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Los adolescentes aprenden de todo… menos a estudiar

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Estudiar no consiste en que se sienten a la mesa con el libro abierto, esperando a que les llegue la inspiración divina. Hay muchas técnicas que pueden utilizar para hacer sus sesiones de estudio mucho más fructíferas; conocer en qué fallan y qué se les da mejor les ayudará a encontrar las estrategias que más les pueden servir para potenciar su rendimiento.

Estudiar para el examen de Ciencias, avanzar con la lista de lecturas obligatorias y acabar la redacción de Inglés son algunas de las tareas con las que se puede encontrarse un adolescente un miércoles cualquiera.

En esos momentos es cuando de verdad nos damos cuenta de todo lo que aprenden, o de lo que podrían llegar a aprender, porque lo que muchas veces no saben es estudiar correctamente. Largas jornadas de hincar los codos, repetir la lección, olvidarse de la entrega inminente de un trabajo… Todo ello forma parte del caos estudiantil pero, cuando acaba repercutiendo en su rendimiento, supone un problema.

Conocer en qué fallan o, por el contrario, qué se les da mejor, es el punto de partida para descubrir algunos aspectos que pueden ayudarles a la hora de mejorar sus sesiones de estudio.

¿Conocen técnicas para estudiar los adolescentes?

La mayoría de los jóvenes no saben cómo estudiar, sin distinción de si son alumnos con un alto o bajo rendimiento. La clave de un éxito futuro reside en que todos aprendan a estudiar y a esforzarse, incluso los estudiantes más brillantes que a veces no lo ven necesario, ya que más adelante, el día que sí necesiten estudiar, no tendrán hábito y les resultará aún más complicado.

Algunas técnicas de estudio que pueden poner en práctica son:

1. Visualizar el contenido, en lugar de intentar abarcar todo el texto de golpe, con esquemas, diagramas…

2. Manejar la presión, no dejarlo todo para el último momento, algo a lo que son muy dados. De repente la fecha límite de entrega de ese tremendo trabajo se acerca peligrosamente, lo que hace que se les dispare la adrenalina y cunda el pánico.

Esta situación tan clásica nos lleva a una infravalorada gestión de su tiempo y de su calendario. Si les cuesta arrancar es mucho más práctico que se planteen desde el principio plazos cortos y asequibles, objetivos concretos y fáciles de conseguir que les ayude a avanzar un poco cada día.

3. Aprender con los demás puede resultar positivo ya que se benefician de la experiencia del otro, y siempre les resulta ameno si se lo toman en serio y no se distraen. Resulta beneficioso estudiar con otro compañero ya que les obliga a enfrentarse a las críticas y, además, clarifican sus propios pensamientos.

4. Es por esto que los grupos de estudio pueden ser una gran idea para cubrir las carencias de unos con las fortalezas de los otros. Sin embargo, no a todos los estudiantes les funciona esta técnica, ya que prefieren estudiar sin compañía. Les gusta llevar su propio ritmo y únicamente se concentran en solitario.

¿Qué técnica es la suya?

Cada estudiante puede utilizar varias que adoptará dependiendo de la materia y que pueden variar con el paso del tiempo:

– Visuales: son fácilmente identificables como aquellos alumnos que tienden a garabatear mientras estudian. Poseen una gran percepción visual y capacidad pictórica, por lo que se forman una idea en la cabeza con el objeto de estudio, ya sea en forma de mapa mental, imágenes, colores… Reescribir notas, marcar con rotuladores y dibujar croquis, para tener la imagen en la cabeza, son algunas técnicas que pueden usar en su beneficio.

– Lógicos: se les dan mejor las matemáticas y las ciencias, elaboran listas y relacionan información con facilidad. Les resulta más fácil entender la raíz de las cosas porque pueden aprender a desarrollar un enfoque crítico. Pueden plantearse preguntas sobre la materia, presentar dudas a los profesores y ampliar conocimientos hasta que comprendan completamente lo que están estudiando.

– Verbales: les gusta expresarse en voz alta y explayarse por escrito. Son grandes lectores, por lo que se caracterizan por tener un vocabulario extenso. Les sirve estudiar a base de redacciones, inventando poemas y practicando a través de exposiciones orales.

– Auditivos: son aquellos estudiantes que presentan un gran oído musical, les gusta cantar y tocan algún instrumento. Utilizan su don musical en su beneficio a la hora de estudiar, leen en voz alta o se graban a sí mismos para escucharse más tarde en bucle y también estudian con amigos participando en charlas y debates.

– Físicos: a algunos les resulta más sencillo pensar o resolver problemas cuando están llevando a cabo una determinada actividad física. Son propensos a desmontarlo todo, cual mueble de Ikea, para comprender cómo funciona, no les valen las instrucciones ni los atajos. También es característica suya estudiar mientras desgastan el parqué y cambian habitualmente de escenario cuando estudian, una práctica que no a todos les funciona.

Estudiar de forma eficaz

Aleida Orviz, directora de ‘Orientando en positivo’, pone de manifiesto la realidad de muchos estudiantes en que «la voluntad de aprender la materia, y dedicarle mucho tiempo a hacerlo, no garantiza que en realidad la aprendan».

Y continúa asegurando que «una manera muy útil para asegurarte de que estás aprendiendo y no engañándote con ilusiones, es ponerte a prueba a ti mismo con respecto a lo que estés estudiando». Esta recomendación se suma a muchas otras que los adolescentes pueden poner en práctica.

Está comprobado que les cunde más cuando llevan a cabo sesiones cortas de estudio, ya que si se tiran más de dos horas sentados con el libro abierto, llegará un momento en el que todo intento de retener información será inútil. Lo importante es que el rato que estudien sea productivo y muchas horas no significan mejores notas.

Asimismo, pueden crear sus propios programas de estudio. Es posible elaborar un sistema que les permita estudiar durante una hora y después realizar otra actividad, ya sea un deporte, leer un libro o ver una serie durante otro rato, para luego volver al estudio. Se trata de que cada uno establezca cuánto tiempo le dedica a las distintas actividades y materias dependiendo de su hábito de estudio.

Es importante tener en cuenta también las circunstancias en las que lo llevan a cabo. Hay algunos estudiantes que se concentran mejor por la tarde, mientras que a otros se les considera noctámbulos, o prefieren madrugar porque es cuando más aprovechan el tiempo.

Y, por supuesto, no hay que olvidar que se trabaja mejor en un espacio ordenado, en el que se sientan cómodos y sin distracciones. Si pueden estudiar tranquilos en su habitación, lo mejor será que despejen la mesa dejando fuera todo aquello que pueda evadirles de la tarea. Y, en el caso de vecinos con una clara inclinación a la música alta, siempre podrán optar por buscar una biblioteca que les resulte agradable y les aísle de los ruidos.

Los adolescentes necesitan motivación

Pedirles que disfruten estudiando suena muchas veces irreal, si bien habrá asignaturas que encuentren más entretenidas que otras. Por eso no está de más que encuentren su propia meta que les anime a estudiar. Algunas metas pueden ser pequeñas y que se ajusten a objetivos a corto plazo.

Asumir el control y la responsabilidad de sus estudios significa superar el «Ya lo haré mañana». Decir que no a las distracciones y ser conscientes de que eluden el trabajo, son los primeros pasos para mantener una actitud positiva frente al estudio. Pueden plantearse las dificultades como desafíos de los que aprender y, por qué no, celebrar los éxitos cuando los resultados sean satisfactorios o cuando sean conscientes de que se han esforzado al máximo.

Ana Cemborain

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