Tanto la sociedad como los padres dedicamos mucho esfuerzo para proteger a los hijos. Ponemos vallas de seguridad alrededor de las piscinas cuando son pequeños; les obligamos a ponerse el casco cuando montan en bicicleta; les decimos que tengan cuidado de los extraños, que eviten las malas compañías… Nos gastamos una fortuna en sus estudios, en su salud… Sin embargo, en ocasiones dedicamos poco tiempo a una educación para evitar las drogas y quizá haya algunos indicios en nuestra casa que debemos tener en cuenta.
El uso y abuso de drogas como el alcohol, los porros o las pastillas puede ser, en potencia, la actividad más destructiva en la que puedan verse envueltos nuestros hijos adolescentes. En diversos lugares, la mayor parte de los accidentes de tráfico y de los delitos relacionados con los adolescentes y jóvenes tienen que ver con las drogas.
Alteración de funciones con el consumo de drogas
Droga es cualquier sustancia que, una vez introducida en el organismo a través de distintas vías (esnifada, inyectada, fumada o tragada), tiene capacidad para alterar o modificar las funciones corporales, las sensaciones, el estado de ánimo o las percepciones sensoriales (vista, oído, tacto, gusto, olfato).
Existen muchas clases de drogas. Algunas son legales como el alcohol, el tabaco o los fármacos; otras son ilegales como el hachís, la marihuana, la cocaína, la heroína… Todas las drogas presentan un denominador común: al ingerirlas -sea cual sea la forma- pasan a la sangre y, a través de ella, al cerebro y a todo el organismo, provocando los diferentes efectos que las caracterizan: excitar, relajar o distorsionar la realidad.
Como se comprueba en los últimos estudios, la edad en la que se comienza a experimentar con las drogas cada vez es más temprana; en algunos lugares, chicos de ocho años ya son población de riesgo. Las drogas cada vez son más accesibles, al alcance casi de cualquiera, existe una amplia variedad y su potencia se ha incrementado.
Signos y riesgos del consumo de drogas
Si pensamos en un adolescente, con sus frustraciones, tensiones y altibajos, nos será más fácil imaginar lo que pueden sentir cuando se les ofrece una sustancia que ingerida o inhalada, hará desaparecer todos sus problemas. Las tentaciones son considerables.
Rara vez un hijo con problemas va a plantarse en medio de la sala de estar a decir: «Papá, mamá, tengo un problema, me emborracho con frecuencia y el otro día casi tomo una pastilla en la disco». Y si les preguntamos directamente, lo más seguro es que lo nieguen enfadados o se revuelvan ante la menor sugerencia. Es más fácil mentir a los padres que alterar la tranquila vida familiar, y muchos padres, por este mismo motivo -ahogando incluso sus intuiciones- también tienen la tentación de creerles, volviéndose ciegos a los indicios más obvios.
Para algunos padres, el momento de la verdad les cae como un jarro de agua fría. Puede ser que todo el entramado de mentiras que había construido nuestro hijo acabe cayendo por su propio peso, o que seamos testigos casuales de una de sus borracheras, o, peor, que tengamos noticia de su comportamiento a través de la policía. Por eso, si sabemos qué buscar, incluso el adolescente más astuto no será capaz de esconder las evidencias que nos hagan descubrir la verdad.
Cambios en los adolescentes cuando consumen drogas
Las pistas podrían significar indicios de consumo drogas, sobre todo, cuando se produce una combinación de varias:
Cambios de comportamiento en los adolescentes
– Miente con frecuencia; cubre una mentira con otra.
– Utiliza algún tipo de violencia física o verbal.
– Se comporta con secreteos; por ejemplo, se va de casa sin que le vean, o pone excusas sobre dónde va o dónde ha estado.
– Cambios inesperados y exagerados en su actitud.
– Se aísla en su habitación durante largos periodos de tiempo, algo que no solía hacer antes.
– Manipula a los padres, enfrentando a uno contra el otro.
– Lleva gafas de sol fuera de los momentos apropiados.
– Comete pequeños hurtos en tiendas, o desaparece dinero misteriosamente en casa u objetos que se pueden vender fácilmente (como CDs); también en casa de sus amigos.
– Hace llamadas telefónicas extrañas o con secretismo.
– Pierde el respeto a los valores y tradiciones de la familia, y siente indiferencia hacia otros miembros de la familia.
Cambios en los adolescentes relacionados con el colegio y el consumo de drogas
– Una bajada acusada de las notas, ya sea gradual o repentina.
– Trabaja por debajo de sus capacidades.
– Pierde el respeto y se enfrenta a los profesores y a las reglas del colegio.
– Se muestra poco atento en clase.
– Hace novillos; llegan avisos del colegio, etc.
Cambios físicos en los adolescentes relacionados con el consumo de drogas
– Comienza a tener hábitos de sueño y de comida erráticos.
– Pierde peso de manera sorprendente, o lo gana.
– Comienza a hablar de forma pastosa.
– Tiene quemaduras en las manos o en la ropa.
– Se sorbe la nariz con frecuencia, y le gotea la nariz o tiene los ojos llorosos; le cuesta vencer los resfriados y las infecciones.
Cambios mentales y emocionales relacionados con el consumo de drogas
– Tiene estallidos emocionales y rápidos cambios de humor.
– Responde con vaguedad sobre sus compañías y dónde ha pasado el tiempo.
– Tiene un sentido del tiempo distorsionado.
– Pierde la memoria de corto plazo.
– Su periodo de atención se hace más corto.
– Muestra una sensibilidad exagerada hacia sí mismo; pero se muestra insensible hacia lo de los demás.
– Tiene dificultad para concentrarse en una sola tarea.
– Guarda resentimientos poco razonables.
Cambios sociales en los adolescentes relacionados con el consumo de drogas
– Cambia su grupo de amigos, y muestra poco interés hacia los viejos amigos.
– Tiene problemas con las figuras de autoridad y con la ley.
– Parece que tiene dinero, pero no tiene trabajo.
– Si tiene trabajo, parece que siempre necesita más dinero.
En todo caso, las alarmas deberían sonar con toda su fuerza si alguna vez encontramos, escondidos con torpeza, objetos como: pipas, bolsas de plástico, papeles de fumar, semillas, tallos, cuchillas de afeitar, espejos, cucharas o cuchillos ennegrecidos, pequeños botes, pequeños infiernillos, un olor extraño a humo en la ropa, etc. Todos ellos son indicadores de un posible consumo de drogas.
Ricardo Regidor
Asesor: Documentos de la FAD y Trevor Grice, director de The Life Education Trust.
Más información en el libro Ladrones de cerebros. Auotres: Tom Scott y Trevor Grice. Editorial Palabra.
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