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Asertividad: cómo decir no

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Decir que no puede ser una opción saludable para aliviar el estrés del día a día en el trabajo, la familia y las relaciones con los amigos. El miedo a defraudar las expectativas generadas, querer agradar a todos y sentirnos culpables por situaciones ajenas a nosotros, pueden complicar algo tan sencillo como la asertividad: cómo decir no y ser conscientes de que todo el mundo tiene sus limitaciones.

Como regla general hay que tener en cuenta que el número de peticiones que recibimos a diario y que merece la pena asumir no tiende a disminuir, sino más bien todo lo contrario. No se puede sumar más tiempo a las 24 horas que tiene el día.

Razones a considerar para decir que no:

No es necesariamente egoísmo. Cuando se dice que no a un nuevo compromiso se está dando valor a las obligaciones existentes y se asegura poder dedicarte a ellas empleando tiempo de calidad.

Abre nuevas oportunidades. Sólo porque siempre has ayudado a preparar determinada celebración laboral o familiar no significa que vayas a tener que hacerlo siempre. Decir que no te proporciona tiempo para dedicar a otros intereses.

No es saludable decir que sí a todo. La sobrecarga y el estrés excesivo producen decaimiento y abren la puerta a las enfermedades.

Al aceptar los otros se desentienden. Cuando se dice que no se abre la puerta a que los demás puedan participar. Quizás no hagan las cosas como nos gustaría, pero de igual forma estarán bien hechas.

Cuándo decir que no

Algunas veces es muy difícil determinar qué actividades merecen nuestro tiempo y atención. Las siguientes estrategias permiten evaluar las obligaciones y oportunidades que se presentan:

Centrarse en lo más importante. Es útil examinar nuestras obligaciones y prioridades antes de realizar nuevos compromisos. Antes de aceptar hay que examinar si el nuevo compromiso es importante para nosotros. Si es algo que se considera vital, adelante, pero si no es así, hay que dejarlo estar.

Sopesar la cantidad de estrés que se asume cuando se dice que sí. Hay que tener en cuenta si es un compromiso a corto o largo plazo, si supondrá algo más de estrés en un momento concreto o añadirá tensión al día a día durante un tiempo. Ante un compromiso de este tipo no se debería decir que sí si supone meses de estrés añadido. En vez de ello, es mejor encontrar la forma de echar una mano de forma puntual.

Elimina la culpabilidad de la ecuación. No hay que decir que sí a peticiones que se declinarían si no estuviera de por medio la culpabilidad o la obligación. Haciéndolo de esta forma probablemente el estrés aumentará y el resentimiento jugará también un importante papel en las relaciones.

Consúltalo con la almohada. Antes de responder, es preferible reservar un día para pensar sobre la petición y cómo encaja entre los compromisos ya existentes. Si hay que tomar una decisión rápida, al menos hay que dedicar unos momentos para pensar sobre el tema antes de contestar.

Cómo decir que no

Es fácil decir una palabra como ‘No’, pero decir NO a alguien no es tan fácil. Habrá ocasiones en las que no será fácil de decir. Aquí exponemos algunas cosas que hay que tener en mente cuando se decide presentar una negativa:

El poder del ‘no’: hay que emplearlo sin miedo. Hay que tener cuidado y no hacerlo junto a frases sustitutivas como ‘No estoy seguro’ o ‘No creo que pueda’. Esto puede ser interpretado como que más tarde podrías decir que sí.

Brevedad: está bien señalar la razón para rehusar la petición pero no se aconseja desarrollar el tema. Esto supone evitar justificaciones o explicaciones elaboradas.

Honestidad: no hay que fabricar razones para evitar la obligación. La verdad es siempre la mejor forma de rechazar a un amigo, familiar o colega de trabajo.

Respeto: muchas buenas causas están por llegar y puede ser difícil rechazarlas. Felicitar el esfuerzo del equipo a la vez que se comunica que no es posible realizar un nuevo compromiso muestra que existe respeto por lo que están tratando de conseguir los otros.

Firmeza: en ocasiones es necesario rechazar una petición varias veces antes de que la otra persona acepte la respuesta. Cuando esto sucede, hay que mostrar firmeza y volver a decir que no de forma tranquila, con o sin el razonamiento original, según sea el caso.

No será fácil si lo acostumbrado es decir que sí todo el tiempo, pero es una parte importante para simplificar nuestra vida y manejar el estrés. La práctica convertirá en cada vez más sencillo este saludable gesto de decir que no, cuando asumir un exceso de tareas o atribuciones puede conducir a un camino sin retorno para nuestra salud mental y física.

Isabel Martínez

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