Amanece y en lugar de un «buenos días«, el adolescente devuelve un gruñido acompañado de una mueca de disgusto que indica que no se ha tomado a bien este saludo. Durante el desayuno tampoco mejora la cosa y la actitud del joven es la de alguien malhumorado, un comportamiento que se alarga durante el resto de la jornada y que en ocasiones sólo se soluciona el fin de semana.
¿Qué le ocurre a este adolescente? ¿Se ha hecho algo mal que lo haya enfadado o le ocurre algo que no nos quiere decir? La respuesta puede ser más sencilla de lo que parece a priori: el joven no duerme bien por las noches y es esta falta de sueño la que le provoca este mal humor.
Vida nocturna de los adolescentes
Un estudio del área de sueño del Hospital Universitario de Boston desvela que este mal humor causado por la falta de sueño nace de la vida nocturna que realizan muchos adolescentes. A pesar de que muchos dicen ‘buenas noches‘ al llegar a su cuarto no se van a dormir sino que siguen activos de muchas formas: ven una película en sus ordenadores, se quedan hablando con sus amigos a través de los smartphones, juegan a videojuegos, etc.
Toda esta actividad causa en ellos una rutina que en muchas ocasiones provoca que el cuerpo se adapte a estos ritmos de vida. Una vez que el organismo se ha adaptado a este horario de actividad nocturna, al adolescente le es difícil dormirse aunque quiera por la noche ya que no está acostumbrado a ello. En última instancia esto causa que el joven apenas descanse por la falta de conciliación del sueño y lo temprano que suena el despertador para ir al instituto.
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Cambios en el sueño del adolescente
No solo la actividad nocturna provoca que el adolescente tenga difícil conciliar el sueño por la noche. También los cambios que atraviesa el organismo a estas edades dan este resultado: «Debido a cambios en el ritmo circadiano, el reloj interno del cuerpo, que coinciden con la pubertad, la mayoría de adolescentes no pueden dormirse mucho antes de las 11 p.m., por tanto su hora de despertarse por la mañana debería ser alrededor de las 8 a.m., para permitirles tener tanto una cantidad como un horario de sueño óptimos», explica la doctora Judith Owens, líder del estudio que ha dado pie a esta conclusión.
Un estudio en el que se realizó una encuesta online a más de 2.000 estudiantes de 12 a 17 años en Virginia. En este cuestionario se preguntó a los participantes cuánto tiempo dormían, si tenían sueño durante el día, a qué hora se levantaban por la mañana y si eran noctámbulos o madrugadores. Los investigadores también profundizaron en la conducta emocional y las habilidades de pensamiento, así como otras afecciones de salud mental.
Los investigadores encontraron que alrededor de un 22% de los adolescentes dormían menos de siete horas en las noches previas al instituto. Algo que afectaba a su ritmo de vida ya que al no haber descansado lo suficiente, sentían sueño y cansancio durante la jornada educativa, con lo cual no podían rendir del todo bien.
Inculcar la higiene de sueño
Para evitar estos problemas de sueño en los jóvenes, se hace necesario inculcar una buena higiene de sueño en los adolescentes para que descansen las horas de sueño. Estos son algunos métodos para conseguirlo:
– Horarios regulares. Nunca hay que alterar la rutina de sueño. Siempre es recomendable acostarse a la misma hora y cuantas menos alteraciones mejor.
– La cama para dormir. En la cama se duerme, no se lee, no se ven películas ni mucho menos se habla por el móvil. Cuando el adolescente se marche a su cuarto por la noche, ha de ser para conciliar el sueño.
– Nada de excitaciones. Lo mejor es evitar cualquier actividad que despierte al organismo. Siempre es recomendable que antes de dormir toda la familia se siente a charlar en el sofá para hablar de su día en lugar de ver una película o una serie.
– Cuidado con las cenas. Se recomienda una cena ligera para evitar largas digestiones durante la noche. Del mismo modo se deben evitar bebidas azucaradas y que contengan cafeína. Tomar agua siempre es lo mejor.
Damián Montero
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