Ninguna persona permanece igual a lo largo de su vida. Los cambios se producen a medida que el niño crece y en algunos momentos, estos son más evidentes que en otros. Un ejemplo es la adolescencia, etapa en la que los hijos dejan de ser pequeños y empiezan su camino hacia la etapa adulta, una ruta llena de incertidumbres en la que puede parecer que el joven se aleja de su familia.
Nuevos intereses, amistades en las que invierte más tiempo, mayor autonomía, sentimiento de rebeldía. Todo esto puede hacer creer a los padres que sus hijos han dejado de ser cariñosos. ¿Cómo actuar ante esta sensación de desapego por parte de los jóvenes? ¿Hay que respetarlos, o se puede hacer algo por tratar de reencaminar este comportamiento? Desde la Fundación Nemours se dan estos consejos.
Lo que sucede en la adolescencia
No es ninguna novedad que la adolescencia significa rebeldía. Los hijos actúan como si los consejos de los padres no les hicieran falta, la presencia de sus progenitores delante de sus amigos es motivo de vergüenza. Por el contrario, los jóvenes confían más en sus amigos y preguntan a ellos ante momentos de incertidumbre y duda sobre algunos temas relacionados con él.
Pero los padres deben saber que esto no es algo que hayan generado ellos. Son signos de la independencia que se va generando en los hijos. Puede parecer que los adolescentes quieren romper con los lazos que los unen a sus padres, pero estos no van a desaparecer. Por ello no hay que alejarse, sino mantenerse cerca de los jóvenes y hacerles ver que todo va a seguir igual, pudiendo encontrar un apoyo en caso de que sea necesario.
La privacidad de los jóvenes será algo que quieran proteger al máximo y por este motivo no hay que obligar a que cuenten sus problemas o a acercarse cuando no lo desean. Por el contrario, los padres deberán mostrarse cercanos en todo momento y preguntar por cómo le ha ido el día. En aquellos días donde sea evidente que algo les ocurre, los adultos deberán recordar el apoyo que pueden encontrar en ellos.
Lo que pueden hacer los padres
¿Cómo recordarles a los niños que pueden encontrar en ellos un apoyo emocional en caso de necesitarlos? Estos son algunos consejos para este fin:
– No renunciar a sentarse todos en la mesa. Puede parecer que el hecho de comer todos juntos no significa nada y que el adolecente en la búsqueda de más independencia quiera renunciar a estos momentos. En la mesa es más fácil detectar la tristeza o iniciar conversaciones sobre cómo les ha ido el día.
– Antes de irse a la cama, los padres pueden sentarse en el salón a hablar sobre su día, sus preocupaciones o sobre cualquier otro aspecto, aunque sólo sea qué película han visto y les ha gustado. La final es crear un vínculo entre padres e hijos.
– Compartir momentos cotidianos. Algo tan simple como un trayecto en coche hacia el club deportivo donde el adolescente se ejercita o una mañana de compras puede servir para que padres e hijos hablen sobre aquello que les pasa por la cabeza y acercarse todavía más a los jóvenes.
– Aprovechar momentos. Los grandes eventos como cumpleaños, cenas de Navidad o celebración de grandes logros por parte de los adolescentes, servirá para que los jóvenes sientan que tienen cerca de sus padres.
Damián Montero
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