El alcohol disminuye el sentido de responsabilidad, nos hace más imprudentes y puede elevar la agresividad. La mayoría de los chicos y chicas que beben alcohol lo hacen porque les ayuda a relacionarse con los demás, o lo utilizan para celebrar los momentos alegres o superar los tristes.
Los niños y los adolescentes absorben el alcohol más rápidamente que los adultos y sus hígados lo metabolizan con menos eficacia. Los propios adolescentes reconocen que no beben de manera social, como lo hacen los adultos normalmente, sino para cogerse el puntillo o emborracharse.
Beber alcohol, la atracción por lo prohibido
La adolescencia y preadolescencia es el tiempo en el cual la persona crece y se desarrolla física, psicológica, emocional y socialmente. Es un periodo dinámico de renovación y de continuos cambios, una auténtica revolución hormonal y una tormenta de sentimientos contradictorios. Está considerada como una etapa emocional y nutricional inestable, con fuerte atracción por lo que se considera prohibido, peligroso y susceptible de riesgo. La vulnerabilidad psíquica del adolescente es muy influenciable por los medios de comunicación sobre las tendencias, las modas, la música, las dietas, las bebidas refrescantes o alcohólicas, que inciden en las pautas de conducta, nutricionales y de comportamiento de estilo de vida.
El alcohol y las relaciones sociales
La mayoría de los chicos y chicas que beben alcohol en las fiestas o botellón, y lo hacen porque les ayuda a relacionarse con los demás, o lo utilizan para celebrar los momentos alegres o superar los tristes. Cuando uno se intoxica con el alcohol resulta evidente para todos, incluso si se empeña a gritos en asegurar que él no está borracho. Eso no se sostiene a la mañana siguiente, cuando se sufre un terrible dolor de cabeza, se tiene los ojos inyectados en sangre, con sudores, náuseas, temblores, pérdidas de memoria y los síntomas extremos del efecto diurético del alcohol.
Al contrario de otras drogas como la marihuana y el LSD, el alcohol tiene la virtud de proporcionarnos numerosas señales del daño que está provocando. Inicialmente, el alcohol puede hacer del mundo un lugar mejor; tras un rato, sin embargo, los efectos sedantes le ganan la batalla a los estimulantes y los efectos placenteros se cancelan.
Un síntoma de envenenamiento: la resaca
El acetaldehído es un veneno. Actúa como irritante celular y en altas concentraciones causa daño, vertiéndose en la corriente sanguínea y viajando al cerebro, donde interfiere con los aminoácidos del cerebro que actúan como neurotransmisores. Los variados síntomas del envenenamiento por acetaldehído se conocen por todos como resaca. Un envenenamiento persistente por esta sustancia hace que las células del hígado funcionen pobremente: algunas mueren y se reemplazan con grasa y fibra. Esto es la cirrosis del hígado.
Los estudios más recientes sobre el efecto del alcohol muestran que con el tiempo, el etanol reduce la actividad metabólica del cerebro. Deprime directamente las neuronas del centro respiratorio en el tronco encefálico, reduciendo la toma de oxígeno y haciendo la respiración menos eficiente. Cuando los niveles de oxígeno en sangre se empobrecen progresivamente, la primera etapa es la euforia. Después llega la sedación, la somnolencia, el sueño, la insensibilidad, el coma y, en ocasiones, la muerte. Como disminuye el sentido de responsabilidad, nos hace más imprudentes y puede elevar la agresividad; la intoxicación es potencialmente una amenaza para la vida, especialmente cuando entra en juego con la testosterona, la hormona masculina de la agresividad.
Otros efectos del alcohol
1. Lento funcionamiento del sistema nervioso central. El alcohol es un depresivo, lo que significa que hace más lento el funcionamiento del sistema nervioso central. En realidad, bloquea algunos de los mensajes que intentan llegar al cerebro, alterando las percepciones, las emociones, los movimientos, la vista y el oído de una persona. El alcohol reduce nuestro tiempo de reacción entre un 10% y un 30%. Lo que ocurre es sencillamente que los mensajes tardan más tiempo en llegar de nuestros ojos al cerebro. El procesamiento de la información se hace más difícil y las órdenes a los músculos no circulan tan rápido. Además, reduce la capacidad para hacer dos o más tareas a la vez y la capacidad de ver los objetos distantes.
2. La visión nocturna puede reducirse en un 25% y es posible que se produzca visión borrosa, visión doble o que se pierda la visión periférica. Por otro lado, el alcohol hace que tengamos un falso sentido de seguridad, de sobre confianza y de que todo está controlado, por lo que la gente bebida es la que se pone en más riesgo. Los jóvenes también tienen una menor tolerancia al alcohol, con lo que la curva de riesgo se agudiza enormemente cuando se bebe más de la cuenta.
3. Aumenta las posibilidades de engordar. Asimismo, los adolescentes que beben también tienen más probabilidades de engordar o padecer problemas de salud. Un estudio realizado por la Universidad de Washington reveló que las personas que consumían normalmente cinco o más bebidas alcohólicas, una detrás de la otra, desde los 13 años, eran más propensas al sobrepeso o a la hipertensión a la edad de 24 años, que aquellas que no bebían alcohol. Las personas que continúan bebiendo mucho alcohol durante la edad adulta corren el riesgo de dañar órganos tales como el hígado, el corazón o el cerebro.
El alcohol afecta más a las mujeres
El alcohol tiene una masa molecular baja. Se disuelve fácilmente en agua, pero menos en la grasa. Una vez que se consume, el alcohol se distribuye por todo el agua del cuerpo. Las mujeres, que tienen menos masa muscular y más tejido adiposo que los hombres, tienen menos agua en el cuerpo para disolver el alcohol, por lo que queda en la corriente sanguínea en más altas concentraciones que las que tendría un hombre del mismo peso.
Una asociación médica británica mostró que una jarra de cerveza eleva el nivel de alcohol en sangre hasta un mínimo de 60 mg. en los hombres, pero hasta por encima de 135 mg. en las mujeres. Cuando se ingiere oralmente, se absorbe rápidamente dentro de la corriente sanguínea desde el estómago y el intestino delgado y viaja directamente al hígado, donde la mayor parte se descompone en acetaldehído. Si se toman seis bebidas en una hora, una de ellas se convierte en acetaldehído en el hígado, mientras que las otras cinco chapotearán como etanol en la sangre.
Ana Aznar
Asesor: Fundación Alcohol y Sociedad
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