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Empatizar con los adolescentes: cuando su propuesta es inadmisible

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Cuando un adolescente plantea una propuesta que los padres consideran no adecuada, o que incluso supone un riesgo inadmisible, es el momento clave para poder entablar una conversación con él en un lenguaje que sepa entender y con las formas adecuadas para que reciban ese «no» sin sentirse agredidos.

Las pautas están basadas en la idea de la escucha activa. Déjale que te lo cuenten. Muéstrate comunicativo con tu hijo e intenta entender sentimientos que le está generando antes de contestar un no rotundo. Explícale por qué le dices que no y ofrécele otros puntos de vista que le resulten atrayentes y le sirvan como modelo. De esta manera, no se sentirá rechazado de primeras y servirá para que entienda por qué no os parecía bien lo que el proponía.

Están en una etapa de aprendizaje y necesitan experimentar. Son muchas las propuestas que los adolescentes hacen y que no gustan a los padres o no les parecen adecuadas. Hay que evitar el «no» constante de modo que es bueno reservarlo para aquellas propuestas que nos parezcan inadmisibles.

La comunicación es la clave con los adolescentes

Frente al momento en que hay que darle un «no» rotundo, la comunicación vuelve a ser la clave. Permítele y pídele que te aporte otra alternativa. Propónsela tú si él no la ve y mantente dispuesto a aceptarla siempre que la decisión tomada sea de menor riesgo o más oportuna que la que tu hijo proponía inicialmente, incluso aunque no sea la que tú deseabas. Buscar soluciones consensuadas resultará de gran ayuda para que el adolescente en esta etapa se sienta parte integrada del núcleo familiar y no un «incomprendido».

La familia es la primera y más importante escuela donde aprendemos a comunicarnos. En ella establecemos normas de comunicación mediante las que los integrantes aprenderán a cumplir para el entendimiento y la buena armonía familiar así como para satisfacer las necesidades de todos los miembros.

De ahí la importancia en tener una buena educación con los hijos sobre todo en esa etapa «difícil» como es la adolescencia, donde el acompañamiento y un buen modelo familiar serán el éxito en las relaciones futuras y en el comportamiento de ese niño que ahora pasa por la adolescencia camino de la edad adulta.

Consejos para hablar con nuestros hijos adolescentes

1. Atender sus emociones ¿Qué está sintiendo? Sin entrar directamente a enjuiciar sus ideas, ni criticarlas. Debemos tener cuidado de no anular sus sentimientos, sino acompañarlos mediante nuestro propio ejemplo ?que va a ser su mejor guía? a verbalizar sentimientos y pensamientos.

2. Para fomentar su expresión de sentimientos también podemos ayudarnos de expresiones que refuercen la idea de que estamos escuchándolos y comprendiéndolo. Se trata sencillamente de intercalar alocuciones que les hagan constar nuestra escucha activa, como un «ya veo». Hará que el adolescente preciba nuestra comprensión y empatía respecto a sus sentimientos.

3. Tendemos a corregirles directamente. Es más útil marcar los límites desde un principio para evitar que se planteen constantemente nuevas discusiones. Y cuando surja el debate, en vez de la negación tajante, se puede recurrir a la propuesta de alternativas. La adolescencia es conocida por su egocentrismo, por lo que alimentarles con otros puntos de vista beneficiará a su desarrollo.

4. Una buena técnica es, vez de corregir directamente sus deseos (muchas veces irreales e inmaduros), concedérselos con la fantasía («Eso estaría bien», «¿cómo sería si pudieras hacerlo?») Puede ser un buen mecanismo de acercamiento y a la vez el adolescente se siente seguro y con la confianza de poder expresar sus emociones. Reduciremos su ansiedad y, al mismo tiempo, será el propio adolescente el que compruebe los beneficios y perjuicios de su propuesta.

Propósitos para el cambio de actitud de los padres

– En lugar de arremeter contra el chico/a, describir cómo uno se siente.
– En vez de acusar, informar.
 En vez de amenazar o dar órdenes, ofrecer opciones: fomenta la autonomía y sirve de modelado, es decir, el padre/madre, mediante sus actuaciones, tiene que servir de ejemplo para el propio curso del pensamiento del adolescente.
– En vez de «dar la brasa» con largos sermones, decirlo con una sola palabra.
– En vez de recurrir siempre a reprimendas, utilizar medios sorpresivos, como el sentido del humor, para decir las cosas.
– Usar notas, cartas, para decir las cosas. Permiten mayor reflexión del adolescente, evita enfrentamientos que acaban por dirigir la discusión en las formas y no en los medios.

Raquel García Zubiaga. Psicóloga. Instituto de Neurociencias Aplicadas a la Educación

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