El adolescente no puede madurar y ser un adulto si no puede encontrarse a sí mismo. Los adolescentes definen el camino de conocerse a uno mismo como el proceso por el que pasan para madurar y convertirse en la persona que quieren ser. Es cómo ellos piensen en su futuro y la manera que ellos eligen para conseguirlo.
El proceso de conocerse a uno mismo es complejo. No es solo qué profesión o trabajo desean, o si quieren casarse o tener hijos. El proceso de encontrarse a sí mismo es la base para determinar la repuesta a varias preguntas. Los adolescentes tienen que determinar, desde su perspectiva, cómo ver la vida.
Preguntas para el conocimento de uno mismo
Algunas de las preguntas para las que el adolescente tiene que encontrar repuestas para encontrarse y conocerse a sí mismo incluyen:
– ¿Qué es bueno y qué es malo y cómo puedo determinarlo?
– ¿Merece la pena ser honesto, amable, paciente…?
– ¿Cuál es la función del amor en mi vida?
– ¿Cuál es mi propio valor?
– ¿Qué valor tienen los demás?
– ¿Cómo es mi vida conectado con el mundo y dónde está mi sitio?
Obviamente las preguntas son importantes y muy filosóficas. Y, como padres, puede parecer que los adolescentes no tienen la capacidad para pensar en temas tan complicados. En realidad, la repuesta es sí y no. Los adolescentes no pueden pensar directamente en estas preguntas porque les falta la experiencia vital para comprender su significado completo. Pero ellos están atraídos tanto hacia las preguntas como las repuestas por su propio desarrollo. Los adolescentes saben intrínsecamente que estas preguntas y sus repuestas son obligatorias para moverse en el proceso de encontrarse a sí mismos. Son fundamentales para el autoconocimiento y para descubrirse.
Guías para los adolescentes que quieren conocerse
Por lo tanto, ¿cómo van aprendiendo las respuestas a estas preguntas? ¿Cómo van conociéndose a sí mismos? Los adolescentes buscan guías para enseñarles. Estos guías son personas que tienen relación con el adolescente, como los padres, abuelos, tíos o hermanos mayores.
También, los guías pueden ser profesores, entrenadores, vecinos u otros adultos en su comunidad. Los guías tienen que tener una relación recíproca y más o menos cercana con el adolescente para que la relación funcione. Estrellas de cine, música o deporte, un padre que no está presente, o una relación que no es recíproca por cualquier razón no va a obtener los resultados esperados para el adolescente en este proceso.
La función del guía es enseñar al adolescente cómo responder a las preguntas de una manera empírica y en el contexto de la vida real. Los adolescentes pasan por el proceso de encontrarse a sí mismos en compañía de sus guías. Los guías no tienen que hablar directamente sobre qué es bueno y qué es malo porque ellos lo demuestran con su comportamiento. El adolescente, en el contexto de su relación con el guía, puede ver por qué esta persona está eligiendo comportarse de esta manera.
Por ejemplo, un adolescente ha elegido a su padre como guía. El padre pierde su trabajo. Normalmente el adolescente no está familiarizado con las consecuencias de un despido porque a él o ella le falta la experiencia vital del trabajo. Pero en el contexto del proceso de encontrarse a sí mismo, el adolescente está mirando al padre para aprender las repuestas a las preguntas desde la experiencia del padre. Algunas preguntas que pueden aplicar a este ejemplo son: ¿Cuál es mi propio valor? o ¿cómo es mi vida conectado con el mundo y dónde está mi sitio?
Con un ojo vigilante, el adolescente va a evaluar lo que hace su padre, por qué él ha elegido este comportamiento y cómo cuadra este comportamiento con lo que el adolescente piensa que es correcto. Después, el adolescente va a incorporar los hábitos, comportamientos, o maneras que él o ella querría usar en su propia vida para superar problemas. Es posible que el adolescente vaya a usar las habilidades observadas para hacer frente a un mal examen, a un problema en su colegio, o, en el futuro, a su propio despido en el trabajo.
Por esta razón, es imprescindible que los adolescentes tengan un grupo de adultos adecuados en sus vidas para poder elegir entre un grupo de posibles guías. Por lo tanto, si un adolescente no quiere que sus padres sean sus guías, él o ella puede buscar a un abuelo, tío, amigo de la familia o un profesor. Los padres pueden ayudar a sus hijos adolescentes a encontrar guías incentivando la participación en grupos de deportes, música, asociaciones (como los scouts), voluntariado, o en la iglesia para aumentar el número de adultos positivos disponibles para ser guías.
Los adolescentes normalmente tienen más de un guía y los guías cambian durante la adolescencia. Los adolescentes más jóvenes, de 13 a 15 años, van a buscar guías para ayudarles con las preguntas más básicas relacionadas con su desarrollo físico, cognitivo, emocional, social, y moral. Más tarde, entre los 16 y 18 años, los guías y las preguntas van a ser más complejos y estarán influenciados por la información que han aprendido durante los primeros años. Al final, los adolescentes más mayores, entre 19 y 22 años, van a consolidar toda la información que han aprendido anteriormente y buscarán guías que puedan ayudarles con esta tarea. El objetivo es que los adolescentes tengan repuestas a todas las preguntas y estas repuestas encajen con el tipo de persona y la manera de vivir preferida del adolescente.
Razones por las que no maduran los adolescentes
En los casos en que los adolescentes no maduran o cronológicamente son adultos, pero se comportan como adolescentes, normalmente es porque:
– los adolescentes no están buscando guías para guiarles porque están tan cómodos que no quieren madurar más
– no tienen relaciones suficientemente cercanas y/o recíprocas con los guías para entender bien qué está pasando
– no están consolidando la información que ellos han aprendido del guía y, por lo tanto, no pueden avanzar y tratar con temas más complejos
– han aprendido de sus guías comportamientos que no se corresponden con la vida de un adulto
Es siempre mejor que los padres piensen en la importancia de este proceso de encontrarse a sí mismo tan pronto como sea posible. Una adolescencia feliz y productiva se basa en la paternidad proactiva para anticipar el desarrollo del niño y planear para evitar los problemas más habituales.
Los padres pueden aprender más sobre este proceso antes de la adolescencia y posicionarse para ser los guías principales. Y, si los niños no quieren a sus padres como guías, los padres pueden apoyar relaciones cercanas y recíprocas entre el niño y los abuelos, tíos, amigos de la familia, y otros para controlar más el tipo de guías disponibles. En cualquier caso, la adolescencia no tiene que ser un tiempo tumultuoso. Con información sobre el desarrollo del niño y los procesos, los padres pueden equiparse con las herramientas efectivas para superar la transición entre la infancia y la edad adulta.
Deanna Marie Mason, experta en educación y salud familiar. Autora del blog Dr. Deanna Marie Mason. Paternidad proactiva. Apoyo profesional para la familia moderna.
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