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Pepe Rodríguez: «Con mi familia busco minutos y hago de cada minuto algo único»

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Es tan cordial y sencillo como parece en la tele. Pepe Rodríguez, uno de los tres miembros del jurado de Masterchef, nos recibe en el mismo restaurante El Bohío que fundaron sus abuelos, mantuvo su madre, Teresita, y ahora cuidan entre su hermano y él. El cansancio no le borra la sonrisa. Aquí es Pepe, el de Illescas. Nos lo dice un amigo de Torrijos, que ha venido a tomar café con él. Tiene un secreto: trabajar y ponerle amor a todo lo que guisa. En casa, el plato le ha salido redondo: una mujer fantástica y tres hijos que le dan la vida.

¿En su casa quién cocina?

Por el bien de la familia, cocino yo (risas). Ella hace más bien cocina de subsistencia. Mi mujer trabaja, tiene una empresa con 29 personas. Bastante tiene. Además, tenemos tres hijos, se ocupa de ellos en el 90 por ciento del tiempo porque yo no estoy, con lo cual tiene mucho mérito.

De domingo a martes por la noche, que yo no trabajo, si estoy en casa, cocino yo. Me encanta cocinar para ellos. Y ellos están encantados de que yo cocine: «Papá, ¿qué haces?, ¿qué has traído nuevo?» Lo hago con mucho gusto.

¿En la cocina se «hace familia»?

Sí, en la cocina se hace mucha familia y quizá se ha perdido un poco esa costumbre. Antes, mientras picaban, cortaban, guisaban, la abuela y la madre atendían a todos los niños que tenían por ahí «medio ordenados». Se ha perdido esa costumbre por muchos factores. Sin embargo, te diré que gracias a un programa de televisión como Masterchef, no es que todo el mundo cocine y esto sea un vergel, pero hay mucha gente que recupera esa vida de familia en la cocina. Así que podemos ver lo bueno que tiene un formato de televisión en el que se dan pinceladas a la cocina, al esfuerzo, a la unión. Y, sobre todo, un programa que es familiar.

¿Tenemos que perder el miedo a que los niños disfruten de la cocina?

El problema es de los mayores, no de los pequeños. Si a un niño le enseñas a hacer cualquier cosa, no tiene ningún problema. Se van a cortar, pero no pasa nada. Cuando van en bici se caen y no pasa nada, también esquían y montan en moto. A mis hijos les enseño a que tengan cuidado y ya está.

Usted ha gestionado muy bien su fama pero vive en una pequeña localidad donde todos se conocen. ¿Cómo ha ayudado a sus hijos a gestionar la fama de su padre?

Intento normalizarlo. Su padre no es nadie extraordinario. Es una persona que trabaja mucho y que tiene mucha suerte. A mis hijos les enseño que esto es pasajero. Estamos arriba y nos deslizaremos por un tobogán hasta ser aquel del que digan: «Me suena la cara de este chico, ¿quién era?» Mi hijo salió en uno de los programas y lo que más me ha gustado de él es que no le he visto ni un alarde. Me ha emocionado.

María Solano Altaba

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