El porcentaje de estudiantes que hacen novillos o faltan a clase sistemáticamente en España llega hasta el 28 por ciento, según datos que ha cifrado la OCDE. La mayoría acostumbran a ser chavales de secundaria, y muchas veces -aunque no siempre-, son hijos de familias en situación vulnerable o residentes en entornos desfavorecidos.
También aquí hay diferencias entre ricos y pobres, ya que el porcentaje de alumnos absentistas pobres llega hasta el 37 por ciento, mientras que este porcentaje se queda en el 19 por ciento entre los que pertenecen a familias con mayor poder adquisitivo.
Las soluciones para evitar el absentismo escolar entre adolescentes no resultan nada fáciles, pues que un hijo falte a clase casi por sistema significa una actitud negativa profunda acerca del colegio, del estudio, etc. Respecto a una falta esporádica nunca debemos dejarla pasar pensando que es menos importante, porque nuestro hijo se encuentra en un equilibrio inestable: o las compañías le llevan a ir dejando de estudiar progresivamente, o atajamos el problema; y éste necesita del concurso simultáneo de padres y profesores.
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Es entonces cuando llega el momento en el que se hace necesaria una conversación tranquila y sosegada con el adolescente. No es un plato de gusto para nadie, pues resulta más cómodo callarse, disimular, olvidar, «mirar para otro lado»… que pasar el mal trago de hablarles claro. Pero, como afirma la psicóloga Alejandra Vallejo-Nágera, «más dolor ocasiona un padre blando, inconstante, que no sirve de guía. Me refiero a ese tipo que enseguida se rinde, porque educar bien resulta cansado».
Tres actitudes de los padres cuando hace pellas o novillos
– Pensar que «No es para tanto; pobre hijo», por un paternalismo mal entendido que nos lleva a creer que nuestra tarea consiste en evitarles contrariedades, cuando de lo que se trata es de educar una persona libre y responsable.
– Creer que «Si le echo un sermón, perderé su confianza», olvidando que nuestros hijos necesitan y esperan nuestra autoridad.
– Actuar como nos corresponde: informarnos bien sobre lo sucedido y hablar con nuestro hijo, recordando que a pesar de ser los dueños de las excusas, lo importante es escucharle, hacerle pensar y tomar una actitud en consecuencia a su comportamiento.
Temas para hablar cuando el adolescente falta a clase
Algunas ideas que podemos trasmitirle para que reflexione son:
– Por respeto a tus padres y profesores no puedes comportarte como un «bebé» haciendo que todo el mundo esté constantemente pendiente de ti.
– Si hay hermanos menores o primos le explicaremos que debe pensar sobre el ejemplo que da a los más pequeños y su responsabilidad sobre ellos.
– También hay que ayudarle a interiorizar el sentido de la justicia, pues su obligación es estudiar al igual que la de los padres trabajar y educar a sus hijos.
– Y, sobre todo, hablarle mucho de la cuestión de la confianza que tenemos depositada sobre él, si falta a ésta nos crea -a los padres- un sentimiento de intranquilidad y motivos reales para desconfiar de él, en esta y otras cuestiones.
Todas estas conversaciones son oportunidades para inculcar en nuestros hijos el amor a la justicia, al compromiso, al buen uso de la libertad y a la confianza mutua. Hay que hacerle ver que faltar a clase no es una simple aventura que no incumbe a nadie, sino que provoca una decepción en los padres y en uno mismo, aludiendo a su autoestima y al hecho de que una persona tan valiosa como él no debe permitirse estos comportamientos. Y siempre dejar la puerta abierta para que hable con nosotros, para darle nuevas oportunidades de recomenzar, aunque sea la enésima vez que lo intenta.
Consejos para actuar cuando hace novillos o falta a clase
– No se trata de vigilarles, pero tampoco podemos dar poca importancia a este tema; siempre podemos estar atentos a los indicios: un no presentado o no evaluado en las notas, ver a algunos de sus amigos habituales por la calle en horas de clase, comentarios de conocidos que le vieron en el parque, etc.
– Si sólo ha hecho novillos una o dos veces, de forma esporádica, hay que atajar la situación con firmeza. No son importantes, pero hay que apelar a su responsabilidad; puede ser además un buen momento para mantener una charla.
– Acude a un psicólogo si se dan síntomas de agresividad, mentiras crónicas, carácter explosivo e impredecible, alteraciones de sueño, etc., porque pueden ser señales de alarma de un posible trastorno físico o psíquico.
– Motiva con el éxito personal. Si se siente frustrado en el colegio, podemos proporcionarle oportunidades de lograr éxito en otros campos (deportes, aficiones, etc.) que le ayuden a mejorar.
– Muestra interés por los asuntos escolares, no sólo cuando existen problemas. Es necesario, a veces, saber dedicar unos pocos minutos al volver del trabajo para hablar con ellos.
– Mantén buenas relaciones con el colegio, estate atento a las observaciones de los profesores y participa en las actividades educativas que organicen. Aunque no siempre resultará fácil.
– Si se trata de novillos habituales, hay que plantearse los verdaderos motivos por los que ocurren. En algún caso quizá debamos optar por una alternativa al estudio como son los módulos de FP, las escuelas técnicas o, simplemente, comenzar a trabajar. En otros casos, la soluciones serán distintas, pero siempre debemos involucrar e ilusionar a nuestro hijo en el proyecto personal de su vida.
Ana Aznar
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