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La rebeldía adolescente: cuando la familia es el origen

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En muchas ocasiones, los padres pensamos que nuestro hijo es el que tiene que cambiar. No se puede vivir con tanta rebeldía, tanta pereza, tanto hacer lo que le da la gana. Sin embargo, no nos paramos a pensar que quizás somos nosotros, los padres, los que nos estamos equivocando, los que, por diversos motivos con o sin intención, estamos actuando mal y es la familia el origen de la rebeldía adolescente.

«Mi hijo está insoportable. Todo lo que le digo le entra por un oído y le sale por otro. Ha bajado en las notas, vive en casa como si fuera una pensión y sus faltas de respeto son continuas. Con su padre no puedo contar porque siempre está trabajando y además, él y yo no hablamos últimamente de nada». Si esto te suena, sigue leyendo.

¿Tenemos los padres la culpa de la rebeldía de los hijos adolescentes?

La adolescencia es una etapa de cambios, es una etapa de crisis. La niñez se va quedando atrás y el chico o la chica va descubriéndose así mismo, su interior, su persona.

Es verdad que la rebeldía viene aparejada a la adolescencia, pero no por ello, debemos pensar que «son cosas de la edad que ya se le pasarán». No. Tenemos que saber las causas de sus sublevaciones y sobre todo, averiguar si esa rebeldía es una respuesta a su falta de seguridad por no ver una familia estable, por observar unos padres desunidos, distantes, que pasan más tiempo en el trabajo que en casa, que se ignoran o por el contrario, que están todo el día discutiendo. Quizás, el matrimonio ya está roto. Tenemos que descubrir si nosotros, los padres, somos los responsables de que nuestro hijo esté totalmente descentrado.

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El adolescente necesita una familia que le escuche

El adolescente necesita, más que nadie, una familia que le escuche, le comprenda y le quiera. Es una época en la que necesitan seguridad y confianza de sus padres y educadores, necesitan que les reafirmen en lo que valen y les permitan sentirse seguros de ellos mismos. Si no reciben de sus padres esa seguridad, se sentirán a la deriva.

Madres, al borde de un ataque de nervios

Quizás te veas reflejada en esta escena: tienes un hijo adolescente que nada le puedes decir porque está siempre como enfadado, que cada vez que te diriges a él o ella con ánimo de dialogar, recibes respuestas monosilábicas y hurañas. Sin embargo, eres consciente de que debes decirle muchas cosas, incluso más que hace unos años. Las madres están casi siempre en el centro del ojo del huracán de las discusiones con sus hijos adolescentes. Y muchas veces terminas diciendo: «Cuándo venga tu padre, verás» como si el padre fuera el agente de autoridad, un padre-gendarme que ha de imponer el orden que el adolescente quebranta y la familia precisa.

Con hijos o situaciones así, es comprensible que la madre esté casi siempre al borde de un ataque de nervios, y que su ansiedad se proyecte y se resienta luego en las relaciones con su marido, quien en algunas ocasiones, en plan benevolente para con el hijo, tal vez culpe a la madre por lo inoportuna, machacona y desacertada que está en lo que le exige a su hijo adolescente.

La crisis de pareja con hijos adolescentes

Es en estos casos, cuando el conflicto madre-hijo, (en otras ocasiones el conflicto se da entre el padre y el hijo) se amplía y se prolonga en el conflicto esposo-esposa, por lo que la madre (o padre) están muy cansados y se cuestionan «¿Se puede vivir así?».

La crisis en la pareja revierte en una educación demasiado permisiva hacia sus hijos. ¿Por qué pierden los padres su firmeza para decir no cuando es que no? Porque el padre o la madre buscan también consuelo en sus hijos, y quieren a toda costa no perder su cariño que no encuentran en su cónyuge. Así, evitan broncas, discusiones etc. No se dan cuenta lo equivocados que están con ese planteamiento educativo, ya que está demostrado que un hijo no quiere más a sus padres en la medida en que le dejan hacer lo que quiere, sino en la medida en que tenga unos límites que le lleve a esforzarse y a crecer en voluntad en sus estudios, en su vida, en sus relaciones sociales.

La educación permisiva, sin límites, aboca a los adolescentes a llevar una vida de auténtico confort, sin esfuerzo por nada, exigiendo para que todo esté a punto y como él quiere. Nunca se conformará y siempre pedirá más, más dinero, más caprichos, más bienes materiales.

Por lo tanto, la ausencia de convivencia familiar, el aislamiento personal y la generalizada permisividad pueden transformar la vida de los adolescentes en auténticas islas en el mar infinito del mundo, sin brújula para orientarse y sin energías para buscar la brújula perdida de la que no disponen.

Consejos para que la familia no sea el detonante de la rebeldía del adolescente

1.   No es fácil para el adolescente convivir con unos padres distantes entre ellos, desunidos y sin complicidad el uno con el otro. En definitiva, sin unos padres que se quieran. Es preciso que algo cambie tanto en los padres como en los hijos, si es voluntad de ambos sobrevivir a esa convivencia.

2.   Tu hijo adolescente necesita que le escuchéis, que les orientéis, que les apoyéis, que les ayudéis. Frases como «hijo, tengo muchos problemas como para atender tus tonterías», causan mucho daño a vuestro hijo.

3.   Evita criticar a tu pareja delante de tu hijo adolescente, o hablar mal de él/ella a solas con tus hijos, no vas a conseguir «ganártelo» y ni alejarlo de tu pareja. No es verdad. El adolescente sufre mucho con estas situaciones y lo único que conduce es a alejarse más de sus padres, buscando consuelo «fuera».

4.   Practica la escucha activa con tu hijo/a, mirándole a los ojos y expresando atención. También tienes que escuchar lo que para él es importante y a ti te parece una tontería. Si no atiendes a sus «tonterías» no pretendas que luego te cuente las cosas serias.

5.   Dedica tiempo hijo a hijo todos los días. Ése es el tesoro que cada hijo se lleva de sus padres. Recordemos que nuestros padres, al morir, sólo nos dejan realmente el tiempo que pasaron con nosotros.

Es difícil, porque cuesta, pero ¿has preguntado a tu hijo adolescente lo que piensa de ti, de vosotros como padres, lo que añora de vosotros? Quizás no os habéis dado cuenta que necesita, por ejemplo, que estéis más tiempo en casa, que necesita veros más cariñosos entre vosotros, que sufre mucho cuando os ve tan distantes, que solo le preguntáis sobre los deberes y necesita que le habléis de la vida. Proponéroslo, aunque cueste.

Patricia Palacios
Asesor: Aquilino Polaino. Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense, Director del Departamento de Psicología de la Universidad San Pablo-CEU, licenciado en Filosofía (Universidad de Navarra) y Psiquiatra.

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