Las pandillas no se improvisan. Desde pequeños debemos ir viendo el tipo de amigos que tienen nuestros hijos. Pero a medida que crecen aparecen nuevos amigos o desaparecen otros que lo eran desde siempre. Con la llegada de otros chicos y chicas a su pandilla, es bueno hablar con los hijos y ayudarles a reflexionar si éstos «tiran» del grupo hacia arriba o les animan, por el contrario, a hacer cosas poco recomendables.
Debemos animarles a que no dejen de lado los criterios aprendidos hasta el momento en casa, por un «aborregamiento» frente al resto. Conocer a los padres de los amigos de nuestros hijos, para poder triangular con ellos y desactivar el famoso «a todos los demás les dejan» es una estrategia que os puede ayuda en determinados momentos.
Los amigos de los adolescentes
Puede que algunos chavales nos gusten menos de lo esperado, pero debemos ser sinceros en nuestros juicios. Hay razones objetivas que nos indican que nos les convienen: por sus malos hábitos nocturnos, porque sabemos que consumen drogas, porque son niños que mienten a sus familias con asiduidad para acudir a planes prohibidos, porque suelen hacer pellas, etc. Otras razones son más subjetivas y quizá debamos pasarlas por alto: porque no nos gusta su manera de vestir, porque lleva un piercing, porque una madre nos ha «advertido» que es del grupo de los «frikis» de clase, etc.
En cualquier caso, nunca debemos hablarles mal de su pandilla de amigos, aunque sí deben tener claro cuando no aprobamos ciertas actitudes de éstos. Si es necesario, en ocasiones tendremos que prohibirles acudir a citas o fiestas en las que con seguridad se pondrán en circunstancias comprometedoras para ellos. La pregunta ante la nueva pandilla tendría que ser: «Tu pandilla: ¿Te diluye, aborrega, somete y te plantea incógnitas?, o ¿te enriquece, reafirma, libera y soluciona problemas?». En la respuesta descubriremos juntos si vamos bien encaminados.
Lo que nunca debemos decir o hacer a los adolescentes
1. Frases que son mentira: «Me matas», «Eres un desastre», «No confío en ti», «¡Qué vergüenza!».
2. Amenazar con castigos del estilo: «Te quedas todo el año sin salir» o «Nunca más irás a tal sitio».
3. Poner verde a sus amigos.
4. Ser madre o padre no significa ser un coleguita.
5. Lo que nunca debemos callar
– Que los hijos tengan claro el criterio de los padres sobre temas que les interesan como: drogas, sexo, alcohol, trato prematuro con chicas o con chicos poco recomendables…
– Que esos criterios no tengan la categoría de «sermón» que se les emite semanalmente con toda seriedad y circunspección, sin inflexiones en la voz.
– Que nuestras opiniones se dejen caer con ocasión de una conversación ad hoc, de manera indirecta.
– Qué sepan nuestros hijos qué pensamos porque, aunque parezca que no escuchan, lo cierto es que siempre se sitúan en el marco de referencia que sus padres les han dado en casa.
– Frases que manifiesten nuestro cariño, confianza, aceptación: «Sé libre, no sumiso y borrego», «Da y recibe, no seas parásito mimado», «Diviértete, no te alienes: tolerante no colérico y violento ecológico, no alcohol, drogas y sexo» y «Sé solidario, no egoísta».
Consejos para hablar con tu hijo adolescente
– En cuanto vuestro hijo comience con la movida, debéis reforzar la educación para que sea él mismo y, si es el único que no va, no hace y no compra…, pues no pasa nada.
– Hablad sobre la diversidad de ser hombre o mujer: debe comprender que «el ambiente» no actúa igual sobre un chico que sobre una chica. No desconfiamos de ellos, sino de la actitud del entorno frente a éstos: los riesgos que asume una adolescente sola por la noche, nunca serán los mismos que los de un chaval. Es importante saber negociar sus salidas nocturnas.
– ¿Vuestro hijo cree que el alcohol, la droga o el sexo… son elementos de diversión? Según sus respuestas, estaréis en condiciones de darle mayor o menor libertad a la hora de salir.
– ¿Se ha planteado cómo actuaría si se encontrara con pandillas violentas? Debéis aconsejarle que no se haga «el gallito» y que una retirada a tiempo siempre es más inteligente.
– Si estrena pandilla y el comportamiento en casa cambia podréis valorar si le está ayudando, o no, a mejorar en virtudes como: generosidad, solidaridad, alegría, optimismo y deportividad. Este es un buen termómetro para saber si le convienen los nuevos amigos.
– El objetivo es la mejora personal de los hijos, por lo tanto, es necesario conocer a los otros padres y hablar con ellos, porque indirectamente son agentes educativos o deseducativos de nuestros adolescentes.
Si le pilláis en una situación «comprometida» siempre debéis ayudarle, no sermonearle. Primero comprensión, «A mí también me pasó, nadie es perfecto, de todo podemos sacar una enseñanza, etc.». Más tarde o al día siguiente, sentaros y hablad más profundamente: por qué ha llegado a esta situación, que imagen ha dado frente a sus amigos, cómo puede perjudicarle para su salud o frente a su futuro, cómo se siente él, etc. Por último, manifestadle que le habéis perdonado de corazón, aunque eso no quite vuestro disgusto o el sentiros defraudados.
Ana Aznar
Asesor: Manuel Feria. Orientador familiar.
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