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Típicos tópicos de la pareja

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Pocas experiencias son más gratificantes que decir algo vago o difícil de expresar y sentirse entendido por tu cónyuge. La aptitud para conversar en un lenguaje privado en el que se puedan expresar sentimientos, ilusiones, impotencias y fracasos, supone una clase muy especial de contacto. Una conversación íntima, en la que podemos vaciar el contenido de nuestro corazón, expresa la esencia de una relación.

En los matrimonios desavenidos, los placeres de la conversación se pierden en desaciertos y malentendidos. En lugar de gestos de complicidad o alusiones ingeniosas, se suelen dar referencias críticas y miradas frías o esquivas. Son momentos duros, en los que se vive una soledad acompañada.

¿Cómo se ha perdido el diálogo fluido? Se altera gradualmente, normalmente debido a problemas de fondo que están sin solucionar. Los intereses son diferentes o ni siquiera sabemos cuáles son los del otro. Las perspectivas acerca de la vida conyugal y familiar no se han analizado en conjunto. No se han compartido. Si la prioridad de la mujer es la atención exquisita a sus hijos, sus estudios, que se sientan queridos y seguros, que hagan deporte, que vivan sanos y los antepone al marido, antes o después, la relación sufre carencias.

Experiencias gratificantes en la pareja

Foto: ISTOCK 

En consulta, muchos maridos nos dicen que sienten vacíos. Su relación como pareja es aburrida, su mujer habitualmente está cansada cuando llega la hora de salir. Todas sus energías se consumen en la atención que requieren los hijos y el trabajo profesional. «Ganamos bastante dinero entre los dos, pero esta vida no merece la pena». ¿Cuál de los dos renuncia a un ejercicio profesional menos intenso, a favor del tiempo que requiere un amor que hay que construir? En mi opinión esta es la pregunta clave.


Estamos viviendo un destrozo personal, un sufrimiento y una ansiedad en nuestra generación que se lleva tras de sí a las familias. Las descoyunta.


Los matrimonios se separan sin haberse dado tiempo para amarse de verdad. No somos conscientes que si empeñásemos en nuestra vida amorosa un poco más de tiempo y de energía, sería un éxito. Probablemente, los ingresos serán menores pero, ¿nos hemos planteado una vida con tiempo para pasear, ir al cine, salir solos algún fin de semana, hacer deporte o simplemente «Perder el tiempo» estando con los nuestros? ¡Que nadie me diga que no es posible¡

Cuando aparece una tercera persona y se inicia una relación amorosa, ¡sacan tiempo de donde no lo había! ¿No será que lo menos cuidado y atendido es nuestra propia elección de amor? Revisar mi actitud debería de ser un trabajo interior diario. Todo lo que pensamos y sentimos antes o después sale al exterior, se nota aunque no queramos. Las actitudes interiores y las disposiciones anteceden a los hechos. Somos lo que hacemos y hacemos según pensamos. Como dice el refrán: «Obras son amores y no buenas razones». No podemos perder de vista que nuestra interacción más íntima con el otro, ocurre cuando nos entendemos hablando. Puede ser la expresión más profunda de la propia relación. Ofrece la oportunidad de compartir secretos, demostrar interés por los triunfos y los problemas del otro y experimentar intimidad.

La afectividad se caracteriza por ser capaz de ponerse en lugar del otro, de entender todo aquello que le hace sufrir y potenciar lo que le lleva a sentirse mejor. Saca de los demás lo mejor que hay en ellos, por un modo cierto de querer. Cuando procuramos amar de verdad nos esforzamos en acertar, dar gusto, decir y hacer lo que el otro necesita y no lo que yo quiero. También en las conversaciones. Este modo de comunicarse lo echan en falta las mujeres. Se quejan de que sus maridos demandan relaciones sexuales sin dar previamente ninguna de señal de aprecio personal.
Nos cuentan: «No entiende que si me llama en todo el día, está malhumorado y se ha montado la bronca por cualquier cosa, yo no puedo cambiar mi estado de ánimo de repente y estar con él».

Típicos tópicos

Parece que la relación matrimonial debería de ser aquella en la que la total sinceridad funcionase. Hay varias razones por las que no es así:

1. En ocasiones puede ser tan punzante e hiriente como una bofetada. Hacemos daño y no solucionamos nada. No restauramos sino que lo estropeamos más. La verdad desnuda y en momentos de cólera siempre produce dolor.

2. En momentos de agotamiento o enfado, el estado cognitivo es único: el otro es un adversario. Este estado de ánimo tiende a exagerar las acciones y rasgos negativos e ignorar los positivos. Incuso los neutros se convierten en negativos. Los juicios son distorsionados y exagerados. Las observaciones son despectivas y llegan a provocar heridas profundas.

3. Lo que el cónyuge enfadado expresa suele ser subjetivo y fruto de su estado de ánimo. El otro que es el blanco del ataque, puede quedarse con ese rótulo negativo, como expresión auténtica de los sentimientos del otro.

«La diplomacia coloquial» que se utiliza en una vida social más extensa, sería bueno ponerla en práctica en casa, en la intimidad para no herir nunca. Desarrollar nuevos hábitos de habla es como aprender cualquier técnica de otro tipo, como conducir un coche.

Recuerdo un verano que tuve que conducir en Gales por la izquierda con el monovolumen lleno de niños. Tuve que concentrarme en coger las curvas y las rotondas al revés. Los primeros días fue estresante, pero al final ya podía dedicarme a hablar con ellos porque había incorporado ese hábito. Se trata, en definitiva, de incorporar nuevos modos de dirigirnos entre nosotros, más amables, más cálidos, más positivos. Traer los modales que usamos fuera, al interior de nuestro hogar. La alegría de un matrimonio puede llegar a estar en la riqueza o pobreza de su conversación. En un matrimonio conflictivo, los cónyuges olvidan a menudo las diversiones de las que disfrutaban, antes de los conflictos.

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