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La exposición al tabaco en niños aumenta el riesgo de que se vuelvan adictos

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Crecer junto a fumadores hace más probable la adicción
Foto: ISTOCK Ampliar foto

La amenaza de la adicción al tabaco no siempre llega desde fuera del hogar, en ocasiones también sucede que los más pequeños de la casa tienen contacto con estos productos a través de sus familiares. De hecho un estudio realizado por la Asociación Americana del Corazón demuestra que aquellos niños que tienen una temprana exposición a estos artículos, tienen una mayor probabilidad de desarrollar una adicción.

El ejemplo es la clave

Los padres fumadores tienen una alta probabilidad de educar hijos con el mismo problema. Que un niño vea desde pequeño que el cigarrillo es un producto que usan habitualmente los adultos hará que crezca viendo al tabaco como algo que no tiene riesgo alguno y que es atractivo porque lo usan los mayores.

De esta forma habrá más posibilidades de que los hijos acepten un cigarrillo cuando se le ofrezca en su círculo de amigos en la adolescencia. En este punto los investigadores alertan de que en muchas ocasiones los adultos entienden que en el único entorno peligroso para los adolescentes es el de su grupo de conocidos y olvidan que ellos son el primer ejemplo que tienen los más pequeños.

El entorno familiar del adolescente tiene un papel muy importante en la prevención del consumo de tabaco por parte de estos. La actitud que mantengan los padres ante este tipo de productos y la adicción al tabaco también influye en el futuro de los niños ya que un ambiente sin humo en casa y la vigilancia de los progenitores ante el tabaquismo de sus hijos son factores que les protegen de esta enfermedad.



Fumadores pasivos

Fumar delante de los niños hace que estos se conviertan en consumidores pasivos de este tipo de productos. Aunque no sean ellos los que consumen el cigarrillo, sus pulmones y corazón también se resienten por culpa del humo que emiten estos artículos y que también está cargado de elementos nocivos y tóxicos que incrementa la probabilidad de que desarrollen una enfermedad.

«Se ha demostrado que si ambos progenitores son fumadores, la edad de los vasos sanguíneos de sus hijos es 3,3 años mayor que la que debiera tener cuando estos son adultos, causando daños irreversibles en la estructura de las arterias de los niños. También se incrementa en un 40 % la probabilidad de fibrilación auricular en los expuestos al humo durante el embarazo y las malformaciones cardiacas», explica el doctor Eugenio e la Cruz.

Convertir a los hijos en fumadores pasivos también repercute en otros problemas de salud más inmediatos. Tos y respiración dificultosa, bronquitis, otitis media, asma, neumonía, infecciones del tracto respiratorio potencialmente graves, problemas visuales y auditivos; son sólo algunos de estas afecciones. A ellos hay que sumar otros riesgos como por ejemplo el de incendio derivado de los descuidos con el cigarrillo.

Damián Montero

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