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Autocontrol: aprende a ser dueño de ti mismo

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Para asentar bien las bases del autocontrol en la adolescencia de nuestros hijos, deben asimilar las razones por las que actúan de una manera determinada. Si cuando eran más pequeños el objetivo era que «hicieran» las cosas, ahora han de «querer hacerlas».

Además, como en el alpinismo, lo importante consiste en dar pequeños pasos hacia arriba: se va ascendiendo en la montaña no gracias a las grandes escaladas, sino merced a pequeños avances. Al principio costosos y después ya más fáciles, una vez que se vislumbra el paisaje desde la cima. Por ello, se deben tener claros los puntos en los que insistir, sin pretender abarcarlos todos, sino los más importantes para cada hijo, sabiendo que la lucha por adquirir una virtud tira de las demás hacia arriba.

Pasos para aprender autocontrol

Para aprender a autocontrolarse, nuestros hijos durante estos años deben aprender:

1. A controlar sus emociones. ¿Cómo?

– Ayudándoles a saber ser pacientes, que aprendan a esperar. Por ejemplo, se les puede animar a ahorrar para conseguir algo que les guste; a veces, incluso se le puede retrasar una recompensa a propósito, por ejemplo, ir al cine, hasta que entendamos que no se trata de un capricho, sino que valora el sentido de esa gratificación. Otra faceta de la paciencia tiene que ver con la relación con sus amigos y hermanos: hemos de ayudarles a que no se desesperen ante los defectos de los demás, por ejemplo, pidiéndoles que no critiquen nunca a nadie.

– Ayudándoles a saber ser serenos: que no pataleen cuando no les salen las cosas, un examen o unas notas… Hemos de enseñarles a darle a los acontecimientos su justa importancia y para ello hay que hablar mucho de lo que les preocupa. No importan tanto las primeras reacciones de nerviosismo, pues no se trata de conseguir que se vuelvan fríos como el acero, sino de que lo comprendan y comprueben que, efectivamente, no era para tanto. Del mismo modo, también hay que enseñarles a que no pierdan la cabeza por cualquier tontería, como por un nuevo juego que se ponga de moda. El deporte también puede convertirse en una escuela de virtudes, pues les ayudará a saber ganar y perder.

– Ayudándoles a no ser resentidos: que sepan perdonar y olvidar, en primer lugar en el propio hogar. Hemos de pedirles e insistirles en que pidan perdón a un hermano, a su padre, a la persona de servicio, etc.

2. A controlar su cabeza. ¿Cómo?

Ayudándoles a que no dejen vagar la imaginación en fantasías. A estas edades, lo más importante consiste, sobre todo, en insistir para que sepan aprovechar el tiempo. El ocio, si consiste en no hacer nada, resulta peligroso para ellos. Al principio puede que tengamos que estar encima para que cumplan su horario y tengan claro que deben hacer en cada momento. Pero, día a día, han de ser ellos quienes se organicen, aunque muchas veces no cumplan lo que se proponen: ahí estaremos nosotros para insistirles.

3. A controlar sus caprichos y primeros impulsos. ¿Cómo?

– Ayudándoles a que sean recios: que no tengan miedo ante las dificultades. Un buen objetivo consiste en que no se quejen ante lo que les desagrada, pues es un modo de no dejarse llevar por el primer impulso. Otro objetivo consiste en que sigan hasta el final con lo que han comenzado, aunque cueste: una maqueta, un puzzle, unas clases de gimnasia, una hora de estudio, etc.

– Ayudándoles a que sean obedientes: de un modo inteligente y activo. Para ello, lo más importante consiste en saber mandar. Si les explicamos las razones de lo que le mandamos podrán asumirlo, de modo que se comporten así aunque no estemos delante o no se lo pidamos explícitamente.

Claves para aprender a ser dueño de uno mismo

Nuestro hijo debe aprender a aprovechar el tiempo. Para esto es muy práctico que tenga un horario claro, que sepa -con la flexibilidad necesaria- qué tiene que hacer en cada momento. Si no, tenderá a hacer lo primero que se le ocurra.

Un poco de «sufrimiento» no es malo. Al contrario, puede ayudarle a adquirir ese autocontrol necesario para poder hacer frente a las dificultades. Se puede poner, por ejemplo, una comida que le gusta menos, o hacer una excursión en la que se ande algo más de lo que le apetezca.

Si tiene un «capricho» razonable, podemos servirnos de él para acostumbrarle a esperar, a ser paciente, por ejemplo, proponiendo una fecha lo suficientemente lejana o pidiéndole que ahorre.

Para aprender a controlar las emociones es bueno que hable de ellas. A esta edad le resulta difícil comprender y explicar lo que le pasa pero, como nos ocurre a todos, en cuanto expresamos nuestros problemas ya comenzamos a solucionarlos.

Pedir perdón cuesta mucho, pero dice mucho del carácter de una persona. Así, si nuestro hij@ se ha peleado con un hermano, o con un amigo, podemos insistirle en que pida perdón cuando se le pase el enfado.

Quizá no sea consciente de sus prontos de mal genio por tonterías, hasta que le expliquemos con ejemplos concretos cómo se comporta: «Ayer, tu hermana te cogió tu estuche sin darse cuenta. ¿Tú crees que era para ponerse así?».

Nuestro hijo debe ir conociéndose a sí mismo y una buena manera es elaborar un «plan mejora» de revisión continua. Para eso debemos orientarle y acompañarle. Con cariño, le diremos en lo que falla y en lo que no, para que él mismo pueda ir forjando su personalidad. Periódicamente, con cariño, revisaremos los logros, rectificaremos, volveremos a poner nuevas metas y poco a poco irá mejorando, apoyándose siempre en sus puntos fuertes.

María Lucea
Asesoramiento: Enrique Rojas, psiquiatra y autor del libro La conquista de la voluntad.

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