El concepto de amistad requiere de un afecto y aprecio mutuos, de una decisión voluntaria por ambas partes, de una preocupación por ayudar desinteresadamente al prójimo y del trato asiduo. Para Alfredo Alonso-Allende, autor del libro Amigos (Palabra, dBolsillo, 2015), «ser amigo es una tarea, un quehacer», es decir, la definición de la amistad no nace tanto de lo que es en sí como de lo que requiere. «No basta ser simpático ni caerse bien para que dos personas logren ser amigas», asegura.
Virtudes de la amistad sincera
Para alcanzar esta amistad sincera, la persona necesita cultivar cuatro virtudes, cuatro hábitos permanentes que son imprescindibles en el trato con los amigos: la confianza, la generosidad, la lealtad y la gratitud.
Confianza. Por confianza entendemos tanto la que tenemos en nosotros mismos como la que esperamos de nuestros amigos. Pero no puede significar una excesiva intromisión en nuestra vida privada, sino la naturalidad necesaria para tratar con los amigos cualquier materia.
Generosidad. La generosidad en la amistad no es la generosidad en lo material, sino en algo aún más importante, el tiempo. Y más allá de regalar esos ratos de compañía, la amistad también es generosa, porque sabe perdonar los errores ajenos.
Lealtad. El perdón sincero pasa también por la lealtad. El amigo ?explica Alonso-Allende? cierra los labios cuando la crítica o la ironía se ciernen sobre nosotros, pero nos corrige con cariño leal ante el error.
Gratitud. Ocurre que a la sociedad le cuesta tanto dar las gracias que prefiere no pedir favores. Pero la amistad necesita de humildad primero y de gratitud después para que se pueda dar generosamente.
Cuando la amistad es un problema
– Amistades tóxicas durante la juventud. Se producen cuando se extiende más allá de la adolescencia el concepto utilitarista de la amistad. Se suelen generar relaciones de extremada dependencia, en ocasiones con aspectos propios del maltrato psicológico.
Algunos jóvenes se ven inmersos en situaciones que no consideran adecuadas, pero de las que no saben salir por miedo a romper con lo que en su entorno es la corriente dominante.
El problema es que a los padres les resulta difícil romper con esta realidad. Antes, llegado el caso, se planteaban cambios de colegio o domicilio. Hoy, Internet impide poner tierra de por medio. Aquí solo funciona la comunicación sincera con los hijos para hacerles ver el riesgo de esa relación.
– No conozco a sus amigos. Una de las quejas más frecuentes de los padres en la actualidad es que no saben nada de los amigos de sus hijos, amigos casi virtuales con los que no tienen contacto directo. Antes de la irrupción de las nuevas tecnologías, los padres conocían personalmente a los amigos de los hijos porque la relación era física, presencial.
Para subsanar este problema no podemos violar la intimidad de nuestros hijos y entrar en su mundo virtual, pero sí debemos favorecer el que recuperen el contacto real con los hijos.
Pero eso supondrá para nosotros el esfuerzo extra de ejercer de taxistas en nuestros ratos libres y, sobre todo, de abrir las puertas a nuestra casa, al ruido y al desorden que genera tener a un nutrido grupo en alguna estancia de la casa. No se trata de que los padres estén encima de los hijos, sino de que ofrezcan un espacio natural, sano y acogedor que les permita vigilar con quién se mueven los hijos.
– No aguanto a los amigos de mi pareja. Dicen que nos casamos con el marido o la mujer y con toda su familia, pero nadie advierte de que también nos casamos con los amigos del contrario, nos gusten o no. Si nos gustan, la vida de amistad en pareja fluirá sin dificultad.
Si no nos gustan, merece la pena pararse a pensar en los motivos, si son reales o aparentes, y hasta qué punto podemos aceptar a unas amistades del contrario que no nos satisfacen.
En cualquier caso, no es malo que las parejas se reserven un espacio de amistad propio siempre y cuando no afecte a la vida en común. El ideal será que la pareja vaya formando sus amistades a partir de las que cada uno traía y con la suma de nuevos amigos a los que vayan encontrando.
Alicia Gadea
Más información en el libro Amigos, del autor Alfredo Alonso-Allende. Palabra, dBolsillo, 2015
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