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Tipos de padres: ¿con cuál te identificas?

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Educar a un hijo no es fácil, hay que tener paciencia, constancia y empatía. El tipo de educación que les demos a nuestros hijos va influir en el desarrollo de su personalidad. Y no nos referimos exclusivamente a la educación que reciben en el colegio, sino a la familiar.

Todos los padres queremos que nuestros hijos se conviertan en buenas personas y sepan comportarse correctamente. Para ello, debemos transmitirles valores positivos desde pequeños. Todo lo que aprendan en el seno familiar lo trasladarán después a su propia vida.

¿Qué tipo de padres somos?

No todas las personas son iguales y por lo tanto no todos los padres educan a sus hijos de la misma forma. Pedro García Aguado y Francisco Castaño Mena nos cuentan en su último libro «Aprender a educar 2» de la editorial Grijalbo, los modelos de padres que podemos encontrarnos:

– Autoritarios: aquellos que imponen y ejercen un gran control  y autoridad sobre sus hijos. Suelen hacerlo mediante la afirmación del poder (esto se hace así porque yo lo digo) y mandan y ordenan al hijo sin ningún tipo de razón. Los hijos suelen tener tendencia a estar deprimidos o a adoptar una personalidad tirana.

– Sobreprotectores: «excesivamente alarmistas y miedosos, protegen tanto a sus hijos de cualquier peligro al que puedan verse expuestos que acaban por negarles la oportunidad de relacionarse con el mundo» – Así los definen Aguado y Castaño en su libro. Limitan o impiden que sus hijos conozcan y exploren el mundo por sí mismos. Además cuando su hijo comete algún error lo tapan, ignoran o justifican. Por ejemplo, cuando les llaman del colegio siempre justifican a sus hijos. El hecho de pensar que sus hijos son de cristal desemboca en un sentimiento en los niños de inseguridad y poca valía.

– Colegas: se consideran amigos de sus hijos y por lo tanto, suelen ser muy permisivos. No dejan claros los límites y por consiguiente, tampoco la jerarquía familiar. Esto provoca un sentimiento de superioridad en el hijo y desemboca en actitudes descontroladas o tiranas. Lo que diferencia a un padre de un amigo es la autoridad, que no debe confundirse con el autoritarismo. La jerarquía en casa es necesaria.

– Manipuladores: utilizan el chantaje para conseguir que sus hijos hagan lo que ellos desean. Como consecuencia, los hijos aplican este comportamiento a todos los ámbitos de su vida: cada vez que quieran conseguir algo, recurrirán al chantaje. «Prometen y hacen regalos a cambio de la obediencia del hijo».

– Los que no van al mismo compás: los definen Pedro García y Francisco Castaño como «aquellos que no deciden en común qué es lo mejor para sus hijos y que quizá, al pensar de manera opuesta se contradicen«. Suelen darse en los casos de padres divorciados. El niño acude a la madre o al padre y al recibir una respuesta negativa lo intenta con la otra persona de la pareja. Esto suele generar muchas discusiones en la pareja, generan mucha inestabilidad en el niño y en el seno familiar.

– Empáticos: saben ponerse en la piel de su hijo y por lo tanto les ayudan a afrontar sentimientos negativos como el miedo, la tristeza o la rabia. Tienden entre ellos y sus hijos un puente de confianza y sinceridad y a la vez tienen la capacidad de enseñar a sus hijos. Como resultado, los niños tienen un mayor control sobre sus emociones y es más fácil para ellos, por ejemplo, clamarse cuando están agitados.

En definitiva podemos clasificar todos estos tipos de padres en dos grandes grupos: los que fomentan una actitud positiva (saben escuchar, comunicar, poner límites…) y por otro lado los que fomentan una actitud tirana (padres autoritarios, colegas, manipuladores…).

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Tipos de padres

Ser padre a veces es complicado, por eso aquí te dejamos una serie de consejos para educar a los hijos de una manera positiva.

1. Dejarles experimentar aunque se equivoquen: muchas veces intentamos proteger a los hijos para que no comentan los fallos que vemos venir. No obstante, cometer estos fallos es parte del proceso educativo de los niños. Debemos dejar que los comentan y se den cuenta de qué les ha llevado hasta allí y como pueden solucionarlo.

2. No comparar ni descalificar: esto puede generar un sentimiento de inferioridad en el niño, pensar que nunca es lo suficientemente bueno. Esto desarrolla inseguridad. Hay evitar las frases como «aprende de tu hermano».

3. Límites y disciplina sin amenazas: es importante establecer una serie de pautas o normas y que sean cumplidas pero nunca de manera forzosa o con amenazas. Debemos hacer entender a los niños por qué es importante que las cumplan.

4. Reforzar las cosas buenas: muchas veces se nos olvida recordarle a nuestros hijos todas las cosas positivas. Tan importante es rectificar sus malas conductas como reforzar las buenas. Los niños son muy sensibles y los descalificativos pueden afectarles en gran medida.

5. Ser paciente y constante: esto genera un ambiente mucho más cálido y relajado. Los niños aprenden así a disfrutar de este ambiente y se muestran más contrarios a romper esta calma.

6. Fomenta su creatividad: juega con ellos y estimula su imaginación para que el niño adquiera mediante juegos y de forma divertida buenos hábitos, como por ejemplo lavarse los dientes.

7. Confianza: si tus hijos tienen algún problema o deben tomar una decisión difícil muéstrales tu apoyo y cariño. Deben saber que estás ahí para que les aconsejes o le des tu visión del problema.

María Rojas Sanabrias

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