La vida es larga y está repleta de momentos, tanto buenos como malos. Por muchas risas que se den en el día a día, hay situaciones en las que habrá que afrontar llantos por contextos difíciles. Quizás los adultos estén más preparados para superarlos y seguir adelanto, pero la falta de madurez en las generaciones más jóvenes puede ocasionar un mayor trastorno.
Una alteración que incluso se prolongue después de la finalización de estos momentos. Un trastorno que incluso finalizado el problema que lo originó, sigue generando problemas en el niño o adolescente. Desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, se recomienda en primer lugar identificar posibles situaciones que originen estos casos en las nuevas generaciones y a continuación reconocer síntomas para tratarlos.
Trastornos tras el estrés
Los expertos de esta organización señalan que estos trastornos suelen aparecer tras un momento que podría calificarse como traumático. Estas son algunas de las situaciones susceptibles de causar estos problemas:
– Duelo por el fallecimiento de una persona cercana.
– Enfermedades que requieren hospitalizaciones frecuentes. Tanto en el caso de los jóvenes como en el de sus familiares
– Bullying o acoso escolar. Especialmente cuando aun habiéndose solucionado el problema, se sigue manteniendo el contacto con el acosador.
– Cambios de residencia y lejanía de su antigua zona de confort.
– Cambio de etapa escolar. Es más notable en los cambios del instituto a la universidad.
Pasar por estas situaciones no quiere decir que se vaya a desarrollar uno de estos trastornos. Para identificarlos, también habrá que atender a algunos síntomas:
– Sensación de malestar repentina y sin ninguna causa de salud que lo explique.
– Síntomas depresivos traducidos en tristeza, llanto, ideas de inutilidad, apatía, desmotivación, insomnio.
– Síntomas de ansiedad. Demasiada preocupación por sufrir, miedo a salir a la calle en donde se ubican sus peligros.
– Respuestas agresivas y una tendencia al aislamiento social, distanciamiento de aquellos que lo rodean.
– Fenómenos regresivos y conductas propias de la etapa infantil como orinarse encima, lenguaje infantil o chuparse el dedo.
Ayudarlo en esta situación
La AEP señala que estos trastornos para adaptarse a nuevas situaciones, tras momentos traumáticos, son transitorios y la mejor receta es esperar a que pase el tiempo para que el niño o adolescente se acostumbre a este nuevo contexto. Aunque los padres pueden ayudar a su hijo a alcanzar este momento con las siguientes técnicas:
– Ofrecer confianza y dedicar tanto tiempo como sea posible para animarlo a hablar de la situación y que revele sus sentimientos.
– Aceptar su tristeza, no tratar de evitarla o ignorarla, ni darle poca importancia. Es un sentimiento real que hay que superar, no menospreciar.
– Ser paciente, cada niño necesita su tiempo. No hay que recriminar el escaso avance, sino animarlo a hablar de qué le impide mejorar y por supuesto, aplaudir cualquier paso adelante.
– No sobreproteger al niño, ya que debe aprender a afrontar situaciones negativas y la única forma de hacerlo es afrontarla. Lo bueno de estos momentos es que al final se aprenderá una lección sobre cómo superar los reveses.
Damián Montero
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