Cenar regularmente con la familia contribuye a una buena salud mental en los adolescentes, tal y como ha evidenciado una investigación realizada por la Universidad de Queen (Canadá) y publicada por la revista «Journal of Adolescent Health».
En concreto, este trabajo demuestra que los intercambios sociales que se producen durante la alimentación nocturna provocan bienestar en los menores, «independientemente de si éstos tienen confianza o no para hablar con sus padres». Así lo confirma uno de los autores del estudio y miembro de este centro universitario canadiense, el profesor Frank Elgar McGill.
A su juicio, cenar con el resto de miembros de la familia «está relacionado con un menor número de problemas emocionales y de conducta, así como con mayores sensaciones de confianza y utilidad hacia los demás». Estos eventos provocan «una mayor satisfacción con la vida», resume.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han examinado la relación entre la frecuencia de las cenas familiares y los aspectos positivos y negativos de la salud mental en 26.069 adolescentes de entre 11 y 15 años. Tras ello, han constatado que éstas provocan estos buenos efectos «sin importar el género, la edad o la riqueza familiar».
Por último, los expertos señalan que las cenas familiares son buenas oportunidades «para que los padres interactúen con sus hijos y les enseñen buenas conductas nutricionales». Además, son útiles para «permitir a los adolescentes expresar sus preocupaciones y hacer que se sientan valorados», concluye Elgar McGill.