Categorías:

Divertirse con personalidad: un reto para los adolescentes

Tabla de contenidos

Divertirse con personalidad no es fácil en la sociedad de hoy en día ya que los adolescentes reciben numerosos mensajes invitándoles, precisamente, a lo contrario. A los padres nos preocupa que la práctica habitual de muchos jóvenes consista en ir de fiesta, en beber alcohol hasta llegar a la desinhibición y a la risa fácil, es decir, a la pérdida de personalidad. Estas es la terrible paradoja a la que nos enfrentamos, que para divertirse haga falta una personalidad pobre.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos adolescentes a divertirse y a pasárselo bien sin renunciar a su personalidad? Porque el tiempo de ocio, según la perspectiva clásica, era el tiempo de cultivar al espíritu, de dedicarse a aquellas ocupaciones que nos gustan y suponen el despliegue y el desarrollo de nuestro espíritu. ¡Qué lejos parece eso de todas las tardes de discoteca, de los botellones y de la búsqueda de rollo, como las aspiraciones más altas de muchos adolescentes de hoy!

Y, sin embargo, no hay que renunciar a que aprendan a usar bien su tiempo libre, de una forma racional y responsable. El tiempo libre puede llegar a ser una fuente continua de información y de experiencias, especialmente en esta época adolescente.

Artículo relacionado:
Carnés descuento: todo lo que te puedes ahorrar si eres joven

Falta de sentido para usar el tiempo libre

La falta de sentido en la utilización del tiempo libre en el adolescente se manifiesta de tres maneras: omisión de actividades formativas (artísticas, culturales, hobbies…); ocupación en actividades perjudiciales (abuso de diversiones comercializadas, lecturas nocivas…); y ciertas actitudes inadecuadas (pasividad ante las formas de llenar el tiempo que vienen ya dadas por el ambiente en el que se vive, falta de autonomía y de sentido crítico tanto para elegir como para llevar a cabo las actividades, escaso esfuerzo…).

Estas actitudes inadecuadas tienen como consecuencia la creación de malos hábitos en todas las edades, pero más especialmente en la adolescencia, debido sobre todo a que se esfuerzan menos que antes. Entre estos hábitos cabe citar la pereza y el desorden, algo que suele aumentar durante las vacaciones, cuando entienden como ociosidad absoluta la búsqueda continua del mero placer, la huida de toda exigencia…

Otra consecuencia es el aburrimiento. Los adolescentes son más sensibles al aburrimiento que los niños por dos razones: su curiosidad es menos amplia y necesitan más la novedad. Si no estamos alerta, el aburrimiento puede originar, a su vez, actividades destructivas, con las que tratan de compensar esa falta de novedad de sus ocupaciones habituales.

Por otro lado, el abuso de las diversiones comercializadas de ocio nocturno tiene efectos muy importantes en los adolescentes como son, por ejemplo, el gasto excesivo (con la consiguiente necesidad de encontrar ese dinero como sea), el perjuicio para su vida moral (como consecuencia del mal ambiente que existe en determinados lugares: discotecas, etc.), la masificación o el culto a la estrella cinematográfica y/o deportiva.

Preocupaciones paternas

Estas son algunas preguntas que resumen la preocupación de los padres:

Siempre piensa en divertirse y no hace nada de provecho…

– A veces, puede que nos pasemos de exigentes. La diversión es necesaria y no debemos tener miedo a que se lo pasen bien. El proceso de cambio al que está sometido nuestro hijo junto con el esfuerzo mayor que se le exige en esta etapa (en los estudios, en sus responsabilidades, en su relación social) sumado al mar de conflictos en el que se mueve…. hace que sea necesario un tiempo de descanso, de diversión y de convivencia social.

– Hay que respetar los momentos de ocio de los hijos, evitando, por ejemplo, ordenarles que estudien o ayuden en casa de forma continua. Esta actitud por nuestra parte les ayudará a descubrir la importancia del tiempo libre para su propia formación y a que se esfuercen por encontrarlo.

Me da miedo de que solo se dedique a las pantallas…

– Si crees que su opción principal para el tiempo libre es estar conectado, debemos preguntarnos qué ocurre con nuestro propio tiempo libre: qué ejemplo les damos, hasta qué punto lo valoramos, si sabemos o no encontrarlo y cómo lo usamos. Los padres que aceptan pasivamente las actividades de tiempo libre impuestas por las costumbres de su ambiente difícilmente pueden fomentar buena actitudes en sus hijos. Lo mismo cabe decir de los padres dominados por el «vicio del trabajo» y de los «aburridos» y sin aficiones.

– Las pantallas quitan mucho tiempo para otras cosas. Junto a sus grandes posibilidades educativas, estos medios fomentan con frecuencia el gregarismo (pensar igual que los demás, hacer lo que hacen todos), el infantilismo mental (aceptar solo lo que resulta agradable) y la falta de reflexión (seguir pasivamente las opiniones de otros, no pensar por cuenta propia). 

– Procura que estén siempre ocupados en los tiempos libres en actividades que persigan algún fin, evitando la ociosidad del no hacer nada y de estar tumbados en el sofá. Si no tienen nada que hacer, pueden realizar encargos en casa, por ejemplo. Enseñarles a cocinar, además de divertido, les será muy útil.

Me da miedo que le influyan mal sus amigos al divertirse…

– Es una lógica preocupación, pero no podemos pretender que nuestro hijo se mantenga siempre al margen de este tipo de influencias negativas. Aunque conozcamos a todos sus amigos y confiemos en ellos, debemos prepararles para enfrentar situaciones de peligro, tanto físico como de malos comportamientos. Jamás falta la ocasión: en la playa, durante las vacaciones, en un lugar «inocente» de diversión, durante una fiesta o cumpleaños…

Todos tenemos la experiencia de que dentro del grupo nos comportamos de distinta manera y es importante advertírselo al hijo.Hay que enseñarle a decir «no» cuando sea necesario y para eso hay que ayudarles a que tengan personalidad, sin sobreprotegerles.

Situaciones en las que no se puede ceder jamás

– En la salud de su propio cuerpo: bebiendo o drogándose, por ejemplo.

– En el respeto por la vida propia o ajena: ¡Ojo con los amigos que usan el coche de su padre!

– En lo que pisotea sus creencias más profundas, pues eso daña su espíritu que es tan valioso como su cuerpo.

– En lo que denigra su sexo, que es la puerta hacia el maravilloso don de la vida. En lo demás, en general, no podemos pretender que nuestro hijo se niegue por sistema a lo que le gusta a la pandilla. Si el hijo levanta una eficaz barrera con respecto a los puntos anteriores, da igual que se vista de extraterrestre un día y de hombre de las cavernas al otro.

Te dará muchas luces pensar en cómo era tu grupo de amigos y lo bien que te vino defender tu postura y tus ideas delante de ellos. A veces, los padres controlamos deficientemente el tiempo libre de los hijos y nos preocupamos más de que no incurran en excesos (que vuelvan pronto, que no beban demasiado, que no gasten mucho) pero no en el tipo de actividad. Esto es realmente lo importante, y hemos de procurar saber y controlar el uso que hacen del tiempo libre, estar informados de dónde están, qué hacen y cómo lo hacen: ya sea de forma directa o indirecta.

Ricardo Regidor
Asesoramiento: Gerardo Castillo. Autor de Los adolescentes y sus problemas

Te puede interesar:

– ¡Quieren ir de fiesta! ¿Los dejamos? ¿Cuándo? ¿A dónde?

– Adolescentes y ocio nocturno: 5 consejos para cuando empiezan a salir por la noche

– Discotecas: el descubrimiento de los adolescentes

El alcohol y sus efectos en los adolescentes

Botellón, alcohol y adolescentes: un cóctel de riesgo

Otros artículos interesantes