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Adolescentes obesos: adultos ancianos y enfermos

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Los malos hábitos alimenticios, el sedentarismo (demasiadas horas frente al televisor o el ordenador), la poca atención que algunos padres otorgan a la alimentación de sus hijos debido a su ajetreada vida laboral, el tabaco y consumo de sustancias, etc., son algunas de las principales causas de la cada vez más extendida obesidad juvenil en nuestro país.

En España, uno de cada cuatro varones y una de cada cinco mujeres adolescentes presenta sobrepeso. Además, tras Reino Unido, somos el segundo país europeo con mayor número de niños obesos. Debido a la obesidad, dos de cada diez adolescentes españoles presenta factores de riesgo cardiovascular.

El exceso de grasa en la adolescencia

La obesidad se define como un exceso en la proporción de grasa corporal, que en los adultos y jóvenes se mide con el índice de masa corporal (IMC), que es un buen predictor de desarrollo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por enfermedad coronaria.
Generalmente, un niño no se considera obeso hasta que pesa por lo menos un 10 por ciento más que el peso recomendado para su estatura y tipo de cuerpo. La obesidad comúnmente comienza en la infancia entre las edades de 5 a 6 años y durante la adolescencia. Los estudios han demostrado que el niño que es obeso entre los 10 y 13 años tiene un 80% de posibilidades de convertirse en un adulto obeso.

¿Cómo calcular nuestro índice de masa corporal?



Según el consenso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), un valor IMC igual o superior a 30 es determinante de obesidad. La fórmula para conocer el IMC es la siguiente:

IMC = Peso/(altura)2

Ejemplo: Una mujer con los siguientes datos:
65 kilos / 1,68 x 1,68 = 23,03
Si el índice de masa corporal es inferior a 20, significa que estamos bajos de peso.
Si el IMC es de 20 a 24, quiere decir que estamos en el peso adecuado, normal.
En el caso de la obesidad el índice varía en si se trata de un hombre o de una mujer, así:
– Varones = 25 – 29,9 kg/m2
– Mujeres = 24 – 28,9 kg/m2

Causas y riesgos de la obesidad en niños y adolescentes

La obesidad en los niños y adolescentes puede estar relacionada con:

1.  Malos hábitos alimenticios (dietas ricas en grasas saturadas, con exceso de bollería industrial, etc)
2.  Falta de ejercicio.
3.  Historial de obesidad en la familia.
4.  Enfermedades médicas (problemas endocrinológicos o neurológicos).
5.  Medicamentos (esteroides y algunos medicamentos psiquiátricos).
6.  Cambios en la vida que les causan mucho estrés (separaciones, divorcio, mudanzas, muertes, abuso).
7. Baja autoestima.
8.  Depresión u otros problemas emocionales.
9.  Comer demasiado y perder la capacidad para parar.

Hay muchos riesgos y complicaciones de salud debidos a la obesidad, por ejemplo:

1.  Aumento en el riesgo de enfermedades del corazón.
2.  Alta presión de la sangre.
3. Diabetes.
4.  Problemas emocionales y autoestima baja.
5.  Problemas al respirar.
6.  Dificultades al dormir.

Aumentar la actividad física

La primera medida que se debe tomar es la de asistir a un especialista, el médico estudiará la posibilidad de que se trate de una causa física, lo que requerirá un tratamiento específico. En ausencia de un desorden físico, la única manera de perder peso es reduciendo el número de calorías que se comen y aumentando el nivel de actividad física del niño o adolescente. La pérdida de peso duradera sólo puede ocurrir cuando hay motivación. En muchas, ocasiones la obesidad afecta a más de un miembro de la familia, en estos casos es necesario que toda la familia tome conciencia del problema y propongan medidas conjuntas haciendo de la comida y el ejercicio una actividad familiar.

Consejos para adolescentes obesos

– Desarrollar un programa de control del peso.
– Educar al adolescente y a la familia.
– Detectar conductas alimenticias patológicas y tratarlas, promoviendo una alimentación saludable.
– Cambiar los hábitos de comer (respetar los horarios, comer despacio, desarrollar una rutina)
– Planificar las comidas y hacer una mejor selección de los alimentos (comer menos alimentos grasos y evitar los alimentos de poco valor nutritivo)
– Controlar las porciones y consumir menos calorías
–  Aumentar la actividad física
–  Hacer las comidas en familia en vez de estar viendo la televisión.

¿Qué comer para que nuestra dieta sea saludable?

La nutricionista Yolanda Sanz recomienda:

1. Llevar un horario regular en las comidas y no saltarse ninguna de las tres comidas principales: desayuno, comida y cena.
2. Tomar todos los días verduras y/o ensaladas en el almuerzo y en la cena.
3. Comer fruta fresca a diario: una o dos piezas de fruta son suficientes.
4. Aumentar el consumo de legumbres durante la semana.
5. Aumentar el consumo de pescado al menos a tres veces a la semana. Procurando que, al menos, una de ellas el pescado sea «azul».
6. Aumentar el consumo de cereales integrales: pan, pasta, arroz.
7. Beber entre 1 y 2 litros de agua al día.
8. Utilizar un buen aceite de oliva para cocinar y aliñar los alimentos.
9. Mantener una actividad física suave y regular.
10. No abusar de las conservas, platos precocinados, embutidos y grasas animales en general.
11. Disminuir el consumo de sal.
12. Dedicar unas horas a la semana a realizar una actividad que te guste y te relaje: pasear, leer, ir al teatro, a bailar, montar en bicicleta. Si cuidas tu mente, también cuidarás tu cuerpo.

Alicia Gutiérrez Lacalle
Asesoramiento: Yolanda Sanz, nutricionista

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