El tiempo es el recurso más valioso, ya que su principal característica es que no se puede recuperar. La mayoría de los adultos abogan por la correcta administración del tiempo, sin embargo, es necesario para los jóvenes contar con recursos para aprender a hacerlo. Aquí tienes algunas ideas para que los adolescentes gestionen de manera inteligente su tiempo y para que podamos ayudarlos en una correcta organización.
¿Cómo ayudar a nuestros hijos a organizar su tiempo?
En primer lugar, es importante aprender a discernir las prioridades en las actividades que se realizan cada día, es decir, otorgar a cada espacio del día el tiempo proporcional a la dificultad o implicación que supone. Por otro lado, el establecimiento de horarios no surge en la adolescencia, sino que radica en las normas del propio hogar y en la organización del tiempo que los padres permiten dedicar a cada tarea.
Así es como los niños aprenderán que existen espacios de tiempo para jugar, para hacer los deberes, para tecnologías o irse a descansar. Todo ello marcado por los adultos para mostrar desde el modelado la forma de organizar la jornada.
Según el libro Gestión del tiempo y control del estrés (Ed. Esic, 2012), las personas que consiguen gestionar de forma eficiente su tiempo son más productivas y sufren menos estrés, pero ante esta afirmación surge la paradójica generación multitarea. Los jóvenes millennials realizan diversas actividades al mismo tiempo, y han tomado esta característica como una habilidad.
Sin embargo, desde el departamento de Neurología del MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets), se afirma la inhabilidad del cerebro para realizar varias tareas a la vez. Además este fenómeno multitarea es motivo de estrés y mal humor. Por ello, la propuesta para los jóvenes es, además de priorizar, intentar realizar una única tarea y centrar la atención en ella.
Basta observar a los adolescentes para advertir el nivel de afectación que les supone contar con distractores (móvil, tableta, pantallas…) Por ello, no solo recomendamos realizar una lista con las tareas más y menos importantes que se deben hacer, sino intentar eliminar de forma paulatina los elementos de distracción con los que cuentan al realizar una tarea. Por otro lado, resulta útil aprender a hacer uso de la agenda, no tanto para los deberes escolares, sino para la propia planificación a medio y largo plazo. De esta manera, resulta más fácil distinguir los recursos de los que se disponen y el tiempo para ejecutar las tareas.
¿Cómo organizamos el tiempo libre?
Otro tema a tratar sería la organización del tiempo libre, ya que, dando por supuesto que las tareas obligatorias se han realizado, es igualmente necesario disponer de momentos para uno mismo sin pensar que supone una pérdida de tiempo. En sus periodos de ocio, los adolescentes exploran sus intereses y sus inquietudes, pero por la naturaleza de su edad es importante que aprendan a aprovechar bien estos tiempos.
Si bien todos los niños y jóvenes necesitan ratos de ocio para desarrollarse, en la adolescencia el tiempo libre es especial, pues se pierde interés por los juguetes y ganan protagonismo muchas realidades que hasta ahora no tenían tanto protagonismo, como por ejemplo salir con las amistades. No obstante, muchos expertos afirman que si el tiempo libre no está bien organizado, el adolescente puede llegar al punto de no saber muy bien qué hacer y aburrirse. He aquí una pequeña guía para que su ocio tenga unas pautas lógicas:
– Sugiérele actividades extraescolares que le estimulen, como los deportes.
– Infórmate sobre qué hace cuando sale con los amigos. No es necesario un control meticuloso (de hecho es perjudicial), pero saber con quién está, cuándo volverá o que te llame si cambia de planes son aspectos mínimos que debes acordar con él.
– Actividades que cuestan dinero. Está bien que se lo des de vez en cuando, pero es mejor aún que él mismo aprenda a administrarse y que logre la cantidad que necesite a través de su paga o pequeños trabajos puntuales adecuados a su edad.
– Intenta que no abuse del tiempo entre pantallas. Es interesante racionalizar las horas que tu hijo pasa delante del televisor, del ordenador o de las videoconsolas. No se lo prohíbas del todo, pero sugiérele que realice también otras actividades (deporte, leer…) Lo más interesante en este caso es que juntos lleguéis a un acuerdo sobre un límite de horas.
Otro punto importante es el que refiere al tiempo para uno mismo y los demás. Es común encontrar actividades diseñadas para practicar de forma individual, que son desarrolladas con la compañía de los otros. El efecto se multiplica si se cuenta con cuestiones como la tecnología. Al hilo de la generación multitasking, quienes leen en el ordenador o móvil, también están chateando y revisando el correo al mismo tiempo, lo que provoca un efecto distractor respecto a la tarea principal. La sociedad actual cuenta con múltiples actividades, extraescolares y compromisos que pueden ser causa de olvido a la hora de encontrar el tiempo necesario de dedicación para uno mismo.
Para que un adolecente decida organizar su horario reservando un espacio personal, será necesario dar prioridad a estos momentos desde la primera infancia. De esta manera, verá natural la incorporación de esas actividades en su vida diaria (lectura, juegos, pintura, espacios naturales…).
Tiempo para uno mismo
Por otro lado, al dedicar tiempo para uno mismo, se obtienen grandes ventajas. Se aprende a pensar de una manera diferente cuando los estímulos del entorno afectan a la propia comunicación interna. Al aprender a observar y escuchar, los jóvenes se ‘entrenarán’ para actuar de forma mesurada. Este tipo de estimulación facilitará el desarrollo de una personalidad menos impulsiva y más pausada que será la que permitirá solucionar problemas y tomar decisiones de la manera correcta, sopesando causas y consecuencias de los propios actos.
Pese a esto, en ocasiones puede aparecer el sentimiento de culpa al dedicar tiempo para las propias tareas, pero el hecho es que sentirse bien con uno mismo es algo indispensable para ser feliz y disfrutar de la vida y de las amistades. Por ello, se propondrá a los adolescentes la elección de horarios con y sin pantallas y actividades que puedan realizar ellos solos.
Además de dedicar tiempo a las propias aficiones es fundamental preocuparse por los demás. Resulta muy positivo educar en valores de forma práctica, para ello, se puede elegir una tarde a la semana, cada quince días o al mes para realizar en familia alguna actividad o visita de voluntariado. Los más pequeños aprenderán valores como la generosidad, espíritu desinteresado o cuidado de los otros. Cuando sean adolescentes, se puede facilitar que acudan a alguna actividad solidaria con otros jóvenes, lo que resultará un aliciente para animarlos a participar.
Actividades para hacer en familia
Aunque poco a poco los adolescentes van conquistando su autonomía, hacer alguna actividad todos juntos siempre es una opción válida. Tengamos en cuenta armonizarla con sus gustos.
– Busca puntos en común (por ejemplo la afición a un mismo tipo de películas o a un grupo de música) e ir juntos a disfrutarlo.
– Id juntos a ver algún evento deportivo que os interese.
– Realizad alguna afición común en casa: maquetismo, cocina, pintura…
– Organizad partidas a juegos de mesa.
– Organizad excursiones a la montaña o a ámbitos más rurales.
– Invita de vez en cuando a algún amigo de tu hijo con vosotros. Así, él comprobará que valoras mucho sus amistades.
– Ten presente que el plan no tiene por qué ser siempre improvisado. Puedes quedar con tu hijo previamente, para que así se sienta más involucrado en la actividad.
Mar García Sánchez. Psicopedagoga. Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa
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