Hablar del colegio, y no siempre para bien, está de moda. En los últimos meses, muchos centros educativos han tenido que hacer frente a la creciente realidad de los grupos de Whatsapp de padres, con todos sus aspectos positivos, como los avisos y la mejor coordinación, y otros muchos negativos, como los comentarios críticos o la tendencia a no permitir que los hijos se hagan responsables de los deberes.
Un perjuicio para los hijos
Un error frecuente de los padres es seguir debatiendo delante de los hijos pequeños sobre esos aspectos del colegio que han dado que hablar en el foro. Lo hacemos sin darnos cuenta y no los introducimos deliberadamente en la conversación. Puede que charlemos mientras vamos en el coche porque suponemos un muro invisible entre los asientos delanteros y los traseros, mientras preparamos la cena y ellos circulan por la cocina o mientras supuestamente atienden a su serie favorita de la tele. Pero no podemos olvidar que los niños captan todo y lo captan al instante.
Hablar del colegio delante de los niños, incluso aunque nosotros no critiquemos la actitud del centro educativo, sino la actitud de los padres que la critican, entraña un considerable riesgo de cara al establecimiento de la autoridad que necesitan los profesores para ejercer su trabajo. Sin darnos cuenta, estamos haciendo ver a los niños que esa autoridad se puede poner en cuestión en cualquier momento.
No significa que debamos hacer niños acríticos, sino que tenemos que tener muy en cuenta que cualquier comentario que merme la autoridad de los profesores redunda en nuestro propio perjuicio y el de nuestros hijos.
Ni que decir tiene que es importante no criticar al centro escolar delante de los hijos. Basta con establecer un criterio similar al que emplea un matrimonio. Aunque el padre y la madre no estén de acuerdo en algún momento, la cuestión se debatirá en la intimidad, para no quitar autoridad a la otra parte. Si nuestros hijos nos cuentan algo del colegio que no nos parece bien, recabada la información pertinente, deberíamos de acudir directamente al centro, sin conocimiento de los menores, para pedir ulteriores explicaciones. En la mayoría de los casos, esta relación fluida entre colegio y padres bastará para comprender y, en su caso, cambiar, aquellos aspectos que no nos resultan apropiados.
Pero si hacemos partícipes los hijos de estas dudas, ellos mismos acabarán por dudar de la pericia de sus profesores. Detrás de un alumno que falta al respeto a sus profesores o que no les obedece de manera adecuada se esconde, en demasiadas ocasiones, un padre que ha criticado a esos profesores o que ha animado a los hijos a no hacerles caso cuando reciben reprimendas. Los niños son reflejo de sus padres. Por eso es mejor lavar en privado los trapos sucios del colegio.
María Solano. Directora de Hacer Familia