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Movilización Alcohol y Menores, el decálogo para luchar contra esta adicción

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Un decálogo para pelear contra el alcohol.

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La sociedad actual se enfrenta a numerosos retos. Batallas que se deben ganar para asegurar el correcto desarrollo de las nuevas generaciones. Un ejemplo es la pelea que se mantiene día tras día contra el consumo de alcohol en los jóvenes, un problema que concierne a todos los miembros de la población y que merece la atención de todos para hacer entender los riesgos de la ingesta de estas bebidas.

Ante la persistencia de este problema en la sociedad, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, FAD, ha puesto en marcha la Movilización Alcohol y Menores. Un decálogo para luchar contra esta adicción en muchos jóvenes que en primer lugar pretende hacer entender a los padres a lo que en realidad se enfrentan sus hijos, y por otro brindar herramientas efectivas con las que conseguir evitar este problema.

Decálogo contra el alcohol

Pese a todas las campañas lanzadas contra el consumo de alcohol, este se mantiene. ¿Por qué? Desde FAD se aporta un decálogo con el que entender esta situación y a través del que tratar de pelear contra este peligro desde una nueva perspectiva más eficaz:

1. Alcohol, fenómeno cultural problemático y complejo. El consumo de alcohol, que tiene una indudable presencia en nuestra cultura, se integra íntimamente la forma de relacionarse y de interactuar, construyendo un espacio común. Este problemas es el los más habitual y grave de los originados por el uso de productos psicoactivos y no pueden ser minimizados, y menos negados, basándose en esa presencia cultural.

2. Especialmente problemático en adolescentes. Un problema muy habitual de esta convivencia con el alcohol es el consumo del adolescente, por la gravedad que la intoxicación alcohólica supone para sus organismos en desarrollo y por la dificultad para manejar riesgos que se da en esa etapa evolutiva. Una grave influencia para el futuro, individual y social, de una persona puede tener la consolidación de unos hábitos que van a afectar a todo su futuro y proyecto vital.

3. Problema del que todos somos partícipes. Esta situación debe ser enfrentada por todos los miembros de la sociedad. La población adolescente no funciona al margen del resto.. Sus disfunciones y desajustes, potencialidades y dificultades, para lo bueno y para lo malo, se correlacionan con las del conjunto de la sociedad y tienen que ser abordadas desde esa perspectiva. Los adolescentes no pueden ser tratados como segregados.

4. Conducta problemática con sentidos que debemos entender. Para dar respuesta a este problema, hay que entender cómo funciona un adolescente, qué la lógica aplica sus conductas, por irracionales que parezcan en una primera aproximación. Esto no supone pasividad ni tolerancia, sino una condición para la intervención preventiva, educativa y de proximidad.

5. Conducta integrada en la sociedad. Las conductas desajustadas de la población adolescente no se relacionan con patologías personales ni mucho menos en el colectivo; tampoco son sólo producto de los reajustes emocionales de esa fase de la vida. De forma más compleja, se correlacionan con los hábitos de la población adulta, con los valores sociales dominantes, con las imágenes identitarias que ven en los medios de comunicación, con la dimensión ideológica y emocional del contexto social, con el espacio y el papel que la sociedad adulta otorga a esos jóvenes.



6. Medidas legales y de control necesarias, pero insuficientes. En el intento de anticiparse a los problemas, las medidas normativas y de control son necesarias pero se demuestran insuficientes. Son necesarias porque una sociedad compleja precisa de normas preventivas que contribuyan a la protección del bien común y de los colectivos más vulnerables; y porque, además, tienen una dimensión educativa y ejemplarizante.

7. Intervención multidimensional necesaria. Este problema hay que abordarlo en toda su extensión. No se puede negar las necesidades de comunicación e interacción, de búsqueda de un espacio propio de la población adolescente, pero los adultos deben preocuparse por los valores que se transmiten, que se enseñan y de los que deben dar ejemplo.

8. Responsabilidad de toda la sociedad, sin estigmatizar al menor. Hay que apelar al al cumplimiento de las normas y mantener una vigilancia protectora que las administraciones públicas deben ejecutar. Por su parte, las familias han de enseñar autonomía y responsabilidad, libertad y compromiso. Los medios de comunicación no deben cultivar la ambigüedad y evitar mostrar el exceso alcohólico festivo

Es importante que no se criminalice al colectivo de menores que consumen, así como a sus familias. Sólo desde una responsabilidad compartida se afrontarán de forma adecuada los consumos de alcohol realizados por menores.

9. Necesidad de contar con la diversidad de situaciones en la población adolescente. Es importante que la intervención sobre el problema del consumo de alcohol tenga en cuenta la diversidad de situaciones. Hay que actuar contando con la variedad de contextos en los que se desenvuelve la población menor.

10. Compromiso de las entidades que se movilizan. Todos los entes que se comprometen en esta lucha deben desvelar la complejidad de las razones para poder abordar mejor los riesgos; ayudar a las familias a cumplir mejor su tarea con sus hijos e hijas; mejorar los recursos educativos del personal docente; apoyar el desarrollo de una sociedad y una ciudadanía más libre, más comprometida y solidaria; contribuir a la movilización de voluntades en un proyecto común; involucrando a la población menor como sujeto activo de nuestras acciones.

Damián Montero

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