Los adolescentes deben tener claro que en la familia además de derechos tienen deberes. Su casa no es una pensión donde les lavan la ropa y no tienen que preocuparse de nada porque, milagrosamente, dejan la ropa sucia tirada en un rincón de la habitación y al día siguiente está limpia, doblada y planchada encima de su silla.
Desde que son niños hay que ayudarles a concretar estos deberes y un buen medio son los encargos. Nuestros hijos pueden ayudar en mil cosas de la casa: regar las plantas, poner la mesa, sacar la basura, colocar el fregaplatos… Si sabemos motivarles y hacer suyo ese trabajo y lo realizan para ayudar a la convivencia en casa casi podemos estar seguros que cuando lleguen la adolescencia nuestros hijos no nos darán tantos problemas.
Y, concretando un poco más, los niños deben aprender a ser ordenados durante su infancia, porque si no es muy difícil cambiar los hábitos en la adolescencia: ¿se hace la cama?, ¿deja los zapatos en su sitio y se los limpia?
Estudiar a tope es uno de los principales deberes
Uno de los deberes de los hijos dentro de la familia es el estudio, al igual que el de los padres es el trabajo. No basta con estudiar lo justo, aprobar raspando, hacer los trabajos que manden, aprobar de cualquier manera (es decir, con chuletas y copiando): así se fomenta el pasotismo. Hay que enseñarle a hacer del estudio un trabajo bien hecho: con orden, método, afinando en los detalles, bien presentado… aunque cueste, pero ha de esforzarse porque es su «pequeño» deber.
Y si tenemos un hijo/a inteligente, que sin esforzarse demasiado saca buenas notas, hemos de enseñarle a que se esfuerce por ir más lejos de lo que se le pide estrictamente. Puede ampliar los temas con otros libros, o ayudar a los más lentos de su clase. La cuestión es no conformarse, sino esforzarse por superar un listón cada vez más alto.
Evita dárselo todo hecho
No viene nada mal que nuestro hijo o hija pase algo de incomodidad de vez en cuando. Por eso son tan aconsejables los campamentos y las excursiones: en algún momento se pasa frío, aparecen a veces las ampollas, salen agujetas…
Debemos ir enseñándoles a no quejarse cuando le falte alguna comodidad, como el agua caliente o su tebeo preferido; a veces, podemos ponerle algún plato que no le agrade mucho, pero que es muy nutritivo; o, también, explicarle que el sofá está hecho para sentarse y no para tumbarse…
Fomenta la generosidad en casa
Hemos de saber tratar a nuestro hijo o hija para que sea una persona alegre, generosa, trabajadora, perseverante y fuerte. Todo lo contrario del pasota indiferente, triste, reservado, vago, débil… Quizás aún nos parezca pequeño para temer que se convierta en un pasota, pero el tiempo vuela y en pocos años llegará a la adolescencia.
Podemos fomentar especialmente la generosidad, que es la base de las demás virtudes. Si nuestro hijo/a sabe dar de su tiempo, renunciar a sus cosas para hacer feliz a los demás, etc. tenemos ganada buena parte de la batalla. Y esta virtud se desarrolla en la preadolescencia ya que su periodo sensitivo transcurre desde los 7 a los 11 años: no desaprovechemos el mejor momento.
Consejos para motivar a tus hijos adolescentes
- ¿Qué se le da bien? Seguro que sabe hacer algo mejor que sus amigos: fomenta su autoestima y anímale a cultivar esa habilidad especial (si es preciso ayúdale a descubrirla).
- Apela a su esfuerzo para que consiga lo que quiere: esas zapatillas un poco más caras, o esas botas de fútbol de tal marca… son «caprichos», pero pueden convertirse en éxitos si él ha de ahorrar, hacer algún trabajillo, etc. para conseguirlas.
- Pídele su opinión en las situaciones de la vida corriente: ante una noticia o ante las acciones del protagonista de la película que estáis viendo…
- Hazle ver que sus acciones tienen siempre unas consecuencias justas de las que ha de hacerse responsable. Si no, en el futuro, «pasará» de castigos, consejos, etc.
- Ayudar en casa. Y, además, tiene que ayudar no por obligación sino porque sabe que todo el mundo tiene derechos y obligaciones en casa y hay que facilitar la convivencia.
- Enséñale a hacer del estudio un trabajo bien hecho. No da igual aprobar con chuletas que estudiando; no da igual un cuaderno emborronado y sucio que uno bien presentado. Son sus «pequeños» deberes.
- Un poco de incomodidad no es mala, así que no pasa nada si se va de excursión y llega con agujetas, pequeños arañazos o alguna ampolla.
Para pasar a un plano algo más práctico, podemos dedicar con él un poco tiempo a alguna actividad de asistencia social. En todas las ciudades hay asilos, orfanatos, personas que viven solas, etc. que necesitan un poco de compañía. Es un encargo de gran responsabilidad para tus hijos adolescentes. Además ven que existen personas que no lo pasan tan bien como ellos.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Gerardo Castillo. Doctor en Ciencias de la Educación y Subdirector del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Navarra
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