Me invitan a iniciar este blog lo que me hace una profunda ilusión y agradezco, en el que pretendo volcar la experiencia de toda una vida centrada al periodismo, en su total dimensión, aunque mi mayor dedicación siempre estuvo ligada al mundo de la automoción en todas sus facetas, son muchas cosas las que me han interesado y en la que he participado. Espero que lo que a partir de este post de inicio contaré, resulte interesante.
Para centrarme en lo más próximo, comienzo con algo que siempre me ha preocupado y que seguro repetiré en más ocasiones, la relación de las personas con el entorno de la circulación. Siempre he creído que la libertad es una de las mayores aspiraciones de las personas.
El coche es un instrumento que nos permite ejercer esa libertad, una herramienta sobre la que mandamos, que multiplica la fuerza, la velocidad y nos obedece, que en ocasiones nos transforma y no siempre saca de nosotros lo mejor.
El automóvil es sin duda un gran invento y no es necesario que exponga aquí todas sus virtudes y cualidades, pero tiene un grave inconveniente, se mueve en un entorno muchas veces agresivo, hostil y conflictivo, en el que muchos conductores hacen abuso de esa libertad que hemos dicho otorga el automóvil.
Por más que nos esforcemos todos, las personas particulares, las entidades públicas y las administraciones, esta es una realidad sobre la que lo único que podemos hacer es admitirla y enfrentarnos a ella con el propósito de fomentar la mejor relación con el resto de conductores, mostrar la mejor sonrisa y, sobre todo, no hacer de nuestro derecho a la libertad un asunto de competición.
Aunque el grado de crispación de la circulación es una factor que no se considera entre las causas de la accidentalidad, siempre he estado convencido que un entorno más amigable en las calles y carreteras reduciría la conducta agresiva de muchos conductores o esas maniobras inexplicables, que son preludio de incidentes de circulación, en ocasiones con resultado de víctimas. Y no olviden que la sonrisa puede ser contagiosa, provoquemos ese sano contagio.
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