Si tenemos cerca de nosotros eso que antes se llamaba “jóvenes en edad de merecer”, es muy bueno que estemos preparados para darles los consejos que muchas veces nos demandan para vivir bien el noviazgo. Pep Borrell, que ya nos deleitó con un excelente libro sobre el matrimonio con el sugerente título de Bailar en la cocina (Palabra, 2024), acaba de publicar Novios 100%. Cómo tirar la caña con acierto, un ameno, didáctico y a la vez profundo libro que explora los retos de las relaciones en la vorágine del siglo XXI.
Los noviazgos hoy no son sencillos. Los chicos jóvenes están metidos en la corriente dominante, que es hedonista y egoísta, que huye del compromiso y que basa la mayor parte de sus decisiones en el mero sentimiento. Y todas estas características acaban provocando que, para los chicos y las chicas que nos rodean que andan en esa etapa tan bonita como incierta de “buscar pareja”, el reto sea aún mayor. Por eso es muy de agradecer que un experto en estas lides nos ayude a comprender las claves de una sana relación de pareja para que podamos nosotros a su vez ayudar a quienes la están viviendo. En Novios 100%. Cómo tirar la caña con acierto (Palabra, 2024), Borrell consigue conquistar a los chicos que se lo quieran leer con un lenguaje divertido y desenfrenado y también aporta a los que ya no estamos en esa etapa una profundidad de miras imprescindible y una batería de ejemplos que nos ayudará a ayudar a los que queremos.
Atención a los sentimientos
“Los seres humanos, animales racionales, sentimos, razonamos y actuamos. Toda la vida es buscar un equilibrio entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos”, explica Pep Borrell, odontólogo, marido, padre, abuelo y experto en temas de matrimonio y noviazgo. Pero cuando hablamos de jóvenes y adolescentes, ocurre en demasiadas ocasiones que la balanza está descompensada: “Actualmente se habla un montón de sentimientos, de la importancia del sentir, de si siento o dejo de sentir. Y es evidente que los sentimientos son importantes, pero, ¿tanto? ¿Son determinantes? ¿No será que hemos pasado de un extremo al otro, como siempre?”
Porque para Borrell, una parte de los problemas que tienen los jóvenes en sus noviazgos está aquí: no comprenden que “el sentimiento va y viene, la voluntad de amar es lo realmente importante” porque “de una sociedad exageradamente racionalista en la que todo se decidía por la razón, sin prestar atención a los sentimientos”, hemos pasado a “una sociedad romanticista, o peor, sensacionalista, donde lo único que importa es cómo te sientes”. Una sociedad que Borrell cataloga de “sensiblera, donde sólo valoramos el amor por lo que sentimos y donde las palabras ‘compromiso’, ‘esfuerzo’, ‘sacrificio’ (sí, sacrificio), ‘templanza’, ‘virtud’, ‘coherencia’, ‘fe’… están en desuso” cuando “en estos términos y situaciones es donde está la felicidad, donde está el éxito de los matrimonios que deseamos. Esforzándonos en amar sentiremos, y sentiremos más y mejor”.
Distinguir bien las fases del amor
Borrell explica que para vivir bien el noviazgo es muy importante que los jóvenes aprendan a distinguir bien las fases del amor que él denomina: atracción, enamoramiento y amor. La primera etapa es necesaria, porque si una persona no se siente atraída por otra, difícilmente va a querer entablar una relación. Pero Borrell desmitifica una cuestión que está muy en boga en los tiempos de las redes sociales: esa atracción no tiene por qué estar relacionada con la belleza física (que puede influir, sin duda, en un primer momento) sino que tiene que ver con otros aspectos.
“Hay dos cosas, entre muchas, que hacen a una persona muy atractiva, estas no fallan: el ser auténtico y el ser servicial”, nos dice. Es muy interesante porque en el siglo del postureo muchos jóvenes sienten que tienen que aparentar lo que no son. También nos ocurre a los adultos, que caemos en el error de perder la autenticidad para aparentar que somos lo que no somos. Borrell explica a los jóvenes que la autenticidad funciona a la vez como imán y como barrera: “Si eres auténtico, atraerás a la gente a la que le interesa tu manera de ser y, al mismo tiempo, hará de barrera para aquella persona que no quiere un tipo de persona como tú . Y lo tendrá claro desde el primer momento, sin rodeos. Hemos de mostrarnos realmente como somos, sin aparentar, sin ‘postureos’. Coherentes con nuestra manera de ser. Una persona coherente es sumamente atractiva”.
El otro gran foco de atracción es el servicio. “Ser servicial no está de moda –reconoce Borrell– todo el mundo quiere ser servido y pocos quieren servir. Aquel que se esfuerza por servir a los demás se hace especialmente atractivo: la persona que organiza, que recoge, que va a buscar lo que falta, que siempre está dispuesta a ayudar: ‘¡Falta hielo!’ ‘Ya voy yo’. El servicio es algo fundamental y será imprescindible cuando nos casemos porque un ‘vete a echar la siesta que ya recojo yo la cocina’ vale oro, mucho más que decirle a tu pareja que la quieres trescientas veces, porque el amor se demuestra con hechos, las palabras se las lleva el viento”.
En esa fase de atracción, Borrell recuerda un ejemplo que María Álvarez de las Asturias, autora con Lucía Alcaide de Más que juntos. Cómo disfrutar del matrimonio desde el sí quiero (Palabra, 2021). Álvarez de las Asturias siempre dice que, si en esta primera fase, nos pasamos de poner filtros, nos pasa como cuando buscamos pisos, que el ideal no existe. “Hay que poner pocos filtros, sólo los importantes, esos sí, pero después, a moverse, a patearse las calles. Si siempre haces las mismas cosas y te mueves por los mismos sitios, te verás con la misma gente y se reducen muchísimo las posibilidades de conocer a alguien”.
Del enamoramiento al amor
Cuando vemos a algún joven al que tenemos cerca de nosotros enamorado hasta la médula, nos damos cuenta de los riesgos que entraña esta fase. Borrell nos da buenos consejos para esta etapa complicada porque “el enamoramiento es puro sentimiento, un sentimiento propio”, de hecho, no necesita ni siquiera, de la respuesta del otro. Pero es aquí cuando hay que hacerse la gran pregunta del noviazgo: “¿me conviene?” El autor explica que “es una pregunta fundamental que no es fácil hacerse porque es ir un poco en contra del sentimiento que te invade”. Y la respuesta implica hacer el esfuerzo de “distinguir el sentimiento de la voluntad de amar. Qué siento versus qué decido hacer. Si no somos capaces de distinguir el sentimiento de la voluntad nos será muy difícil movernos en el campo de la afectividad”.
El camino hacia ese amor que es el equilibrio perfecto entre sentimientos y voluntad parece hoy muy complicado porque no entendemos que la voluntad sea relevante en el terreno afectivo. “Somos capaces de sacrificarnos y esforzarnos para hacer dieta, para estar más cachas, para conseguir metas deportivas: horas de gimnasio, ultramaratones… sin embargo, no somos capaces de tomar decisiones, que también requieren esfuerzo, pero que son infinitamente más importantes y que condicionarán nuestra vida y la de todos los que nos rodean. Nos jugamos la felicidad y no lo valoramos”.
“Si sólo nos movemos por sentimientos y motivados por una satisfacción inmediata, te aseguro que a largo plazo también llorarás, pero de amargura, y sin nada a tu lado que te seque las lágrimas. Hemos de saber pasar del ‘yo me siento bien’ al ‘me voy a desvivir por hacer lo posible para que tú seas feliz’ y esforzándonos por hacer feliz al otro, nos sentiremos bien, muy bien”.
Y llegamos ya, de la mano de Pep Borrell, a la fase del amor. “El amor es mucho más que un sentimiento, el amor es un sentimiento razonado, es una decisión. El enamoramiento soy ‘yo’. El amor eres ‘tú’. El amor es querer el bien del otro, es ‘quererte a ti independientemente de cómo esté yo’. El amor es voluntad, es voluntad de amar, es el famoso ‘querer querer’. (…) En el amor, o te esfuerzas constantemente, o no hay manera; pero si de verdad lo intentas, sabiendo que es un trabajo que dura toda la vida, la recompensa es inenarrable, es la felicidad en esta tierra, es saborear un trocito de cielo”.
Los verdes valles del telesilla
Uno de los problemas más habituales entre los jóvenes que nos rodean es que se toman muy a la ligera las relaciones sentimentales y cambian de pareja constantemente. La situación no es sencilla porque, como explica Borrell en su libro, el noviazgo está precisamente para conocer a una persona y, si no es la adecua, a otra, y quizá a otra, es decir, no debe ser un “matrimonio en miniatura”, pero al mismo tiempo tenemos que recordarles a los jóvenes que la persona perfecta no existe y que, por mucho que prueben, sólo se pasarán la vida saltando de una pareja a otra sin que nada les satisfaga. Para explicarlo, utiliza una sencilla y elocuente metáfora: vamos en un telesilla que cruza las montañas en pleno verano en un paraje que, en invierno, es una estación de esquí. Las vistas desde arriba son maravillosas. Un valle se sucede a otro valle y a otro, a cada cual más hermoso. Con sus prados, sus riachuelos, sus vaquitas y sus bucólicas cabañas de madera. Elegimos un valle, el que sea. Y nos parece ideal, perfecto (enamoramiento) hasta que, pasado un tiempo, le empezamos a ver los defectos.
Cuando descubrimos los problemas del valle, de esa relación de noviazgo, es cuando a los jóvenes les toca decidir si se quieren quedar en el enamoramiento o quieren trabajar activamente en el amor, con la voluntad y el esfuerzo. Trabajar en el amor significa ir superando con entrega los problemas del valle: que hay que hacer una cerca para las vacas, que hay que tener el tejado arreglado para que no haya goteras. La otra opción, demasiado habitual hoy en día, es tirar la toalla, subirse otra vez al telesilla e ir a buscar el siguiente valle que nos parecerá perfecto por un tiempo, pero que nos volverá a defraudar si no le ponemos amor. Una metáfora imprescindible para la gente joven.
Este resumen que nos ofrece Borrell nos puede servir muy bien para dar mejores consejos a los jóvenes que tenemos alrededor: “Nos resulta atractiva una persona de la cual nos enamoramos y empezamos a conocerla para decidir amarla, suena mal la expresión ‘decidir amarla’, pero es así, es una decisión. Las fases del amor son correlativas, pero una no sustituye a la anterior. Alguien te resulta atractivo y te enamoras de esa persona que te es atractiva, decidiendo amar a aquel que te resulta atractivo, y del cual te has enamorado. Pero para amar a alguien hay que conocerlo primero. Es importante conocer a alguien para decidir salir con él, y saliendo seguimos conociéndole para discernir y decidir si con esa persona me veo capaz de compartir mi vida”. Es un camino tan complejo como emocionante. Merece la pena que les ayudemos a recorrerlo.
Alicia Gadea