Es muy común que los chicos adolescentes tengan complejos físicos: algunos se sienten demasiado bajos; otros, demasiado altos y desgarbados; el de más allá cree que su nariz… La adolescencia es una época de crisis de crecimiento: en poco tiempo se producen muchos cambios, tanto en lo corporal como en lo psicológico.
Nuestros hijos dejan atrás la infancia pero, antes de pasar a la edad adulta, necesitan de un período de adaptación y maduración. En el campo físico, viven situaciones nuevas al ritmo que marca la evolución de su cuerpo y es entonces cuando surgen los complejos.
Cambio de voz
De manera diferente a las chicas, esta preparación para la vida adulta conlleva unos efectos secundarios algo molestos para los chicos: el cambio de la voz, el vello en el bigote, la acentuación de los rasgos de la cara, ganar peso y estatura, consolidación de los músculos, los famosos granos… y una insufrible cantidad de testosterona por todo el organismo que les lleva a estar especialmente agresivos.
En las chicas, el crecimiento se produce antes y en los chicos, parece como si una especie de infancia se prolongara más, dando lugar al llamado síndrome de Peter Pan: no querer crecer pues ser un niño tiene muchos beneficios y recompensas y pocas responsabilidades.
Defectos subjetivos
Como afirma Jesús Poveda, profesor de Psicología Médica de la UAM, «si fuéramos objetos, todos seríamos objetivos; pero como sujetos, todos somos subjetivos. Lo que sucede es que los adolescentes son hipersubjetivos. Lo que les ocurre a ellos es lo único que tiene importancia, sus sentimientos y emociones son el único criterio que debe tenerse en cuenta».
Defectos, defectos, todo el mundo tiene alguno, entre otros motivos, porque se trata de algo muy subjetivo,pero algunos derivan en complejos. «Soy demasiado alto»: por un lado, tiene razón; pero por otro, no. En comparación con el resto de compañeros y amigos, quizá se sienta desgarbado, patoso y como el padre de todos ellos pero normalmente se trata de situaciones pasajeras. La vida siempre está llena de obstáculos y problemas a los que hay que enfrentarse con buena cara. Sin embargo, algunos chicos puedes desarrollar graves complejos debido a su falta de madurez y a la inseguridad propia de esta edad.
Vulnerables para caer en depresión
En una reciente entrevista, el psiquiatra Luis Rojas Marcos respondía así a la pregunta de qué personas están más expuestas a caer en las garras de la depresión: «En estos momentos, los adolescentes. Es un periodo nuevo, lleno de idealismo y de consumismo y muchos jóvenes no pueden superar tanta vitalidad y tantas opciones». Desde su experiencia clínica, afirma que esta edad de cambios puede resultar un infierno para nuestros hijos. Se les pide demasiado:
– Según las series de televisión, todos han de ser guapos, esbeltos y ligar por un tubo…
– Han de aprobar todo, llegar a ingenieros, jugar bien al fútbol y dominar el piano…
– Como en los anuncios de coca cola, todo ha de ser diversión, «buen rollito» y disfrutar de la vida…
– Unos amigos han crecido y están cachas, se les marcan los músculos y se pavonean ante todos, especialmente ante esos otros chicos de catorce años, redonditos y blanditos…
– Todos llevan ropas de marca menos aquel al que su madre aún se empeña en comprarle la ropa personalmente…
El mundo de los amigos
A estas edades, el espejo en el que se miran son precisamente sus amigos y buscan desesperadamente aprobación o, al menos, pasar desapercibidos: que los demás no les vean como raros. «¿Qué van a pensar? ¿Qué van a decir de mí?», se convierten en reglas de conducta por antonomasia.
En su relación con las chicas surgen nuevos problemas que antes ni se habían planteado. Es este momento, debido a su rápido desarrollo fisiológico, descubren la sexualidad y en el chico son más fuertes las sensaciones, las conmociones y la impresionabilidad ante los estímulos corporales y visuales. Unas palabras malintencionadas de una chica, «mira ese, parece una paella», pueden hundirle la autoestima y sumergirle en un mundo de complejos.
Clases y tipos de complejos de los chicos
· Físicos. Orejón, dientes de conejo, pelopincho, moreno (has venido en patera), deforme, patachula, bizco, paella, gordazo, palillo, empanado, le pega todo el mundo, cuatrojos, a ver cuándo te afeitas, me salen gallos…
· Deporte. Tuercebotas, parado, inútil, le piden el último, no destaca a nada, en su equipo no le sacan…
· Ligar. Soy feo, mi amigo es más guapo, no me atrevo a decirles nada
· Relaciones sociales. Marica, es un blando, siempre en casa, pegado a su madre, tímido, cortado, no le dejan hacer nada, me hacen el vacío…
· Marcas y ropa. Doy el cante con mi ropa, mi madre no me compra nada de marca, me obliga a llevar ropa que no me gusta, parezco un pobre al lado de los demás…
· Estudio. Suspendo todas, no valgo para estudiar, empollón, nadie viene conmigo…
Ayuda a tu hijo adolescente a superar sus complejos
Para ayudar a un chico adolescente, hay que tener en cuenta este carácter hipersensible e hipersubjetivo de su personalidad, para darnos cuenta de que hay que darle tiempo y un margen de confianza. Si se trata de complejos pasajeros, nuestra actitud debe fomentar la tranquilidad, de manera que el hogar se convierta en un refugio seguro para los hijos. Su familia ha de convertirse en una auténtica fuente de autoestima, pues se le quiere por lo que es. Cuando se trate de defectos que puedan combatirse médicamente, habrá que intentar esa solución teniendo en cuenta que lo mejor es esperar a que finalice la maduración hormonal, por ejemplo, en temas de la piel, pues, si no, podría resultar infructuoso.
- Como los complejos parten de una baja autoestima, hemos de tener cuidado para no comparar a los hijos, dejarles en mal lugar, divulgar públicamente sus asuntos personales, castigarles de forma que se hiera su amor propio… Al contrario, han de poder encontrar en casa un verdadero refugio.
- Podemos darle oportunidades para que obtenga éxitos en situaciones que sabemos que le son favorables: si le gustan las matemáticas, podemos pedirle ayuda para unas cuentas; si usa bien el ordenador, que busque información por Internet; si es de por sí ordenado, felicitarle y premiarle… Es decir, estimular sus virtudes y sus puntos fuertes.
- Estemos atentos y pendientes de las actitudes que adopta (timidez, demasiados enfados, palabras malsonantes…) porque pueden encubrir complejos, y son éstos los que hay que atajar, no las actitudes.
- Es muy interesante fomentar las actividades deportivas pues ahí se aprende que a veces se gana y a veces se pierde, es decir, una tolerancia al fracaso y un espíritu de superar obstáculos.
- Un grave peligro consiste en que los hijos busquen información en los foros de Internet para solucionar sus pretendidos problemas. Como la sexualidad es algo que a esta edad les preocupa, las páginas de la red están llenas de testimonios, preguntas, desinformaciones… Aumentemos la comunicación también en estos temas, poniéndonos al día en navegación, en el uso del móvil y de los mensajes… Así, viendo que nos interesamos, les será más fácil tender puentes de comunicación.
- Para que deje de pensar tanto en sí mismo, su apariencia y su imagen es interesante que nuestro hijo se abra a los demás: desde ayudar en alguna asociación de voluntariado hasta cuidar de un familiar enfermo.
Anímale a que desarrolle sus cualidades, aptitudes y hobbies. Él mismo se convencerá de que puede ser popular en la pandilla -aunque esté repleto de granos o no sea muy alto- si puede ufanarse de haberse clasificado para la final de mountain-bike, o si tiene alguna habilidad especial: los mejores chistes, sabe hacer magia… Además, le podemos motivar para que comparta esas aficiones con gente de su edad: inscribiéndole en una academia de música o de pintura, equipos de natación o fútbol, voluntriado…
Ricardo Regidor
Asesoramiento: Jesús Poveda. Profesor de Psicología Médica de la UAM
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