Hacer ejercicio y participar en distintas competiciones deportivas que impliquen sesiones de entrenamiento y fines de semana con partidos o competiciones, participar en actividades culturales de forma activa, que requieran una implicación personal y dinámica, tomar la iniciativa en actividades que impliquen un contacto directo con la naturaleza como senderismo, kayak, escalada, bicicleta o acampadas , o bien volver a los planes caseros como el cine forum, los ensayos con su grupo de música, las reuniones para juegos de mesa… pueden ser una solución alternativa al plan de los botellones, que tanto riesgo tiene para los adolescentes, sobre todo, ahora con el COVID.
Lo cierto es que hay una solución para cada tipo de adolescente. Te proponemos 4 opciones a las que se pueden apuntar que seguro les servirán para apartarse de los planes de botellón:
Opción A) Para adolescentes inquietos con ganas de probar cosas nuevas: deporte
Opción B) Para adolescentes independientes que buscan planes de mayores: cultura
Opción C) Para adolescentes con falta de afecto que intentan evadirse: naturaleza
Opción D) Para adolescentes que quieren desinhibirse y socializar: planes caseros
Opción A: Deporte y salud para los enérgicos
Una de las primeras señales de que tu hijo se ha convertido en adolescente es su ruptura radical con sus costumbres anteriores: el tipo de ropa, el vocabulario empleado, el color del pelo… Los adolescentes parecen siempre inquietos y con ganas de descubrir sensaciones novedosas. Entre ellas, probar el alcohol por primera vez.
Para este tipo de adolescente lo más recomendable es que participe con frecuencia en actividades deportivas. Como se ha podido comprobar en Islandia, practicar un deporte es uno de los remedios más eficaces contra los botellones. El entrenamiento lleva muchas horas y agota la energía del adolescente, por lo que le deja poco tiempo para acudir a este tipo de planes. Además, le ayuda a forjar vínculos de lealtad y confianza con su equipo, lo que le proporcionará nuevas amistades con las que compartir intereses como el deporte o la vida sana.
Por otro lado, el entrenamiento deportivo requiere perseverancia y autocontrol, por lo que los adolescentes que practican deporte todas las semanas están acostumbrados a cuidar su alimentación y llevar una vida saludable. Por tanto, no solo son mucho más conscientes de los efectos negativos del alcohol que la mayoría, sino que procuran evitar cualquier hábito perjudicial para la salud, como el tabaco o las drogas.
Opción B: Cultura para jóvenes independientes
«Sentirse importantes, sentirse adultos» es otra de las excusas más empleadas para beber. Hay que hacer entender a los adolescentes que ingerir alcohol en cantidades masivas no es un plan de adultos, sino una forma de ceder ante la presión social (ya que hay veces que ni el sabor ni la sensación les resultan agradables). En cambio, la madurez consiste en hacer un uso responsable del tiempo libre, dedicado a algo que verdaderamente se disfrute.
¿Existen planes donde los jóvenes puedan saborear su independencia al tiempo que aprenden, se divierten y siguen relacionándose con sus amigos? Sí. Estamos hablando de la gran oferta cultural que existe en España, donde los incentivos para atraer a un público joven son cada vez mayores.
Tal vez los adolescentes no se encuentren en la época más apropiada para ir a un museo de historia, pero hay otros aspectos culturales más dinámicos que seguramente llamen su atención: los festivales de música y cine, los clubs de danza y baile, las salas de conciertos donde se permite la entrada a menores…
Se trata de un sector en auge y que cada vez tiene más en cuenta a los menores de edad, con el objetivo de incrementar su participación sin que tengan que verse limitados por la edad.
Opción C: Explorar la belleza en familia
Uno de los hechos más inquietantes del consumo de alcohol es que los adolescentes busquen a tan temprana edad una escapatoria a sus problemas, la mayoría de los cuales surgen como reacción ante la inestabilidad familiar. La falta de comunicación y tiempo pasado en familia se acaba traduciendo en problemas de afectividad y se manifiesta claramente en su forma de interactuar socialmente.
Ante esta situación, hay que apostar por una vida familiar más plena. Una de las mejores formas de hacerlo es desconectar de la rutina, salir de casa y pasar un día al aire libre. Hacer una ruta de montaña, el descenso de un río, una carrera en bicicleta o un simple paseo por el campo son opciones que ayudan enormemente a restablecer la armonía familiar y a que los miembros de la familia se sientan más descansados.
Cada familia debería reservar al menos uno o dos días al mes para hacer una escapada al campo: en momentos así es cuando se recupera la comunicación con los hijos y se les pueda dedicar un tiempo exclusivo para hablar sin prisas y fortalecer los vínculos.
Opción D: Vuelta a los planes caseros
Cuando los adolescentes acuden a un botellón el fin de semana, no lo hacen exclusivamente por el alcohol. También supone un encuentro social entre amigos, es relativamente barato y sirve para ampliar su círculo de amistades en un espacio propio. Desinhibirse y socializar, estos son dos de los argumentos principales que cualquier adolescente esgrime para defender el criticado plan del botellón.
La solución para estos casos es recuperar los planes caseros. Desde dar una fiesta en casa hasta organizar un cine fórum o dejarles ensayar con su grupo de música. Este tipo de planes tienen la ventaja de la supervisión paterna y son compatibles con aquellos adolescentes que se quejan de su falta de ahorros. También les enseñan que se puede socializar sin alcohol y que en la variedad -mucho más que en lo repetitivo- está la auténtica diversión.
Laura Revuelta
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