Adolescencia es sinónimo de rebeldía. Esta etapa de transición hace que los hijos se muestren contrarios a los designios de sus padres y que actúen de un modo distinto. Sin embargo, este proceso no se da de la noche a la mañana. Los años previos también conllevan una serie de cambios en la actitud de los niños, fase conocida como preadolescencia.
Si bien en la adolescencia es en donde más actitudes de rebeldía se aprecian, en estos años anteriores también pueden aparecer problemas de conducta. ¿Cómo actuar si estas conductas llegan antes de tiempo? ¿Cómo guiar a los hijos y asegurarse de que nada malo les ocurre?
Lo que cabe esperar
Desde la Fundación Nemours se brindan varios consejos sobre lo que cabe esperar en esta fase de preadolescencia. Un tiempo en el que la rebeldía de los más pequeños se manifiesta en actitudes como por ejemplo sentir vergüenza si son vistos por otros compañeros junto a sus padres. Poco a poco reclaman su propio espacio personal y una mayor privacidad, por lo que la puerta de su habitación empieza a permanecer cerrada más a menudo.
No hay que comenzar a tomarse estos cambios como un síntoma de que los hijos ya no quieren a sus padres. Los adultos deben empezar a reconocer las actitudes propias de un adolescente y que en estos casos se han adelantado. Lejos de permitir la desconexión, hay que tratar de acercarse por otros medios. Nunca hay que olvidar la influencia que todo progenitor ejerce en sus pequeños.
Hay que predicar con el ejemplo en todo momento y no manifestar conductas erróneas. A estas edades los preadolescentes quieren sentirse adultos y por ello copian comportamientos que entienden son divertidos. Algunos ejemplos son el consumo de alcohol o de tabaco.
Actitudes a tener en cuenta
Como ya se ha dicho, la actitud que mantengan los padres en casa tendrá una gran influencia en el comportamiento que desarrollen sus hijos preadolescentes. Éstas son algunas conductas recomendadas:
– Sentarse en la mesa para comer con la familia. Una buena fórmula para evitar el distanciamiento de los hijos preadolescentes la de no perder buenas costumbres en casa como la de sentar a la mesa a todos los miembros del hogar.
– Compartir momentos con los hijos. Aunque hay que aceptar que el hijo preadolescente vaya ganando autonomía, no hay que dejar de lado la práctica de ciertas actividades que aseguren diversión en familia. Ir al cine, al teatro, excursiones a la naturaleza, todas estas actividades servirán para estrechar lazos.
– Demostrar afecto. Lejos de permitir el alejamiento emocional de los hijos, los padres deben mostrarse como una figura de cercanía y que les brindará afecto en todo momento. Alguien a quien siempre encontrarán cuando necesiten un pilar sobre el que asentarse.
– Interesarse por sus gustos. Las generaciones van cambiando en lo que a gustos se refiere, saber qué divierte a los hijos e interesarse por los mismos es un punto muy importante para producir la cercanía necesaria a los hijos.
Damián Montero
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