El eminente psicólogo Bruner, nos ha transmitido la importancia del juego para la evolución de la imaginación y como vehículo para la enseñanza de las normas que rigen la comunidad.
Es una actividad recreativa esencial en el desarrollo. Fomenta la integración y en él subyace la libertad de elección.
En los juegos de rol los jugadores diseñan sus propias aventuras, asumen el papel de un personaje que debe conseguir el objetivo trazado, cumpliendo las reglas del propio personaje, las impuestas por el árbitro o director del juego y las marcadas por el azar al tirar el dado.
Los juegos de rol pueden ser en mesa o en vivo.
La temática medieval fantástica fue su origen, pero hoy encontramos juegos de terror, de detectives, ciencia-ficción, humor, fantásticos, futuristas, del oeste…
Los hay más realistas donde las fichas y los datos son más influyentes en la toma de decisiones (preferidos por los más jóvenes) y más interpretativos para aquellos que gusten de más margen de decisión.
La franja de edad de los jugadores oscila entre los 15 y 25 años. En todo caso una edad apropiada para su práctica sería a partir de los 12 años por la complejidad propia del juego.
Sólo nombrar juegos de rol presagian riesgos y ello porque en la conciencia colectiva queda el eco de algunos trágicos hechos que fueron transmitidos por los medios de comunicación.
Categóricamente (y por las investigaciones realizadas) podemos aseverar que los juegos de rol como tal, son neutros e inofensivos. El riesgo se hace cierto y real cuando se utilizan en exceso y desde desequilibrios emocionales se busca derivarlos a la vida real.
El problema nace del riesgo de sectarismo que puede enganchar a niños y adolescentes, de la desvinculación con el entorno, de la presión del grupo.
Una supervisión por parte de los padres es necesaria sobre todo cuando son monotemáticos, algunos pueden tener contenidos discriminatorios y destructivos, bélicos y violentos; así como el tiempo que dedican a jugar y las amistades con quienes comparten esta afición.
Un acercamiento de los padres con estos juegos de rol, con sus normas, contenidos, les señalaría una idea más real sobre los mismos y las posibles versiones y temáticas más apropiadas para el fomento de aspectos educativos, creatividad, interacción, toma de decisiones, autocontrol.
En este sentido, se han desarrollado juegos de rol con finalidades de intervención social con adolescentes para prevenir la drogodependencia o como sistema para enseñar y practicar valores como el respeto y la tolerancia.
Hay distintos juegos de «rol», de asunción de papeles, allí donde los niños (y los menos niños) se proyectan en personajes con los que desarrollan su imaginación y ponen a prueba sus capacidades. Es más puede tratarse de escenarios donde los niños plasmen sus conflictos internos y tomen conciencia de ellos.
No puede negarse que sirva como fuente de aprendizaje de socialización a través de un sistema de normas y del juego en grupo. Promueven la cooperación.
En la exaltación incompatible con otras relaciones y actividades, en la asunción de reglas muy rígidas, en el intento de llevar a la vida real lo que es un juego, en psicopatologías previas está un riesgo innegable, pero no achacable específicamente al juego de «rol».