A los 12 años, termina la edad de oro del aprendizaje de los niños. Por lo tanto, antes de esta edad, debemos pensar qué clase de persona queremos que sea nuestro hijo y proyectar su futuro mediante un plan o estilo educativo. Así los hijos se sentirán atendidos, controlados y queridos, con la suficiente capacidad personal y libertad para desenvolverse en la sociedad.
Hijos maduros y seguros
Los padres desean lo mejor para sus hijos. Sin embargo, «por desconocimiento, cansancio, herencia recibida o formas de entender la vida, en muchas ocasiones, la forma de educar no es la más adecuada», como explica en su libro Educar en positivo, el autor Fernando Corominas.
El hijo se va convirtiendo en persona, cada vez más plena, en la medida en que su relación de filiación con sus padres se base en el cariño, admiración y respeto. Esta densa relación impregnada de amor, además de ser un medio para conseguir el necesario apego materno y paterno, también producirá en el hijo una sensación de seguridad, madurez y responsabilidad.
¿Estoy haciendo lo correcto en la educación de mis hijos?
El cariño no está reñido con unas normas claras, flexibles y exigentes. ¿Cómo descubrimos que nuestro estilo educativo no les está ayudando a madurar, a ser responsables y felices? Cuando empleamos un estilo educativo tradicional, autoritario o paternalista.
La educación tradicional debe ser sustituida por la educación en positivo. Según Fernando Corominas, en su libro Educar en positivo, de Ediciones Palabra, se está educando erróneamente:
– Cada vez que decimos a nuestros hijos: no hagas, no digas, no seas*
– Cada vez que les gritamos.
– Cada vez que repetimos las órdenes para que obedezcan.
– Cuando amenazamos con imponer castigos o los imponemos sin previo aviso.
– Cuando les hablamos y ellos no quieren escuchar.
– Cuando corregimos a los hijos justo después de hacer algo mal y no esperamos a templar nuestro ánimo.
– Cada vez que los padres hablan enfadados.
– Al observar que nuestros hijos nos tienen miedo.
– Al percibir que nos faltan el respeto frecuentemente.
– Al descubrir que no pueden o no quieren hacer las cosas por sí solos.
– Al reparar que se exigen poco, no son responsables y con frecuencia echan la culpa a los demás.
– Cuando el matrimonio se enfrenta continuamente por la forma de corregir o exigir a los hijos.
El fin de todo estilo educativo
El estilo educativo debe hacer sentir al hijo que es una persona capaz de realizar proyectos, ponerse metas, darse a los demás, aunque se descubra limitado para algunas acciones, con buenas y malas pasiones que a veces motivan y que otras arrastran, pero con una voluntad firme para dominarlas. Todas estas acciones educativas, llenas de amor y cariño, deben conducir a la persona-hijo a estar convencido de que es un ser singular. Lo que penetra por la vía del afecto, deja huella en el cerebro y en el corazón.
Cómo se trasmite el estilo educativo de padres a hijos
1º Por los valores que el matrimonio comparte, vive y enseña.
2º Por las expresiones de afecto entre los cónyuges, los padres a los hijos, los hijos a los padres y entre los hermanos; las ocasiones que tienen todos, fundamentalmente los hijos, para sentirse queridos.
3º Por las formas que se empleen para ejercer la autoridad, si predomina el premio o el castigo.
4º Por las conductas autónomas y de madurez.
5º Por los niveles de comunicación en la familia: si se conversa y se conocen las preocupaciones e intereses.
No hay técnicas exactas para transmitir un estilo educativo
No existe un estilo educativo más correcto o eficaz. Pero la experiencia demuestra que unas formas de educar conducen a personas inmaduras, inseguras e infelices y otras, no. Las madres y padres son seres humanos con sus personales limitaciones, por lo que no es posible que se puedan mantener siempre un estilo educativo con aciertos continuos. Estaríamos hablando de unos padres perfectos, poco humanos y seguramente incapaces de entender las limitaciones de los hijos.
Los padres, según las capacidades y el carácter de sus hijos y en función de las diferentes circunstancias que se den por edad, sexo o lugar, tendrán que ejercer la autoridad con firmeza en algunas ocasiones, ser protectores en otras e incluso permisivos en algunas.
El mejor modelo educativo está en la combinación y el equilibrio entre la necesaria exigencia que los hijos necesitan y la conveniente autonomía que hay que concederles para que sean poco a poco independientes, responsables, creativos y felices. Hay que combinar el «no» con el «¿tu qué harías?».
Si educas así, tu hijo será…
Un estudio realizado por Baldwin y Baumrind en 1971, denomado El desarrollo de la personalidad del niño, reveló las siguientes consecuencias en los hijos según el estilo educativo de los padres:
– Si sois afectivos pero con ausencia notable de normas, pasáis mucho tiempo fuera de casa y cuando estáis protegéis mucho a vuestros hijos, no les reñís con seguridad, ni recompensáis sus actuaciones singulares, vuestros hijos tendrán más probabilidades de ser inmaduros, lentos en procesos educativos, apocados, muy dependientes de los demás, con pobres resultados académicos y con grandes posibilidades de ser egocéntricos y caprichosos.
– Si tenéis firmes convicciones, pero reconocéis que os cuesta ejercer la autoridad, no tenéis claro cómo exigir a vuestros hijos, les dejáis con frecuencia libertad para hacer las cosas, os comunicáis poco con ellos aunque a veces recompensáis, vuestros hijos serán niños más confiados, con nivel mayor de aprendizaje, capaces de controlarse pero con cierta grado de inseguridad e inconstantes en sus tareas.
– Si pasáis el tiempo suficiente en casa, respetáis las iniciativas de vuestros hijos pero sin dejar de ser firmes en vuestros criterios, sancionáis lo justo cuando no cumplen las normas dando razones de las exigencias, vuestros hijos tendrán más posibilidades de ser niños seguros, alegres, eficaces en las tareas, con detalles de independencia y creatividad. y receptivos a las órdenes.
Tomás Malmierca. Director técnico del FERT
Más información en libro Educar en positivo, de Fernando Corominas. Ediciones Palabra.
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