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Adolescentes, cómo tratarlos cuando se convierten en adultos

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Son muchos los jóvenes españoles entre 20 y 30 años que aún continúan dependiendo de sus padres. Entre que consiguen terminar la carrera, encontrar un trabajo o asentar su nueva vida profesional, el hogar familiar continuará protegiéndolos como siempre. Pero la situación ya no es la misma.

Y es que esta generación de jóvenes ha de enfrentarse a unas carreras interminables y a una fuerte competencia laboral en un presente en el que las ofertas de trabajo no proliferan precisamente. Por tanto, muchos padres se plantean que hacer con sus hijos adolescentes, cómo tratarlos cuando se convierten en adultos.

Cuando algunas asignaturas se convierten en agujeros negros, o cuando ese curriculum tan concienzudamente elaborado no logra convencer, cunde entre ellos un cierto sentimiento de frustración. No sólo no les dejan echar a volar, sino que aún deberán depender en todo -vivienda, ocio…- del bolsillo de los padres durante una buena temporada.

Si esta actitud no es contrarrestada dentro del hogar y, por el contrario, allí se le presiona aún más por esos exámenes que no aprueba o porque no consigue un empleo… la situación puede acabar afectando seriamente a la convivencia y a la comunicación familiar.

Adolescentes en casa: de adulto a adulto

En estas circunstancias, los padres debemos tener presente que nuestro hijo ya no es un joven inmaduro, sino un adulto. Resultaría absurdo, además de contraproducente, presionar a un chico de 25 años para que estudie un examen. Lo propio, dada su edad, no es darle consignas, sino hablar de tú a tú, en un nivel de adultos, para que sea consciente de lo que se espera de él.

Así como pondremos empeño en demostrarle que no le falta el apoyo de su familia mientras lo necesite, y que las puertas de casa siempre estarán abiertas para él, tampoco podemos ocultarle que esta situación no puede ser eterna, y que ha de poner todo de su parte para que concluya.
Es fundamental que tanto él como nosotros consideremos la situación como pasajera, pero también como una valiosa oportunidad para aprender a convivir en la tolerancia y el respeto entre dos generaciones de adultos.

Mientras las cosas toman el cauce adecuado, sin embargo, será  muy positivo que nos planteemos una serie de puntos en el que debemos  variar el trato dentro de casa con el hijo adulto.

Hablar y dialogar con los hijos adolescentes

En una familia en la que se han cuidado siempre los canales de comunicación entre padres e hijos, será  fácil que se mantenga este flujo. En cualquier caso, hay puntos que los padres debemos cuidar con más esmero o desde una nueva perspectiva, como el respeto a la intimidad, libertad, trato diferente, delegar, dinero…

Poco a poco, los padres tendremos que acostumbrarnos a buscar momentos en los que estar solos con nuestro hijo mayor, para hablar con él de sus cosas, sus proyectos, sus aspiraciones… Abrir los oídos a un hijo que ya es adulto puede causar más de un sobresalto y algún dolor, pero siempre es preferible, al menos, saber qué se cuece en su vida.

Por duro que resulte, llegado este momento tendremos de admitir, sea cual sea, la visión que nuestro hijo tenga de la vida, sus ideas, etc. Quizá  no sean las que tratamos de inculcarle, pero ahora sólo cabe respetárselas, como a un adulto que es, aunque siempre podremos hablar con él en profundidad para analizar qué le ha llevado a pensar así y ver cómo podemos ayudarle, si es el caso.
En todo caso, sí podremos exigirle que, delante de sus hermanos, omita apreciaciones contrarias a la educación que desean dar a estos. Debe aceptar que la educación de los hijos menores es objetivo prioritario en el hogar.

Otra forma de respetar su intimidad será  el trato que se le dé, invitándole a que cuente sus cosas y lo que hace fuera de casa, pero sin exigirle nunca explicaciones que, como es lógico, resultan muy incómodas cuando son obligadas. Caer en este error tan común puede llevar a que el chico mienta o se enfrente a sus padres, negando toda información.

Conversaciones sin tabúes con los hijos adolescentes

Lograr un clima de confianza en el que pueda volcar todo lo que bulle en su cabeza puede resultar tremendamente complicado a veces, sobre todo porque habrá que buscar la manera de hablar de ciertos temas, como esas oposiciones que no «salen», el paro… que le impiden ser autónomo.
Los tabúes en casa no son buenos, porque impiden localizar los problemas, tan sólo los esconden y acaban por agravarlos.

Para que la comunicación tenga frutos, tan importante será escucharle con atención, como saber hacerle ver por qué creen que esto o aquello no lo está  haciendo bien o que se está  equivocando.
Si se siente escuchado y respetado, reflexionará  las razones que le demos sus padres. Si nos ven desinteresados, o que aún le tomamos por un niño, es probable que renuncie a tratarnos y actúe como si viviera en una pensión.

Teresa Pereda

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