Nuestros hijos crecen y van saliendo más con sus amigos. La intranquilidad que supone no tenerlos cerca, hace que los padres terminen comprando un móvil a su hijo. Un teléfono móvil puede ser de gran utilidad a la hora de sentirnos más seguros al tenerlos localizados a todas horas, pero frente al control que nos aporta, lo importante es saber comunicarnos con nuestros hijos.
Ya casi la mitad de los menores entre 6 y 11 años lleva un teléfono móvil en el bolsillo. Las razones por la que los padres terminan comprando un móvil a sus hijos y a edades cada vez más tempranas, se basan en la seguridad, alivio y control que les aporta. ¿Dónde estás? y ¿Con quién? Son preguntas que deben de estar resueltas antes de que haya cruzado la puerta de casa. Lo importante es basarse en una buena comunicación con los jóvenes y que el uso del teléfono móvil se centre a solo casos de emergencia.
Cómo educar en el uso del teléfono móvil
– No se recomienda comprar un móvil antes de los 12 años. La edad aconsejada está entre los 14 y 16 años, momento que coincide con la etapa social del adolescente por excelencia.
– Limitar el uso. En general es aconsejable que los menores solo utilicen el móvil con un único fin, el estar en contacto con sus padres en casos de emergencia.
– Responsabilidad. Los niños deben de ser capaces de controlar las llamadas y el gasto del móvil.
– Fijar horas y lugares sin móvil. Parte de la educación sobre el uso del móvil se basa en este punto. Los niños han de comprender que hay momentos en lo que no se puede usar el teléfono: en la mesa mientras se come, en clase… Esto ayudará a que no desarrollen dependencia de la tecnología.
– Conocer los riesgos. Debe comprender que nunca debe dar su número a personas desconocidas ni hablar con ellos.
Cómo deben actuar los padres
– Abrir un auténtico dialogo. Es importante conocer a los hijos, saber de sus amistades, sobre a qué dedican su tiempo de ocio y saber enfocar los aspectos de su vida que nos puedan llegar a crear preocupación.
– Debemos poner atención y preocuparnos a partir de la serenidad, la objetividad y la sana preocupación por la vida de los hijos. No existen una relación entre el ocio nocturno y las situaciones graves de peligro.
– Es fundamental que no haya fracturas entre su vida familiar y la del resto de actividades. Es decir, es importante crear relación entre la familia y amigos y que se sienta a gusto. Debe de estar abierta nuestra casa para conocer a sus amistades y que pueda sentir que puede contar con la familia cuando quiera.
– Es vital fundamentar nuestra relación con los hijos en la confianza, desterrar la ingenuidad, hacerles comprender que pueden contar con nosotros y estar seguros de pueden llamarnos sin temor a que nos enfademos.
Noelia de Santiago Monteserín