Con frecuencia escuchamos casos de acoso escolar en los que un alumno no trata de forma adecuada a sus compañeros. Son los «adolescentes tóxicos«, capaces de acabar con la autoestima de su acosado sin que ni siquiera sus propios compañeros lo denuncien. Los padres no solo tenemos que estar atentos a si nuestros hijos sufren acoso, sino a si son los acosadores.
La educación en valores: la vacuna contra los acosadores
El acoso escolar está a la orden del día en las aulas de adolescentes y preadolescentes. Conocer su fisonomía es fundamental para ayudarnos a detectar no solo si nuestro hijo sufre la presión de otros sino si es el acosador. Es importante trabajar desde la infancia para conseguir que nuestros hijos no sean esos «adolescentes tóxicos» que persiguen a los demás. Al contrario, tenemos que lograr que sean los que ayudan a los más débiles y denuncian las injusticias.
Cómo detectar el comportamiento hostigador
A los chicos «abusones» les gusta la sensación de poder que logran al molestar a los demás. Algunos ejemplos de su comportamiento son: poner motes hirientes a sus compañeros, criticarles cuando están o no presentes o hacer uso de la violencia física. Se convierten así en «adolescentes tóxicos» que acaban socavando la autoestima del acosado al tiempo que normalizan entre sus compañeros comportamientos inadecuados.
Para detectar este tipo de acciones es importante fijarse en dos elementos clave: el uso que hace el hijo de las redes sociales y si trae a casa con frecuencia objetos alegando que son «regalos» que le han hecho sus compañeros. Pero aún más importante es analizar qué estilo de comunicación tiene en la familia. Es decir, si en el hogar predomina un estilo autoritario en el que los gritos o los insultos se han normalizado, es fácil que el adolescente haya incorporado a su lenguaje esa forma de comunicación que le ha funcionado tanto en casa como en el aula.
Cómo detectar a un acosador en casa
Los indicadores observables dentro del ámbito familiar que pueden hacer sospechar que un hijo es un acosador pueden ser:
– Ausencia de empatía con el sufrimiento de los demás.
– No le preocupa las emociones de los otros, y sólo piensa en la satisfacción de sus necesidades.
– Se muestra prepotente y dominante con hermanos y amigos.
– Muestra comportamientos agresivos.
– Se enorgullece de su conducta agresiva.
– Habla despectivamente de algún chico o chica de su clase.
– Se mofa o burla de sus iguales.
– En casa, no cumple las normas que le ponen sus progenitores.
– No asume la responsabilidad de su conducta, ni pide perdón cuando ha actuado mal, ya que no se siente culpable de las consecuencias de sus actos.
Mar García Sánchez. Instituto Valenciano de Pedagogía Creativa
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