Sólo piensa en sí mismo, en lo que le apetece, en su comodidad, en si le tienen en cuenta o no. Siempre quiere salirse con la suya y tener la última palabra. ¿Cuántos padres, desesperados, no saben tratar a sus hijos egocéntricos y egoístas? No hay que olvidar que son características propias de la adolescencia, se quieren autoafirmar.
La dificultad está en comprender estos cambios y establecer unos límites, motivarles para que salgan de ellos mismos y ayudarles a encajar las frustraciones.
El adolescente que crece sin límites, haciendo lo que él quiere, sin llevarle la contraria, salvándole siempre a él y dejando por ejemplo a un profesor en evidencia, o protegiéndole en exceso frente a amigos que no «le bailan el agua», sería un adolescente débil, sin haberle ayudado a enfrentarse a ninguna frustración, inmaduro, con incapacidad para superar el dolor, los disgustos y otras inclemencias de la vida. El dolor siempre ayuda a madurar. Deben pasar por saber que es la decepción de amigos, la rabia por no hacer el plan que él quería, la poca paciencia porque las cosas no salen bien, y deben saber qué se siente aparcando sus opiniones o sus planes por aceptar una opinión o plan de los demás.
Encauzar al adolescente egocéntrico
¿Cómo convencer a un adolescente que pensar solo en sí mismo, sin aceptar gustos, opiniones y consejos de los demás no le va a hacer más feliz? Según Maite Mijancos, directora del Instituto Europeo de Estudios de la Educación, no es una tarea demasiado difícil, porque también la adolescencia tiene algo a su favor: es la edad de los grandes ideales, amor a la justicia social, ayuda a los demás (fuera de su familia), y además, el adolescente necesita sentirse querido y admirado. Por esta razón, todos los planes que fomenten esta solidaridad, son buenos para ayudarle a pasar una buena adolescencia, la experiencia de muchos chicos de hoy lo ratifica.
El adolescente no se interesa por nada
Ayúdale a que caiga en la cuenta de las veces que pregunta a los demás qué tal le ha ido el día, o cómo es su actitud de escucha sobre lo que le dicen sus padres, hermanos, profesores y amigos.
Saca partido de su egocentrismo. Pide su opinión en decisiones que se tomen en la familia o incluso en las cosas más superfluas.
Siempre quiere tener la última palabra y rebatir la de los padres
Los padres deben distinguir entre falta de respeto y deseo de manifestar su opinión. Las humillaciones o poco respeto hacia los padres nunca se debe consentir. Se le puede corregir privándole, por ejemplo, de conversaciones amistosas con vosotros y fomentando que pida perdón cuando se equivoque. Debe aprender a dar su opinión en un tono cordial, tranquilo, no impertinente y respetuoso.
Siempre va a lo suyo, pero ¿en qué?
Tu hijo debe saber exactamente en qué cosas piensa más en él mismo que en los demás: si se las ingenia para conseguir que siempre se haga el plan que él quiere; si continuamente hay que recordarle sus tareas y responsabilidades en el hogar; si continuamente pide y pide sin tener en cuentas las necesidades familiares, etc.
Un modo eficaz para que salga de sí mismo y tenga en cuenta a los demás es animarle a que realice una actividad concreta, continúa y comprometida de voluntariado en sentido amplio. Vale tanto dar clases de apoyo a niños marginados, acompañar periódicamente a niños o ancianos enfermos, como ayudar desinteresadamente a un compañero en las matemáticas, por ejemplo, u otra materia que se le de bien.
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