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Si yo hago familia, ellos hacen familia

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Me topo con un pequeño reportaje en la web de la BBC que está dedicando estos días a trazar perfiles de mujeres. Ha seleccionado a cien de esa inmensa aproximadamente mitad de la humanidad. La que toca hoy es una chica de 29 años que declara sin tapujos que no quiere ser madre jamás. De hecho, su protesta nace de las largas que le dan en el servicio de salud pública británico para cubrir el ligado de trompas que demanda.

Leo interesada los motivos que le han llevado a tal decisión. Me entero de que el origen del problema, como ella misma indica, es meramente emotivista. Ese emotivismo contagioso y pegajoso que se extiende en la sociedad posmoderna y que inhabilita para el ejercicio de cualquier actividad que a uno «no le plazca» en ese preciso instante. Después, como buena posmoderna, adorna de razones la emoción y justifica su decisión que, por supuesto, no entraremos a juzgar.

Porque llego en este punto de mi lectura a la clave del problema. Bajo una fotografía con ese tono ochentero del ya casi inexistente revelado en papel, una mujer joven sonríe a la cámara acompaña por dos niñas pequeñas. Una de esas niñas es la protagonista de nuestra historia. Explica -imagino el tono al decirlo- que su madre nunca quiso tenerlas a ella y a su hermana. Que si lo hizo fue solo para complacer a su padre, que deseaba formar una familia. Esa vivencia de la frustración de su madre es, como ella misma reconoce, el motivo principal por el que no tendrá hijos.

La importancia de la familia

Foto: THINKSTOCK 

Entonces, miro hacia mi casa y me planteo: ¿habré dado muestras en alguna ocasión de que tener familia es una carga? ¿quizá alguno de esos días en los que, agotada, se me escapa un «ya no puedo más»? ¿Demuestro cada día dentro de mi propio hogar que tener familia es lo mejor que me ha pasado?


Porque de mi capacidad para hacer familia y engrandecer a la familia depende, decididamente, el que mis propios hijos tengan en tan alta estima este maravilloso don que el día de mañana lo busquen para sí.


Naturalmente serán libres de elegir, pero no quiero que jamás pongan en duda que, aunque este camino no es fácil, es el camino que más felices nos hace.

María Solano Altaba. Directora de la revista Hacer Familia

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