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Cuando el parto no se presenta como se esperaba, u ocurren algunas causas que obligan su interrupción, hay que recurrir a la cesárea para finalizar el alumbramiento. La cesárea no se realiza en la sala de partos, sino en el quirófano, ya que es una operación quirúrgica por la que hay que incidir hasta el útero para extraer al niño, que suele durar entre una hora y hora y media.

Hoy en día es cada vez mayor el número de cesáreas que se realizan. Muchas madres consideran que al realizarse la cesárea se les ha robado el parto, pero en muchas ocasiones la cesárea es más conveniente y beneficiosa que el parto natural, tanto para la madre como para el niño.

¿Cuándo hay que realizar una cesárea?

Existen tres situaciones en las que hay que recurrir a la cesárea en lugar de al parto natural, y son las siguientes:

1.  Cuando el parto no es posible por diferentes motivos: la pelvis de la madre es demasiado estrecha, el bebé es demasiado grande para pasar de forma natural, se presenta en una mala posición, de frente, transversal o de nalgas o existe un obstáculo en la salida del bebé, por ejemplo, un fibroma, un quiste o placenta previa, que impide que el bebé pueda salir.

2.  Por necesidad de interrumpir el embarazo antes de tiempo por enfermedad del niño (diabetes, toxemia o retraso en el crecimiento), hemorragia materna, nacimiento múltiple, enfermedad de la madre o incompatibilidad de Rh.

3.  Por necesidad de terminar el parto por cesárea por demasiado cansancio de la madre, problemas cardiovasculares que impiden llevar a cabo el trabajo, el cuello del útero no se dilata más, la cabeza del bebé no se coloca en la pelvis o sufrimiento fetal demasiado importante, detectado gracias a la monitorización. 

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Cuidados post-operatorios de la cesárea

Hay que recordar que la cesárea es una intervención quirúrgica, y por tanto se requiere un control exhaustivo de la madre tras el parto. Esta recuperación puede conllevar dolores abdominales, y a la cicatrización suele ser más dolorosa si se dan contracciones tras el parto.

Se requiere también de un régimen de dieta especial para la adecuada recuperación de la madre, que sueles concluir a la semana cuando se quitan las garpas o hilos con los que se cierra. No obstante, la cicatriz, que queda escondida tras el vello del pubis, no alcanzará su aspecto definitivo hasta los 8 meses, y no le podrá dar el sol hasta 1 año después.  

Respecto a la relación con el bebé, la leche puede tardar más tiempo en subir debido al cansancio. La recuperación de las actividades normales debe ser progresiva y más lenta que con un parto natural.

Ana Vázquez Recio

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