La carrera de fondo que comienzan al acabar secundaria les exige en bachillerato un esprint final que a muchos jóvenes les genera un gran estrés. Y es que la etapa de bachillerato está caracterizada por una gran presión en los alumnos, debido al ritmo tan exigente que deben llevar para lograr unos buenos resultados que les facilite el acceso a las diferentes carreras profesionales que quieran estudiar.
Los profesores se ven en la obligación de transmitir muchos contenidos en un tiempo muy limitado para cumplir en currículo. Esto les provoca un estrés que, en muchas ocasiones, transmiten a los alumnos, teniendo la sensación de que no les da tiempo de asimilar la materia dada en clase cada día y que, por lo tanto, se les va acumulando.
A su vez, en paralelo a tratar de aprender la materia, deben pensar qué es lo que quieren estudiar y, por lo tanto, qué quieren ser en su vida. Muchos jóvenes sufren una gran presión por este tema, puesto que no tienen claro a qué les gustaría dedicarse, o se dan cuenta que preferirían estudiar algo concreto, pero el camino que han elegido previamente, en cuanto a asignaturas o tipo de bachillerato, no ha sido el adecuado para esos estudios que ahora se inclinan a realizar. Esto les genera, no solo ansiedad, sino también emociones de desilusión o incluso desmotivación. Por este motivo, es necesario hacer un buen trabajo previo al bachiller en la elección de la ruta de estudios que se va a llevar a cabo.
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Presiones del bachillerato y sus consecuencias
Por otro lado, en bachillerato, muchos estudiantes que tienen claro lo que quieren estudiar se ven altamente presionados por la nota que deben alcanzar para poder entrar en la carrera profesional que desean.Todas estas presiones que experimentan los jóvenes en esta etapa tan breve pueden acarrearles consecuencias importantes a tener en cuenta:
– Nerviosismo permanente: muchos jóvenes están diariamente nerviosos, no pueden dormir bien, no logran desconectar, tienen la sensación de que deben estar todo el día estudiando porque, si no es así, no lograrán su objetivo y, por lo tanto, el día que no estudian al ritmo exigido se siente culpables y su nerviosismo aumenta.
– Dejan sus hobbies y actividades para focalizar su tiempo y esfuerzo en los estudios: necesitan centrarse completamente en los estudios porque, de lo contrario, tienen la sensación de que no van a llegar.
– Psico-somatización del estrés: todo este estrés puede llegar a provocarles una serie de consecuencias muy peligrosas para su equilibrio emocional y físico, a la vez que pueden dificultar un buen rendimiento académico.
Algunas de las manifestaciones pueden ser las siguientes:
1. Aspectos físicos:
– Palpitaciones.
– Pérdida o subida de peso desproporcionada.
– Pérdida de pelo.
– Problemas en la piel.
– Agotamiento.
2. Aspectos cognitivos:
– Falta de concentración.
– Dificultad para la comprensión de contenidos.
– Pérdida de memoria.
3. Aspectos emocionales:
– Desmotivación.
– Sentimientos de incapacidad.
– Ganas de abandono.
– Tristeza, desánimo, hastío.
– Bloqueo.
Consejos para reducir el estrés que genera el bachillerato
Para lograr reducir el estrés o evitar llegar a padecer los síntomas anteriormente comentados sería conveniente tener en cuenta las siguientes pautas:
– Pedir ayuda profesional al orientador del colegio u otro profesional de la materia para decidir qué estudiar, dónde se puede estudiar y qué implica. Eliminar la incertidumbre reduce significativamente el estrés.
– Ayudar a los jóvenes a hacer una buena planificación del estudio. Algunos son capaces de organizarse muy bien ellos solos, pero muchas veces, debido al estrés se bloquean y precisan de ayuda externa para ello.
– Mentalizarse de la importancia de la constancia en esta etapa y que no se puede dejar todo para el final, ya que es una carrera de fondo que implica esfuerzo diario.
– Buscar ayuda para aquellas materias que puedan resultar más complicadas o que generen más inseguridad: a veces hay estudiantes que pretenden sacarlo ellos solos o no quieren pedir ayuda, pero esto les implica un desgaste muy grande, pudiendo economizar sus fuerzas para el estudio si cuentan con la ayuda de una persona externa que les asista con la comprensión de la materia.
– Contar con ciertos momentos diarios que permitan desconectar y cargar pilas: disfrutar de algún hobby, aunque sea en un tiempo más limitado, realizar técnicas de relajación, estar en compañía de personas que ayuden a desconectar y no hablar constantemente de los estudios.
– Aprender a no escuchar información que pueda ser perjudicial o que aumente su nivel de estrés. Cada uno tiene que saber en la etapa en la que se encuentra y las medidas que ha adoptado para lograr superar dicha etapa con éxito. Deberá centrarse en estas últimas, dejando de lado todo lo externo que pueda escuchar porque no dejarán de ser generalidades, que, probablemente, no resultarán positivas para él.
En definitiva, en esta etapa los estudiantes requieren de una gran ayuda y orientación. A pesar, de que ya son mucho más maduros y autónomos, necesitan un acompañamiento del adulto para una buena planificación y toma de decisiones acertadas. Y este asesoramiento, en ocasiones, debe ser por parte de un profesional, aunque los padres también formen parte muy importante del acompañamiento.
María Campo. Asesora Pedagógica de Eduka&Nature
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