermedad alcohólica y de serios problemas de dependencia en jóvenes.
– Alteraciones en los procesos de memoria y aprendizaje, con cambios cerebrales, tanto a nivel funcional como estructural, y con diferencias del daño observadas en chicos y chicas, producidas por los diferentes patrones de consumo.
– La intoxicación etílica aguda (borrachera) es un síndrome clínico producido por el consumo de bebidas alcohólicas de forma brusca y en cantidad superior a la tolerancia individual de la persona. Dependiendo de la cantidad ingerida de alcohol y de la tolerancia, la intoxicación etílica aguda puede oscilar desde la leve desinhibición hasta el coma, con depresión respiratoria y muerte. La intoxicación etílica aguda es el trastorno mental orgánico más común inducido por el alcohol, existiendo en nuestro medio una gran tolerancia social al mismo, sobre todo en adolescentes, jóvenes y en fines de semana y festivos.
– Al día siguiente de la ingesta de alcohol se puede diferenciar la existencia de efectos orgánicos y psicosociales con dolor de cabeza, alteraciones del apetito, insomnio, falta de aprovechamiento de la jornada siguiente.
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Factores que explican el consumo de alcohol entre los jóvenes
Según los datos de las últimas encuestas, hasta el 62 por ciento de los menores de 14 a 18 años han hecho botellón en el último año. Los expertos explican que en el inicio del consumo de alcohol a edades tempranas influyen principalmente tres grupos de factores:
1) Los personales. Como su historia personal; sus modos de resolver situaciones infantiles de conflicto; la utilización de determinados mecanismos habituales de defensa frente a situaciones desestabilizadoras de su identidad, etc.
2) Los precipitantes. Como la percepción subjetiva del impacto de las experiencias que le toca vivir, desde el que piensa que nunca pasa nada hasta el que cree que suspender un examen supone el fin de su existencia. En este punto hay que señalar que es propio de la adolescencia un nivel de subjetividad muy alto, especialmente en cualquier aspecto que se refiera a si mismo; la capacidad de afrontamiento con que se maneja ante las dificultades y los retos; el grado de capacidad y flexibilidad cognitiva para la resolución de problemas, etc.
3) Los de contexto. Como la existencia o no de redes de apoyo solidario con que cuente (principalmente la familia); el nivel de integración social, un grupo de amigos estable al que conocemos, no hace falta que sea personalmente, y del que conocemos los criterios educativos de sus padres; la capacidad para diferenciar lo real de lo imaginario y para procesar la información de manera coherente.
La interacción de todos estos aspectos va a determinar la peculiar manera en que cada adolescente resolverá qué grado de riesgos asumirá en sus respuestas adaptativas.
¿Cuándo beben alcohol los adolescentes?
Es indudable, y más estudios científicos lo avalan, que la noche es un factor que propicia el beber, y hacerlo sin control. Sin embargo no podemos pensar que sólo durante la noche se dan estas conductas. En las encuestas citadas anteriormente se señala que el 36% de los chavales afirma consumir alcohol también entre semana.
Antes de entrar a clase, al salir, por la tarde en un parque, en la piscina, en la playa… Especialmente en una circunstancia en la que estén en grupo de iguales y no haya otra cosa que hacer. Es muy difícil beber antes o después de un entrenamiento de basket, de un ensayo de música o al hacer footing. Tampoco se bebe alcohol en el cine, ni yendo de compras con las amigas.
¿Por qué beben alcohol los jóvenes?
Es importante conocer las razones que mueven a estos escolares a beber y la forma en que lo hacen. Esta parte del análisis es aplicable también a los jóvenes en general, no sólo los menores, puesto que las motivaciones a consumir alcohol y las pautas de dicho consumo son similares y compartidas. En ambos casos, el consumo de alcohol ha pasado a formar parte de la cultura de ocio de estos colectivos.
En primer lugar dicen que beben: para divertirse, por placer, porque me gusta su sabor.
Y de mayor a menor las siguientes razones serían: para sentir emociones nuevas, para olvidar los problemas personales, para superar mi timidez y relacionarme mejor, para ligar, por aburrimiento o falta de opciones para ocupar el tiempo libre, para olvidar los problemas familiares, para hacer lo mismo que hacen mis amigos, porque a veces me encuentro mal (nervios, dificultades para dormir), porque me lo prohíben mis padres.
La única protección eficaz contra el alcohol: la familia
Es un clamor desde todas las instancias, políticas, académicas y sociales. Sólo desde la familia podemos dotar a nuestros hijos de las estrategias necesarias para saber decir NO. No a cualquier conducta o actitud que se enfrente a sus creencias y valores. Y no son los discursos los que educan a nuestros hijos. El mayor protector que les podemos proporcionar es el saberse profundamente queridos y especiales para nosotros. Una autoestima bien construida y firmemente asentada en nuestro cariño les prevendrá de la necesidad de quedar bien con sus amigos o de la frustración de no saber dónde acudir cuando tengan un problema.
Marisol Nuevo Espín
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