Los adolescentes necesitan reafirmar su independencia respecto a sus progenitores. Se encuentran en la última etapa antes de convertirse en personas adultas, para lo cual antes deben lograr un equilibrio entre libertad y responsabilidad.
Por esto mismo, los padres les debemos corregir y guiar, a pesar de que en ocasiones sientan que les seguimos tratando como a niños.
Las tensiones o tiranteces que surgen entonces entre padres e hijos adolescentes tienen su origen en la falta de equilibrio entre la libertad (la búsqueda de su independencia) y la responsabilidad. Por esto debemos hacer hincapié en que asuman sus responsabilidades.
La clave que hay que recordar es la siguiente: no tomarlo nunca como algo personal. Es difícil, porque parecen «irracionales» y nosotros -adultos- reaccionamos naturalmente con enfado o irritación ante la descortesía y la rudeza de sus modales.
Pero es importante cultivar una perspectiva un tanto distante (sin llegar a parecer que nos despreocupamos de los hijos) y permanecer tan serenos e impertérritos como nos sea posible, capeando las provocaciones con paciencia y ecuanimidad. Las discusiones a gritos no resuelven nada.
Sin embargo, también puede ocurrir que cuando nos acuse un hijo de que le tratamos como a un niño tenga algo de razón.
Es recomendable que, antes de enfadarnos, examinemos si le estamos sobreprotegiendo y no le dejamos hacer cosas propias de su edad: salir con los amigos con un horario distinto al de los hermanos pequeños, hacer gestiones que pueda resolver por sí mismo, dejarle que se mueva en trasporte público, que compre su ropa aunque se equivoque, pues todas estas cosas también le enseñan y le ayudan a madurar.
Por eso, si nuestro hijo nos pide que le consideremos como a un adulto, vamos a intentarlo. Para ello, hay que hablarles y razonarles como a tales y darles responsabilidades acordes con su edad. Que se ponga el despertador para ir al colegio en lugar de llamarle nosotros por las mañanas, que haga la lista de la compra con lo que vaya faltando, que coja una cita médica, etc.
Si va gestionando bien todos estos asuntos podremos concederle más libertad en otros ámbitos: llegar de vez en cuando un poco más tarde a casa, organizar una fiesta con su pandilla, conectarse algo más de tiempo a Tuenti un sábado, irse al cine con sus amigos, quedarse a dormir en casa de un conocido, etc.