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Tristeza o distimia: cómo identificar la tristeza crónica

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La tristeza crónica

La tristeza es una emoción que forma parte de nuestro repertorio natural. Como todas las emociones cumple una función necesaria para el bienestar. Puede tener múltiples manifestaciones pero siempre es pasajera, nos abandona cuando ya no la necesitamos dejando paso a otras emociones positivas. Cuando la tristeza, aunque no excesiva, es una constante, sin causa aparente, podemos estar ante un caso de distimia.

La tristeza cumple una importante función

La tristeza aparece como consecuencia de una situación negativa y provoca sensación de cansancio, apatía, desgana, falta de ilusión, e incluso a veces desesperación. Aunque es una emoción de tipo negativo, cumple una importante función. La tristeza nos ayuda a la reflexión, al descanso y al reajuste psicológico, necesarios para superar la situación precipitante.

La tristeza no es algo grave, por lo que debamos preocuparnos demasiado, ya que pasará con el tiempo. Sin embargo cuando esta sensación de tristeza, se mantiene durante años podemos estar ante la distimia.

La distimia, un tipo leve de depresión

La distimia es un trastorno del estado de ánimo. Es un tipo leve, pero crónico de depresión. Aunque no supone una tristeza tan profunda e intensa como la depresión puede llegar a ser más grave ya que su carácter crónico hace que sus efectos sean permanentes. Es decir la distimia dura más tiempo que una depresión y por lo tanto sus consecuencias son permanentes.

Síntomas de la distimia o tristeza crónica

Síntomas de la tristeza crónica o distimia

Para saber cuándo estamos ante un caso de distimia es muy importante conocer sus síntomas. El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, recoge los siguientes criterios para el diagnóstico:

1.  Presencia de un estado de ánimo crónicamente depresivo la mayor parte del día de la mayoría de los días.
2.  Se mantiene constante durante al menos dos años.
3.   Aparece sin que haya habido ningún episodio depresivo mayor.
4.  Junto con la aparición de dos o más de estos síntomas:

                        –   Pérdida o aumento de apetito.
                        –   Insomnio o hipersomnia.
                        –   Falta de energía o fatiga.
                        –   Baja autoestima.
                        –   Dificultades para concentrarse o tomar decisiones.
                        –   Sentimientos de desesperanza.

¿Por qué aparece la distimia?

La distimia es un trastorno del estado de ánimo, sus causas aún no están muy claras. La tristeza viene desencadenada por una situación precipitante, pero en cambio la tendencia a los episodios de tristeza y de depresión leve, no tiene una causa precipitante.

Aunque aún no están clarificadas las causas de la distimia, podemos recurrir a la concurrencia de varias causas para responder al interrogante sobre la aparición de la distimia. Se asocia, por un lado a una predisposición genética, a un tipo de temperamento que es provocado por la alteración de un neurotransmisor conocido como serotonina que da lugar a un estado de ánimo de tipo depresivo. Por otro lado puede ser debido a una manera de pensar aprendida, a una tendencia a los pensamientos negativos. Las investigaciones demuestran que existe un tipo de vulnerabilidad cognitiva asociada a los estados depresivos, aquellas personas con tendencia a los pensamientos negativos tienen tendencia también a trastornos del estado de ánimo de tipo depresivo.

Cómo podemos diferenciar la tristeza de la distimia

La tristeza y la distimia tienen similares manifestaciones es por ello que en muchas ocasiones la distimia pasa desapercibida y no es diagnosticada, ni tampoco tratada de manera adecuada. La distimia es un trastorno del estado de ánimo con graves consecuencias y por lo tanto precisa tratamiento, resulta imprescindible prestar atención a los síntomas para poder reconocer cuando estamos ante la distimia. Algunas pautas para reconocer la distimia y diferenciarla de la tristeza son las siguientes:

1.  La tristeza tiene una causa desencadenante, una situación complicada, conflicto, frustración, etc… en cambio la distimia aparece sin razón aparente.

2.   La tristeza tiene una duración determinada, dependiendo de la persona y de la situación acaba con el tiempo. Sin embargo, la distimia es permanente, está presente durante varios años, e incluso toda la vida.

3.    La distimia no es más intensa que la tristeza, no se trata de un tipo de depresión grave o una intensa desazón y desesperación, pero si es más larga su duración.

4.   La tristeza comienza y termina, pero no tiene intervalos. La distimia, en cambio presenta periodos de mejoría (en el mismo día, durante varios días, etc.) que desgraciadamente, remiten y conllevan de nuevo a la apatía, desgana, etc.

5.   La distimia suele interferir en el funcionamiento de la persona, afecta a su desempeño laboral, académico, a sus relaciones, interacciones, etc.

Consejos para afrontar la distimia o tristeza crónica

La distimia es un tipo de tristeza permanente o crónica. Se trata de un trastorno del estado de ánimo y por lo tanto precisa un tratamiento adecuado.

–   Ante cualquier duda acerca de padecer el trastorno acuda a un especialista que pueda elaborar un diagnóstico.

–   En cuanto al tratamiento, determinadas psicoterapias han demostrado su eficacia en la mejoría de los síntomas: cognitivas, conductuales, psicoanálisis. Pueden acompañarse de tratamiento farmacológico.

–   Cambiar el estilo de vida, los pensamientos son pequeños cambios que pueden suponer pequeñas mejorías en el trastorno, por ejemplo: hacer ejercicio moderado, alimentación sana, llevar una rutina del sueño, llevar un nivel de actividad que pueda permitirnos sentirnos útiles, evitar el estrés,  cuidar las relaciones y mantener la vida social.

Pautas para reconocer la distimia, la tristeza crónica

1.   Sensaciones similares a la tristeza: desgana, desilusión, apatía,*.apenas ganas de salir de casa o hacer cosas cotidianas.
2.   Alteraciones del sueño. Puede producirse insomnio o hipersomnia.
3.   Alteraciones de la alimentación: se come menos o se come más.
4.   Escasas relaciones sociales.
5.   Interferencias en la vida laboral y/o académica.
6.   Baja autoestima.
7.   Dificultades para concentrarse.

8.   Incapacidad de tomar decisiones.
9.   Estado de ánimo que perdura en el tiempo, con intervalos de mejoría.
10.   No se trata de una depresión grave.
11.   No tiene causa desencadenante.

Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.

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