Lo clásico, las nuevas tecnologías y las licencias son algunos de los aspectos que destacarán durante este 2016 en el sector del juguete. Un sector en constante innovación que no vive ajeno a los cambios sociales, culturales o tecnológicos sino, todo lo contrario, se nutre de los mismos para ofertar productos novedosos, atractivos y seguros a los nuevos consumidores.
Así, los juguetes se están volviendo más inteligentes. Cada vez son más los que ofrecen alguna conexión a Internet, a través de una App o de una web, para poder desarrollar otra forma de jugar que, en definitiva, representa una nueva generación de productos.
Pero la tecnología no tiene por qué reemplazar a los juguetes tradicionales, sino que tiene el potencial de extenderlos, de hacerlos más entretenidos, atractivos y, además, educativos.
Aunque todos damos por supuesto que la tecnología es algo positivo e importante, algunos estudios se cuestionan si éstas pueden tener un efecto positivo («on») o incluso si su efecto puede ser negativo («off») en los más pequeños. Mientras que los detractores de usar la tecnología a edades tempranas hablan de la reducción en los niños de su capacidad de autocontrol, debido a la lluvia de estímulos que reciben, sus defensores aseguran que puede aumentar la velocidad de procesamiento y hacer que tengan una atención más rápida.
Entonces, ¿se están equivocando también las escuelas a la hora de introducir los ordenadores o las pizarras digitales en las clases? Por supuesto que no. Es muy distinto usar las nuevas tecnologías como soporte educativo que darles a una tableta a los niños mientras están sentados en el sofá. Muchos autores aseguran que es mejor que el niño empiece a utilizarla a los tres años con reglas muy claras, limitando los tiempos de uso para que sea capaz de soltarla sin gritar ni enfadarse, entrenando así el autocontrol, a que empiece con ocho o diez años y comenzar a instruirlo ahí. Una vez más, lo que debe imperar es el sentido común.
Y es aquí donde los padres y las madres tenemos un importante papel, para evitar que nuestros hijos se enchufen a la tecnología sin un objetivo y en la más estricta soledad. Ayudémosles a encontrar los motivos para conectarse, apoyémonos en su estímulo para jugar en familia, con juguetes conectados ¿por qué no? Pero juntos, para aprender mientras jugamos.
Con el juguete tradicional cultivamos algunos valores y cualidades como la tolerancia a la frustración o el autocontrol, que es una de las capacidades cerebrales que más influye en determinada nota de selectividad que sacará el niño quince años más tarde. A la vez, con el juguete conectado hacemos más atractiva para el niño la posibilidad de aprender. Por ello, incorporar la tecnología a los juguetes de forma segura, sin abandonar el juguete tradicional, es uno de nuestros retos para los próximos años.
Te puede interesar:
– 7 tendencias para comprar juguetes
– Los mejores juguetes de 6 a 12 meses
– El juguete ideal para cada edad
– Los 20 errores más frecuentes en la compra de juguetes