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Cómo entienden su libertad los adolescentes

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Se sienten mayores, demandan más libertad, pero aún están inmaduros para usarla responsablemente. Piden a gritos que confíen en ellos, desean librase de ciertas ataduras y buscan ser dueños de sus propias decisiones. ¿Cómo podemos los padres llegar a entender para qué quieren más libertad? Y sobre todo, ¿para qué la van a usar?

Una característica de los adolescentes es creerse en posesión de la verdad, que pueden hacer lo que les da la gana. Esta rebeldía se acentúa con frecuencia en las vacaciones, cuando reclaman más libertad para decidir por sí mismos lo que quieren hacer: salir, vestir como quieran, vaguear, no estar atado a nada, divertirse y excederse.

¿Qué significa ser libre para un adolescente?

Juan Manuel Burgos en su libro Antropología, una guía para la existencia, señala que la libertad sugiere independencia, apertura, autonomía, capacidad de elección, poder, querer, amor, voluntad. Soy libre cuando elijo y cuando puedo elegir. Bien es verdad que en muchas ocasiones, la elección de los adolescentes no es la misma que la decisión de sus padres. Ante esta tesitura, padres e hijos deben buscar y encontrar un equilibrio entre lo que el adolescente quiere hacer, quiere elegir  y los padres pueden permitirle, siempre buscando su bien.

La libertad es pues apertura, abrirse e interaccionar con el mundo y es también elección. Pero es mucho más que esto. «La libertad es la capacidad que tiene la persona de disponer de sí misma y de decidir su destino a través de sus acciones. Este es el núcleo de la libertad»,  (Karol Wojtyla).

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El poder de la libertad y las consecuencias en los adolescentes

Los adolescentes disfrutan con la libertad recién estrenada. Son conscientes de su mayor autodominio, de su independencia interior. Cuestionan las normas y valores impuestos por sus padres, por el colegio, por la sociedad. Quieren pensar y decidir por ellos mismos. Y su  autoafirmación es necesaria y esencial en esta etapa de la vida. El problema surge cuando sus ansias de independencia chocan con el «no» de sus padres.

Es entonces cuando debemos reflexionar con nuestro hijo sobre el poder de la libertad y sus consecuencias. Poder ¿para hacer qué?, ¿con qué fin o en beneficio de quién? James B. Stenson en su libro, Cómo tratar a los adolescentes, afirma que «la libertad, que significa poder, debe ser dirigida por la responsabilidad, es decir, por una consideración ética sobre cómo el uso de ese poder afecta a los derechos de otras personas».

Los adolescentes actuales se encuentran de la noche a la mañana con «mucha libertad y poder» a su alcance: más libertad de movimientos para ir y venir donde les plazca, poder económico, la posibilidad del uso y el abuso del alcohol y de otras drogas, la facultad de tener relaciones sexuales sin el compromiso de procrear, etc. Por eso, el adolescente debe aprender a hacer un buen uso de su libertad con responsabilidad, conociendo las consecuencias de sus elecciones y actuaciones. Es decir, hay que entender la libertad no sólo en función de sus propios derechos, sino también, de los correspondientes deberes.

La identidad personal en los adolescentes

Para formar a nuestros hijos adolescentes en el buen uso de su libertad, deben tomar conciencia que las elecciones conforman nuestra identidad personal. Están en el momento idóneo para ir determinando qué clase de persona quieren ser, su proyecto de vida. Ese es el camino que recorrerán gracias a la libertad.

Juan Manuel Burgos explica el sentido de elegir: «Elegir un acto u otro significa apostar, correr un riesgo. Nadie me asegura que mis elecciones son adecuadas o correctas… Por eso, el uso de la libertad está siempre ligado a la felicidad o a la frustración en la medida en que me acerco o me alejo de mi proyecto vital».

Consejos para el uso responsable de la libertad en los adolescentes

1.  Confianza. Déjale libertad para que te cuente con tranquilidad lo que piensa, opina, quiere hacer. No reacciones con sorpresa ante posibles rebeldías. En las conversaciones, escúchale sin imponer. Dale oportunidades, lógicas y razonadas, para ir usando su libertad ante determinados planes.

2.   Paciencia. Le habéis prohibido algo porque creéis que no está maduro todavía para asumir esa responsabilidad. Decirle que tenga paciencia y que dentro de unos años podrá responder por sí mismo. Negarle algo o decirle que no,  le ayudará a superar posteriormente otras dificultades.

3.  Responsabilidad. La libertad se conquista con actos responsables. Si uno está en Babia todo el día, no cumple sus encargos, se pasa una hora probándose ropa, ha sacado malas notas por engancharse demasiado al Messenger, etc., demuestra que todavía no es lo suficientemente maduro para usar su libertad a su antojo y por lo tanto, necesita orden y disciplina.

4.  Asertividad. Uno es más libre en tanto en cuanto tenga más capacidad de entrega hacia los demás y se preocupe de su enriquecimiento personal. También, cuando tiene la capacidad de decir que «no» a sus amigos porque va contra su libertad interior, sus ideas.

Aprender de los errores

Ha venido más tarde de la hora acordada. Ha hecho mal uso de su libertad. Que sirva como experiencia, como precaución para saber cómo actuar la próxima vez. Debe reparar su mala actuación con alguna muestra de responsabilidad en otra tarea, pero no hagáis un mundo de ello. Los errores le harán más libre. Que no se quede con la idea que habéis perdido toda su confianza.

Marta Santín

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