En un mundo cada vez más polarizado y personalista, la bondad parece ser un valor en desuso. La reflexión sobre nuestra naturaleza y la construcción de nuestra moralidad es más importante que nunca. Con su obra “El problema de ser demasiado bueno” Xavier Guix nos invita a hacer un viaje introspectivo en el que descubrir cómo la bondad influye en nuestro desarrollo moral, las expectativas sociales y como ser bondadosos sin dejar de ser nosotros mismos.
Cómo ser bueno sin perder tu autenticidad
- ¿Nacemos con una inclinación hacia la bondad o la maldad, o es algo que aprendemos con el tiempo?
En esencia nacemos con la disposición a lograr nuestra mayor realización, o sea que tendemos hacia el bien. No obstante, aquello que es esencial se va recubriendo con las programaciones con las que hemos sido educados, a veces tendentes a la obediencia como también a la reactividad. Así vamos aprendiendo que, a pesar de lo que no ha ido bien, el camino hacia la bondad es el único que nos permite sentirnos en paz con nosotros mismos y los demás.
- ¿Existe en todas las personas una bondad intrínseca?
El potencial está en cada uno de nosotros, por lo tanto existe intrínsecamente. Luego dependerá de cómo se desarrolle en lo concreto, en el acto, en nuestras conductas. El libre albedrío del que disponemos decidirá si preferimos hacer el bien o no. Dicho así es como decir que la bondad, del mismo modo que se tiene, debe entrenarse y debe escogerse.
- ¿Aprendemos a ser buenas personas?
Decía Aristóteles que la virtud primero debe poder ser escogida. Puedo hacer el bien y también puedo hacer el mal. Por lo tanto, primero debo discernir sobre la naturaleza tanto del bien como del mal. Luego, debo practicar el bien y observar las consecuencias. Y solo al final, uno ama el bien y la bondad. Entonces no cabe duda que el potencial hay que aprenderlo a desarrollar.
- ¿Hasta qué punto influye la educación de los padres en el desarrollo moral de los niños?
Los padres primero, la escuela y el entorno inmediato son los espacios de aprendizaje moral. Seguramente, la influencia de los primeros años es enorme y se basa no tanto en lo que los padres quieren inculcar, sino en lo que los hijos ven hacer a sus padres, es decir, que el modelaje actúa como fuerza determinante.
- ¿Es una carga o una bendición tener que ser siempre «bueno»?
Sin duda es una carga, porque no es algo que uno decide ser, sino que lo es por obediencia, por sentido del deber o porque tema el rechazo de los demás. La gente bondadosa es una maravilla para el mundo, siempre que se tengan en cuentan así mismas y que su motivación sea hacer el bien, y no en cambio querer quedar bien.
La influencia de la educación en la construcción de nuestra moralidad
- ¿Cómo afecta a los niños tener que ajustarse a los modelos educativos tradicionales de sus padres para llegar a ser niños “como Dios manda”?
Les afecta en desarrollar una personalidad obediente y cumplidora, que si bien se adapta a muchos entornos, también padece que se aprovechen de ella. Tarde y mal se aprende que por querer quedar tan bien, no logra que te quieran más sino que te utilicen.
- ¿Qué impacto tiene en el desarrollo de la personalidad de los niños el constante mandato de portarse bien?
Algunos van a desarrollar lo que se llaman “mandatos” o “guiones de vida” como por ejemplo “esfuérzate” “complace” “hazlo todo perfecto”. Muchas personas siguen funcionando así de mayores, sin darse cuenta que siguen esos patrones reforzados en la infancia
- ¿Cómo nos afecta el tener que ser bueno o convertirnos en lo que se espera de nosotros?
Lo peor de todo es perderse a uno mismo, porque de tanto darse a los demás al final uno ya no sabe quién es, ni lo que quiere. La mala bondad consiste precisamente en hacer el bien para los demás pero perjudicando a uno mismo. Con el tiempo, uno se va resintiendo de no haber vivido su propia vida.
- ¿Es posible ser auténtico y bueno al mismo tiempo, o la autenticidad se ve comprometida?
La autenticidad significa la coherencia personal, es decir, pensar, sentir y actuar de forma congruente. Y por supuesto, uno puede ser auténtico y bondadoso porque el primer bien se lo hace a sí mismo, respetándose y respetando a los demás. A veces, sostener esa autenticidad exige poner límites, definirse, decir no cuando es no. Por eso diríamos que lo bueno es ser auténtico.
- ¿Cómo pueden los padres equilibrar la enseñanza de valores con el respeto a la individualidad de sus hijos?
Educar en valores es necesario para los hijos, del mismo modo que educar también significa “sacar de dentro”, es decir acompañar a los hijos a descubrirse en sus inclinaciones y en sus tendencias, que puedan convertirse en lo que son sin dañar a nadie, ni a sí mismos. En cambio, se tiende a educar según modelos imperantes con los que tal vez la criatura no se sentirá encajada. Solo se logrará que se adapte, pero renunciando a ser sí mismo. Encontrar ese equilibrio es toda una piedra filosofal.