Música, pintura, alfarería, deportes, espeleología, baile, ajedrez, modelismo, jardinería… Sería imposible citar todas las aficiones que pueden despertar el interés de nuestros hijos. Ahora bien, ¿qué característica debe tener una actividad para resultar atractiva a sus ojos adolescentes y a sus pocas ganas de moverse más de lo necesario?
¿Qué interesa a los adolescentes?
El interés está directamente relacionado con las APTITUDES. Algo que pensemos que no somos capaces de hacer, no va a despertar en nosotros ningunas ganas ni siquiera de intentarlo. Es fundamental presentarles a nuestros hijos las actividades como un reto asequible y del que pueden salir vencedores. Esa «victoria» será la motivación para volver a repetir y poco a poco ir creando la afición.
Igualmente importante es el papel que juegan los SENTIMIENTOS en el desarrollo de un hobby. Por ejemplo, en una familia con varios hermanos ser el músico, el artista, el actor o el entendido en plantas, puede ser una forma muy sana y productiva de que nuestro adolescente se reconozca asimismo en la vida familiar, cuando todo el resto de su identidad parece hacer aguas. También una afición compartida con uno de los padres puede ser el vínculo de unión en momentos donde otros cauces de comunicación parecen rotos.
El valor educativo de las aficiones
Una afición tiene en principio la finalidad de entretenernos. Sin embargo, las oportunidades educativas que encierra el cultivo de un hobby son innumerables. Vamos a fijarnos en tres de ellas, que son muy necesarias en la educación de los adolescentes.
– El verdadero aficionado es constante. Una vez descubierto el interés por esta actividad con el reto asequible que citábamos antes, nuestro propio hijo irá planteándose retos superiores que requerirán de paciencia, constancia y superación de pequeñas frustraciones para ir cubriendo nuevas metas, lo que a su vez le despertará la inquietud de plantearse nuevos retos que resolver.
– La capacidad de desarrollar estrategias y de resolver problemas inesperados son habilidades que se van adquiriendo a medida que uno adquiere maestría en su afición. Por ejemplo, el aficionado a la jardinería está cuidando sus plantas de temporada y ya está planificando qué plantar, dónde y cómo para que su jardín se mantenga bonito todo el año. Un aficionado a la espeleología planifica minuciosamente sus salidas, el material que necesita y tiene previstos planes alternativos ante la posibilidad de que surjan imprevistos.
– Una buena afición colabora en mucho a la construcción de una autoestima adecuada y realista.
Y a esta edad, ¿a qué se puede aficionar mi hijo adolescente?
A muchas actividades de campos muy variados. Qué pautas hay que tener en cuenta a la hora de proponerlas. Puede que ya sepamos por dónde van los gustos de nuestro hijo y también es posible que hasta ahora no le hayamos facilitado el desarrollo de esa actividad por el simple motivo de que a nosotros no nos gusta, porque no nos parece importante dedicar tiempo a esas niñerías, porque total no es nada que nos vaya a reportar un beneficio.
Como hemos indicado anteriormente para fomentar una afición es tan importante que nuestro hijo sea capaz de realizarla con éxito, que tenga cualidades para ello, como que se sienta seguro, apoyado y reconocido. No perdamos de vista, como señala el profesor Polo, que «lo interesante puede transformarse en aburrido, en decepcionante, en algo que a uno no le atrae si es que deja de ser asequible». Sería un error querer compartir la afición con nuestro hijo por el ajedrez pretendiendo que juegue a nivel profesional desde el principio, o que se aficione a la música clásica llevándole por primera vez a escuchar un concierto de Hyden.
Así pues, en ocasiones el gusto por una determinada actividad lo manifestará nuestro propio hijo, pero también puede ocurrir que haya disciplinas muy acordes con sus capacidades y no pueden aficionarse a ellas, simplemente porque no las conocen.
Aficiones, ¿qué interesa a los adolescentes?
– Cualquier momento es bueno y adecuado para iniciar el cultivo de una nueva afición. El ser humano, por muy aburrido que esté, puede descubrir nuevos intereses que lo devuelvan a la acción.
– Dedica tiempo a analizar si nuestro hijo sabe organizar su tiempo libre, si cultiva alguna afición saludable y la comparte con sus amigos.
– Procura descubrir nuevos intereses, que amplíen los horizontes de nuestros hijos adolescentes y les muestren de cuántas cosas son capaces y cuánto pueden llegar a divertirse simplemente compartiendo un partido de baloncesto, ensayando una pieza musical, planeando una excursión, diseñando un huerto o construyendo una magnífica maqueta.
– Disciplinas relacionadas con la naturaleza o con las maquetas, por ejemplo, pueden ser hobbies para descubrir mano a mano padres e hijos.
Respetando los gustos y cualidades de nuestro hijo, siempre será muy positivo para nuestra relación ser capaces de encontrar un hobby común. Puede que seamos nosotros los que tengamos que aprender e interesarnos por algo nuevo, pero merece la pena.
Mª Jesús Sancho. Psicóloga. Máster en Matrimonio y Familia.
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