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5 preguntas que los adolescentes no se atreven a realizar

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Un adolescente está dando el paso para prepararse para la vida. Su mundo interior va configurándose con su personalidad propia. Pero son muchas las inquietudes y los interrogantes aún sin responder. A menudo, acatan la autoridad de sus padres y vuelven a su cuarto mirando al suelo, sin rechistar. Pero en su interior se fraguan preguntas que nunca se atreven a realizar: ¿Por qué yo…?

Hay muchas preguntas que los adolescentes no se atreven a realizar. En algunas cuestiones se trata de dar tiempo al tiempo. Pero muchas veces tendremos que ser nosotros los que lancemos un anzuelo a nuestros hijos, directamente o con indirectas. Es muy conveniente que esos temas de conversación en los que andan un poco perdidos y necesitan orientación salgan a la luz y no cristalicen, aunque no tengan excesiva importancia.

5 preguntas que los adolescentes prefieren no realizar

1.  ¿Por qué tengo que estudiar matemáticas?

«… si lo mío son las letras? El otro día me pusieron un 9 y ya me vi hecho un ingeniero. Y hoy, ¡toma!, un dos. Integral de 3X2+2X-3… ¡A la porra! Voy a dejar las mates. Lo mío va a ser Filología Clásica».

A esta edad pueden darse malos resultados en cualquier asignatura, por despistes, falta de previsión, etc. A veces, pueden acumularse unas cuantas malas notas y pierden totalmente la esperanza de aprobar a final de curso esta asignatura. Por decirlo con frase deportiva, se tira la toalla. La vida es un deporte, y hay que superarse siempre.

Preguntas que los adolescentes no se atreven a realizar

En los cursos en los que se encuentran hay que estudiar de todo, para formar su inteligencia, y así elegir la opción más adecuada en el futuro. Aunque tengan decidido que quieren ser filólogos clásicos, tendrían una formación poco completa sin los rudimentos de las matemáticas y de la lógica de esta materia.

Habrá que escuchar sus comentarios y sacarlo de vez en cuando en la conversación. Habrá que darle ánimos, ofrecerle nuestra ayuda e infundir esperanza. Además, un poco de exigencia resultaría aconsejable, sobre todo a la hora de demostrarles que en esta vida nada se consigue sin esfuerzo y hacer lo que no nos gusta tiene un doble valor, pues fortalece la voluntad además de la inteligencia.

2.  ¿Por qué no me dejan volver a la misma hora que…?

«Mi hermano llega super tarde. Y a mí, a las once en casa. Todos mis amigos se quedan alucinados cuando les digo que me tengo que ir. Seguro que a Miguel no le pasa eso».

Es posible que, si tiene hermanos mayores, desee emular las actuaciones de los que le preceden, sobre todo porque los mayores, ya se sabe, van siempre de avanzadilla, en primera línea. Y el resto sólo tienen que ponerse detrás y dejarse llevar. Pero nuestra actuación y nuestras decisiones no han de estar influidas por el grado de responsabilidad del mayor, sino del que se esté ganando cada hijo en concreto.

Para ello, habrá que aprovechar una de sus preguntas de los viernes o los sábados para entablar una conversación y hacerles ver que la hora de llegada ha de ir retardándose con la edad, ya que el desarrollo de su libertad y de su responsabilidad va también en aumento con los años. Cada uno tiene su propia hora y no se trata de un agravio ni de un castigo por el hecho de ser un adolescente.

3.   ¿Cuánto ganarán papá y mamá?

«A lo mejor me he pasado pidiendo pasta para los viernes y por eso se quedaron a hacer horas extra el fin de semana. Bueno, paso, prefiero no preocuparme. No vaya a ser que cierren el grifo».

Nuestro hijo no es consciente en ocasiones de cómo marcha la economía familiar. Por eso, puede hacerle falta «caerse del guindo». A lo mejor no tiene ni idea de los años que tardamos en comprar el piso y las exigencias que nos supuso; quizá no sepa nada de ese crédito que aún tenemos pendiente.

Aunque nuestra economía marche bien, habrá que aprovechar las peticiones de dinero del chico o la chica para hacerle saber que no se puede malgastar lo que se consigue con muchas horas de trabajo y, por consiguiente, ser a veces cerebral a la hora de realizar gastos. Habrá que hacer consciente a nuestro hijo o hija, mostrándoles los gastos que tenemos, de que no ganamos tanto como para que vaya por ahí haciendo gastos absurdos, frívolos o caprichosos.

4. ¿Por qué no puedo ir a ver esa película?

«Si ya soy mayor… Mis padres es que viven en el pasado y no se enteran de lo que está de moda. Son unos carcas. A lo mejor me dejan ver «¡Qué bello es vivir!» estas Navidades…».

El cine y la televisión son medios de comunicación. En ellos se ofrece una determinada imagen de la vida, de la sociedad. En definitiva, un estilo de vida que puede no ir acorde con los modelos educativos más acertados.

Hay películas inconvenientes que son perjudiciales para ellos. Habrá que conocer qué película van a ver y explicarles con calma los reparos que ofrece si consideramos que no debería verla. A veces habrá que hacer valer nuestra autoridad si nos hemos enterado de que la película es claramente desedificante.

5. ¿Por qué tengo que ayudar en casa?

«Mi hermano… ¡que se las arregle él solito, como hice yo! Estoy harto: Javi, ayúdale con las matemáticas; Javi, ayúdale a guardar su ropa; Javi, sacad juntos el lavaplatos… ¡Uf, qué agotador!».

A veces deseará disfrutar de un merecido descanso y ayudar a su hermano pequeño no le resultará lo más agradable. No dejemos pasar la oportunidad de una de sus negativas para explicarle la importancia de las relaciones familiares y de cumplir los deberes familiares de cada uno.

Un buen modo será preguntarles que quieren ser en el futuro. Descubriremos que tiene sus afanes nobles. Por eso hemos de plantearle que su hermano menor también ha de llegar lejos. Y con el paso de los años estará orgulloso de ver que su hermano pequeño ha llegado lejos, en parte gracias a él.

Consejos para contestar a esas preguntas

1.  Ya les llegará el momento de decidir entre ciencias o letras o elegir una carrera o profesión. Pero para prepararse para esa decisión han de seguir apostando por todo hasta que les llegue el momento de decantarse.

2.  A medida que pasen los años irá retrasándose la hora de llegada de nuestro hijo. Pero mientras tanto, hemos de mantener la misma línea de conducta conforme los otros hijos vayan pasando por distintas edades. Si nos descuidamos con el mayor, los siguientes exigirán el mismo trato a esa edad.

3.  Aunque no es bueno que los chicos se obsesionen con el dinero, habrá que ir demostrándoles lo que cuesta la vida, y animarles a ahorrar, por ejemplo, en casa: con la luz, el agua, el teléfono, etc. A veces puede ser interesante mostrar algunas facturas que nos lleguen con cara de agobio, para que nuestros hijos se den cuenta de lo que cuesta ganarse el pan.

4.  Habrá que estar atentos a la programación televisiva que ven nuestros hijos. Lo mejor para ello será que nosotros mismos seamos responsables en este tema: cambiar de canal por la aparición de escenas inconvenientes es mucho más útil que enviar a los hijos a la cama.

5.  Una gran ayuda a la hora de exigir a nuestros hijos que ayuden a sus hermanos pequeños, será predicar con el ejemplo. Si somos nosotros los primeros en ayudar a los pequeños en las tareas del colegio, por ejemplo, será mucho más fácil hacer responsables a los mayores de sacar adelante la familia.

Aprovechemos cualquier ocasión en la que salga, aunque sea indirectamente, alguno de estos temas para charlar tranquilamente con nuestro hijo. Es preferible no hacerlo en caliente, para no provocar enfados: esperemos a que se haya calmado la situación y nuestro hijo esté contento por cualquier motivo para volver a coger el hilo de lo que antes habíamos sentenciado con rotundidad, dándole una vuelta y así poder razonarlo de manera que lo entienda con claridad.

Gonzalo Niederleytner

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