MADRID, 7 Abril
«Estoy en casa, con mi mujer y mis hijos, pero cuando les miro pienso que debería estar trabajando». Las palabras de M.A., un cargo intermedio en una multinacional española, suenan extrañas, pero distan mucho de ser infrecuentes.
Muchos directivos, ya sean de nivel medio o pertenezcan a la alta dirección, se sienten culpables cuando están con la familia porque creen que desatienden las necesidades de su trabajo y, del mismo modo, se sienten mal cuando pasan demasiado tiempo fuera de casa porque no están cumpliendo su deber como maridos y padres.
Fuente: El Confidencial